El reinicio de la historia

Veinte años después de que se creyó haber llegado al “fin de la Historia”, asistimos a la inauguración de un nuevo capítulo

los_tiempos_beta Por Redacción central | – Los Tiempos

En un artículo publicado en estas páginas con el título “Derribando el muro”, el columnista Michael Mayer el pasado jueves nos recordaba que por estas fechas se produjo casi simultáneamente una serie de acontecimientos que cambiaron el mundo. Se refería al desenlace sangriento de las protestas de la Plaza Tiananmen, la muerte del clérigo revolucionario de Irán, el ayatollah Ruhollah Khomeini, y las elecciones polacas en las que se impuso Solidaridad.



Ahora, veinte años después, estamos asistiendo a acontecimientos cuya importancia es, por lo menos, tan grande como los señalados por Meyer. China se ha consolidad como una potencia económica de primer orden y uno de los regímenes más represivos del planeta; Irán, como todos los países del mundo islámico, no menos represivos que el chino, ha adquirido un rol protagónico que ya no puede ser soslayado; una nueva ola de regímenes de izquierda avanza en América Latina, y el capitalismo se enfrenta a la mayor crisis de la historia cuyo epicentro está en Wall Street.

Cada uno de esos hechos, visto aisladamente, es suficiente para ser considerado un hito en la historia contemporánea. Si se los ve en conjunto, su importancia es aún mayor pues dan cuenta de un fenómeno que marca el fin de una época y el inicio de otra.

La facilidad con que el régimen del Partido Comunista Chino logró que el vigésimo aniversario de la atroz matanza de Tiananmen pase poco menos que desapercibido ante la indiferencia y complicidad del “mundo libre” que no se inmuta ante la impunidad con que en ese país se violan los más elementales derechos humanos, es un muy elocuente signo de los tiempos que corren.

El drástico viraje de la política exterior estadounidense en sus relaciones con el mundo islámico es igualmente significativo. La ola de nacionalizaciones con que EE.UU. intenta conjurar el desmoronamiento de sus bases económicas, con lo que se ha puesto en manos del Estado los principales pilares de su sector financiero e industrial, no son datos menos relevantes.

En lo que a América Latina se refiere, la decisión adoptada por la OEA de levantar el veto que pesaba sobre el régimen cubano ha sentado las bases para que se legitimen regímenes como el venezolano o el boliviano que se encaminan hacia modelos políticos que hace sólo unos años parecían inconcebibles.

Esos acontecimientos, entre muchos otros, contrastan de manera rotunda con la hipótesis según la cual hace veinte años habíamos asistido al “Fin de la Historia” con el triunfo del liberalismo. En los hechos, la democracia liberal no se ha expandido, sino que está en franco retroceso a escala planetaria y el liberalismo económico ha cedido su lugar a una fuerte ola de estatizaciones.

Se puede pues afirmar que lejos del fin de la historia, estamos asistiendo al inicio de una nueva.