Una CPE que gana, pero divide más

Los resultados muestran con nitidez la división en la que se debate el país para salir adelante. El Gobierno consiguió lo que buscaba, pero sin la legitimidad que esperaba. Sabiendo del camino que resta para poner en vigencia la nueva CPE, los actores políticos se ven obligados a pactar.

Editorial La Razón.

El proyecto de Constitución Política del Estado (CPE) propuesto por el MAS obtuvo un apoyo del 58,7% de los votos en todo el país, frente a un rechazo del 41,3%, según los datos del conteo rápido realizado por la empresa Ipsos Apoyo Opinión y Mercado para La Razón y la red televisiva ATB.



Estas cifras, que todavía no son oficiales, muestran un triunfo global de la opción del Sí —lo cual significa que Bolivia aprobó el texto de una nueva Carta Magna—, pero, a la vez, confirma la división del país en dos grandes bloques de departamentos.

Potosí, La Paz, Oruro y Cochabamba dieron su voto mayoritario al Sí, mientras que Tarija, Beni, Santa Cruz y Pando al No. De acuerdo con el referido trabajo estadístico, en Chuquisaca el No tiene una leve ventaja sobre el Sí; en tanto se resuelve el virtual empate técnico que se presenta en esa región, se puede afirmar que cinco de los nueve departamentos del país rechazaron el proyecto de CPE, aunque no se descarta que la situación cambie.

Por un lado, la media luna se consolida como bloque opositor, y, por el otro, los departamentos del occidente se reafirman como bastiones del MAS. También vuelve a evidenciarse que el fuerte del oficialismo se concentra en el área rural, a la vez que las ciudades capitales se muestran como un reducto interesante de la oposición. Según el conteo de boca de urna difundido por la red Unitel, con el 100% de la muestra, en seis de las nueve capitales de departamento habría ganado el No.

En suma, solamente tomando en cuenta los datos extraoficiales conocidos ayer, el 58,7% del Sí representa una cifra algo superior a la obtenida por el MAS en las elecciones presidenciales del 2005 (53,7%), pero bastante inferior respecto de los resultados favorables que logró el presidente Evo Morales en el referéndum revocatorio del 10 de agosto del año pasado (67,4%).

Queda claro que los números, si bien confirman una nueva victoria del oficialismo, representan un revés para el Gobierno al denotar una importante caída del apoyo de los bolivianos a la propuesta masista. Y esta realidad se vuelve indiscutible al recordar los pronósticos más optimistas del presidente Morales, quien se animó a señalar que ganarían con 80 ó 90%.

Faltando pocos días para el referéndum dirimitorio y constitucional, el Primer Mandatario, a esa altura convertido, en los hechos, en jefe de campaña del MAS, se arrepintió de sus expresiones triunfalistas, pero ya era tarde: el descenso del apoyo al Gobierno se había extendido en las últimas semanas.

La jornada de ayer dejó un saldo positivo, especialmente por el alto grado de participación de la ciudadanía (90,5%). Aunque continúa siendo una cuenta pendiente el tema de la transparencia: un representante de la OEA admitió a la radio Panamericana que los observadores recibieron denuncias por la supuesta existencia de documentos duplicados y, por otro lado, hubo quejas sobre el uso de la tinta indeleble en diferentes partes del país.

Los resultados de este referéndum muestran con nitidez la división en la que se debate el país para salir adelante. El Gobierno consiguió lo que buscaba, pero sin la legitimidad que esperaba.

Sabiendo del camino que resta para poner en vigencia la nueva CPE, los actores políticos se ven otra vez obligados a pactar un proyecto de nación que sea capaz de reunir a los bolivianos y no ahonde la polarización actual hasta llevarla a un peligroso punto de no retorno.