«Patria o muerte»

Es el grito de guerra del grupo de presidentes que se adhieren al llamado Socialismo del Siglo XXI. Los más allegados estuvieron reunidos para conmemorar y congratularse de que Hugo Chavez festejó diez años consecutivos gobernando a los venezolanos, como si el asunto fuera quedarse más años en el poder, así sea a fuerza de violencia y violaciones de leyes y derechos.

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El tema sigue y suma, porque hoy presenciaremos la promulgación del texto constitucional que arrancó Evo Morales a una Asamblea Constituyente que no existió más que como escenario virtual y luego Hugo Chávez llevará de nuevo a los venezolanos a las urnas para tratar de ampliar su gestión con vistas a seguir como presidente-vitalicio.



Hablar de estos temas no conlleva ningún trasfondo ni carga de crítica agresiva, responde a un ejercicio de puro develamiento de la realidad, puro realismo y cero toque de magia, es hablar de la real politik del continente al estilo más brutal y desenfadado que hemos conocido.

Los amigos del Alba, lo llamados bolivarianos, los revolucionarios del Siglo XXI, se reunieron en Caracas para festejar los diez años de poder en el marco de un feriado nacional decretado por Hugo Chávez que ya se promueve como el próximo virrey de la Indias originarias de América, y luego estos festejos seguramente serán usuales, serán parte del culto erigido a las personalidades que ahora va superando a las gestiones de gobierno. No en vano observamos que la casa en la que nació Fidel y Raúl Castro ha sido declarada patrimonio cultural, lo propio hizo Evo Morales con la casa en que nació, tratando de acelerar los tiempos al culto que se está instaurando en torno a quienes desean verse como los nuevos redentores de estos pueblos.

En el acto de Venezuela, el presidente Evo Morales gritó "Patria o muerte venceremos", con todos los pulmones cargados del deseo de vencer a quienes están tratando de evitar o debitar la muerte de la patria que pende como una espada de Damócles sobre la cabeza pisoteada del continente enfermo de caudillitis y de un cáncer en pleno proceso de gangrena infecciosa provocada por el contagiosos virus de corrupción y ambición del que son portadores los miembros de los gabinetes ministeriales así como los funcionarios de las empresas nacionalizadas, etc, etc.

Resulta importante tratar de leer entre líneas el mensaje del que esta cargado el lema de "Patria o muerte venceremos", que con seguridad hoy tendrá su lugar dentro del acto de promulgación de la constitución boliviana. Un lema que se puede entender también como la navaja que está rapando a la patria, que para vencerla le quita el cabello como Dalila lo hizo hábilmente con Sansón, la patria guillotinada a fuerza de descabezar instituciones, de saquearla y desmembrarla para fines prebendales y de permanencia en el poder.

La situación es crítica y levanta polvaredas de asombro, de incredulidad, ojos que se abren y se cierran sin lograr tragarse el fardo de una patria vencida, jineteada, doblegada para que uno, dos, tres, cuatro y cinco elefantes se balanceen sobre la tela de una araña de votos, preparados en una red montada para que se sostenga el fraude, con doble carnetización, con tinta que no es indeleble, con depuraciones en unos departamentos y padrones sobreinflados en otros.

El estridente chillido de "patria o muerte", crispa los nervios y el alma, porque es una alerta que previene que se romperán muchos espinazos bajo el peso de la patria a la que se le han colgado piedras de nacionalizaciones y de nuevas exclusiones en el cuello y se la empuja al fondo del abismo fratricida, saqueada a nombre de que se le debe dar muerte violenta, para que aquellos que se han puesto el sobrenombre de desheredados practiquen el saqueo como un deporte nacional y les tapen la boca con amenazas a todos los que quieren gritar ante el espectáculo de la destrucción.

Lo grave del lema "Patria o muerte" es que no entraña una ideología sino una arenga que pretende solaparse en una ideología para tomar las entrañas de nuestra tierra y desgarrarla haciéndola objeto de los bajos instintos de aprovecharse de ella para obtener ganancias ilícitas.

Si la patria fuera un objetivo, no desearían vencerla, no se jugarían por matarla, tendría que prevalecer el deseo de cuidarla, de hacerla prosperar, de querer sembrar la vida y no la muerte.

La palabra muerte es un adjetivo del que nadie debería vanagloriarse.

En medio del festejo de Hugo Chávez, este cargaba en sus brazos a un niño vestido de rojo, símbolo de sus ansias de no ceder el poder, de no dejar que la democracia imponga una sana y fértil alternancia. El niño rojo en brazos del poderoso es una advertencia de que la tiranía está dispuesta a matar antes que ceder. Recordemos que el rey Herodes le dio muerte a los niños, al conocer la profecía del advenimiento del Salvador.

La ceremonia a la que asistieron los mandatarios de Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Honduras, Dominicana y Cuba, tuvo su punto cúlmine en el patio de honor de la Academia Militar, donde todos los presidentes presentes hablaron de no dar marcha atrás y donde se usó nuevamente la imagen del libertador Simón Bolivar para plantear que los procesos de cambio que atraviesa el continente son irreversibles y que se harán así se tenga que sembrar la muerte y la destrucción.

"Han sido diez años de resistencia, pero aquí hemos invertido tiempo precioso en sobrevivir a las conspiraciones del imperio, golpe de estado, sabotaje económico, terrorismo", dijo el mandatario Venezolano al instalar la IV cumbre extraordinaria del ALBA.

Luego todos se unieron en una ceremonia en torno a la réplica de la espada de Bolívar en la que Chávez explicó el significado de portar la espada que pasó a sus invitados para que la blandieran con las manos enguantadas.

"Esta espada, Daniel (Ortega), quema, su fuego llega al alma; esta espada, Evo (Morales), fue hasta el Potosí y presidió las sesiones del congreso constituyente del que nació Bolivia", les señaló Chávez, entre otras alusiones a la historia que ahora se interpreta en torno a la espada que debe provocar la muerte, la espada que se debe blandir si embargo con las manos enguantadas, de guante blanco, ocultando la violencia con votos y haciéndolos ley y norma en las cartas constitucionales.