Cuba ¿el fin de un mito?

Si Cuba cambia y gira hacia la democracia, se acaba el mito del socialismo y se quedan vacíos de ideología los que buscan imitarlo.

ElNuevoDia Editorial El Nuevo Día.

Han pasado 21 años desde que el papa Juan Pablo II dijo en La Habana que Cuba debía abrirse al mundo y el mundo debía abrirse para Cuba. El miércoles, en la ciudad hondureña de San Pedro Sula, la Organización de Estados Americanos (OEA) decidió derogar una resolución adoptada en 1962 que suspendió a la isla del organismo multilateral por haber instaurado un régimen marxista-leninista, una decisión histórica que abre la posibilidad del retorno cubano al sistema interamericano.



Sin titubear, el régimen de los hermanos Castro ha rechazado su retorno a la OEA, organismo al que califica como criminal y nefasto, pese a que considera una victoria histórica el haber conseguido que se elimine una resolución que es tildada de anacrónica, incluso por líderes que critican la dictadura que gobierna la isla caribeña desde hace más de 50 años.

Los gobiernos que presionaron para que la OEA tome esta decisión y que amenazaban con producir una fractura dentro de la organización, entre ellos Bolivia, Venezuela, Ecuador y Nicaragua, también siguen disconformes con la apertura hacia Cuba y quieren más. A la cabeza del presidente de la OEA, José Miguel Insulza, el chileno que le debe su cargo a Hugo Chávez, varios líderes han pedido que el próximo paso sea la eliminación del embargo que mantiene Estados Unidos, país que ha estado dando señales aceleradas de un cambio en su relación con La Habana.

Como bien lo han dicho varios analistas, por ahora sólo se ha eliminado una prohibición para que Cuba pueda postular su retorno a la OEA, lo demás depende del régimen cubano, sobre todo de su disposición a cumplir con las “reglas del club”. Eso significaría para los hermanos Castro, dar pasos decisivos en el respeto al pluralismo político, las libertades fundamentales, los derechos humanos, la propiedad privada y la celebración de elecciones libres, es decir, en el acatamiento de la Carta Democrática Interamericana firmada por todos los países miembros el 11 de septiembre de 2001 y que sirvió como acicate para rechazar el fallido golpe de estado contra el presidente de Venezuela, un año después.

Es posible que Estados Unidos esté considerando ponerle fin al embargo pero ¿qué dará Cuba a cambio? La revolución cubana no es nada más que el mito viviente de las falsas promesas comunistas de la igualdad, la ausencia de clases, la propiedad social y tantas otras, que en la realidad sólo han consolidado la generalización del hambre y la miseria. A los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, grandes admiradores de la dictadura castrista, les conviene que el marxismo siga transitando por los senderos mitológicos, como si en 1989 no se hubiera producido la caída del muro de Berlín. Todos estos regímenes, encabezados por líderes de dudosa vocación democrática, caerían en un vacío ideológico si es que La Habana decidiera terminar con la ilusión marxista, los presos políticos, la persecución y el oscurantismo, justo por donde se están encaminando Chávez, Morales, Correa y Ortega. De cualquier forma, la apertura de Cuba se producirá y será más pronto de lo que creen los que alientan los parches y remiendos. Tal vez ambos se encuentren en la ruta, pero en sentidos contrarios.