Bolívar falsificado

…los libertadores eran hombres de verdad, consecuentes con el ideal de libertad, humildes y honestos, muy lejanos y muy distintos de los gobernantes de papel que hoy comulgan con el fundamentalismo, el narcotráfico, el totalitarismo, la servidumbre, el racismo y la mentira

image Por J. Lizandro Coca Olmos – Columnista Los Tiempos

El Libertador Simón Bolívar se retuerce en su tumba cada vez que mira o escucha a estos tiranuelos insolentes, llenos de arrogancia y pretenciosos de grandeza.



Bolívar era liberal, que quede claro de una vez; poseedor de propiedades, que en ningún momento pensó repartir entre la gente, pues consideraba que al darle libertad a sus pueblos, estaría luchando por algo mucho más valioso que cualquier tipo de bien material; esta libertad les permitiría, si así lo quisieran, gozar de los bienes materiales que ellos mismos pudieran proveerse. Fue el Libertador quien dijo que “La propiedad es el derecho de gozar y disponer libremente de sus bienes y del fruto de sus talentos, industria y trabajo”. Con lo que dejaba bien claro que su idea de progreso y bienestar para las naciones, pasaba porque los individuos fueran capaces de utilizar su conocimiento para alcanzar sus propias metas, y el disfrute de sus propias vidas, sin que terceros les coaccionen.

Se puede ver en muchos escritos de Bolívar, como la Carta de Jamaica (1815), el Congreso de Angostura (1819) y la Constitución de Bolivia (1826), su evidente defensa de la propiedad privada como único mecanismo eficaz para lograr la grandeza de las naciones.

Así mismo, en estos y en muchos otros escritos, manifestó una férrea defensa por los derechos naturales de los hombres, traducidos en la defensa de la vida, la propiedad privada, y la libertad política y económica.

De la misma forma, se puede decir que el Libertador era partidario de la iniciativa privada, pues en su “Discurso sobre minas” manifiesta que “Conforme a las leyes, las minas de cualquier clase corresponden a la República, cuyo gobierno las concede en propiedad y posesión a los ciudadanos que las pidan bajo las condiciones expresadas en las leyes y ordenanzas de minas, y con las demás que contiene este decreto”, y si esto es privatización, pues Bolívar fue un privatizador.

En varias de sus citas se puede apreciar su total contradicción con nuestros caudillos del “socialismo del siglo XXI”. Por ejemplo, se puede ver su total desacuerdo con las reelecciones y permanencias concurrentes de los totalitarios cuando dice que “Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder" y que "Es una mancha miserable el querer mandar a todo trance”.

Respecto del poder absoluto que busca Evo Morales, y que hace largo tiempo ya tiene Hugo Chávez, Bolívar sentencia “Huid del país donde uno solo ejerza todos los poderes: es un país de esclavos”. Y en cuanto a la urticaria que les provocan las críticas a los demagogos del siglo XXI, que les hace atacar y acosar a medios de comunicación, organizaciones políticas y civiles, el Libertador reflexiona que “el que manda debe oír, aunque sean las más duras verdades y, después de oídas, debe aprovecharse de ellas para corregir los males que producen los errores propios”.

Simón Bolívar era verdaderamente sabio, casi como un hombre fuera de su tiempo, con principios que hasta hoy no se logran comprender, y con ideas políticas probablemente demasiado avanzadas para quienes pareciera que aún necesitamos vivir nuestra edad media. Si los pueblos que le debemos tanto hubiésemos sabido escucharle y comprenderle, si aún hoy, que hemos decidido dar poder a un grupículo de impostores, supiéramos comprender al Libertador, nos habríamos ahorrado mucho sufrimiento y errores, y podríamos ahorrarnos lágrimas y miserias futuras. Pero parece que nuestro continente está condenado a seguir las mentiras de los demagogos, y a enterrar e ignorar a los libertadores, mandando que sean sepultados con sus principios.

No podemos permitir, al menos, que la falsificación de Bolívar continúe vigente en el continente. En un acto de dignidad y de respeto al padre de nuestras naciones, debemos esforzarnos por desenmascarar a la bestia totalitaria que pretende vestirse con el nombre del Libertador. Pueden apelar a Marx, Lenin y Trotsky, pero nunca a Bolívar o a Sucre. Porque los libertadores eran hombres de verdad, consecuentes con el ideal de libertad, humildes y honestos, muy lejanos y muy distintos de los gobernantes de papel que hoy comulgan con el fundamentalismo, el narcotráfico, el totalitarismo, la servidumbre, el racismo y la mentira.

El autor es miembro del Instituto Libertad Democracia y Empresa

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