Esa cosa…

cayetano-5 Entre paréntesis….Cayetano Llobet T.

Han decidido abrir el cajón de los recuerdos, y se han encontrado con esa cosa que nadie sabe para qué sirve. Es una antigualla. Un recuerdo de tiempos que tienen que ver con otra distribución del mundo. Es decir, ya es de otro mundo. Y como chicos felices hurgando en los cajones de la abuela avisan con gritos y alborozo que han encontrado esa cosa, que durante años fue un juguete apreciado por los gringos y, hasta en algún momento, uno de sus juguetes preferidos. Era su OEA, su Organización de Estados Americanos. Y era importante, porque en aquellos tiempos el juego se llamaba Guerra Fría. 

Y, guste o no, la expulsión de Cuba de la OEA le otorgó una credencial de dignidad y la OEA desnudó su carácter de juguete. Tanto, que su nombre extraoficial, pero verdadero, era el de “Ministerio de Colonias” de los Estados Unidos. Lo del discurso de defensa de la democracia hemisférica, los valores de occidente, fueron cuentos y, además, mal contados. Si de valores democráticos se hubiera tratado, la mitad de América Latina hubiera tenido que ser condenada en los setentas.



Hoy reapareció el juguetito, esa cosa.  Obviamente, los impulsores de la recuperación son los que quieren que sigamos pensando como en los setentas. Y Cuba es un buen símbolo, porque es el único signo histórico que hoy pueden rescatar los que están en vías de implantar regímenes totalitarios. Chávez no tiene historia revolucionaria. Sólo tiene historia cuartelaria. Ni siquiera los esfuerzos de Enrique Krauze para presentarlo como una suerte de “gorila ilustrado” son suficientes para sacarlo de su perfil mussoliniano tropical. Evo Morales sólo tiene historia cocalera. ¿Cuándo fue parte de las grandes luchas por la democracia?  Todo lo que sabe al respecto es lo que le contó su mentor intelectual, gran luchador, él sí, Filemón Escóbar.

El cajón de la abuela sirve maravillosamente para descubrir los recuerdos de los viejitos. Y han encontrado el juguete que buscaban. Gracias a esa cosa, a la OEA , están pretendiendo rescatar una experiencia que hace cincuenta años fue símbolo de esperanza, de dignidad, de revolución, de la nueva democracia por la que peleábamos, ofreciendo riesgos, vidas y ganando clandestinidades, cárceles y muerte. Hoy, es el símbolo dramático del fracaso de una revolución que, después de cincuenta años de instaurada -¡nada menos!-, tiene que vivir de la caridad venezolana  -o alquiler de servicios secretos-, porque ni siquiera ha logrado establecer un esquema económico que le permita dar de comer decentemente a sus ciudadanos. Y tienen que estar pendientes de que sus mejores logros -artistas y deportistas-, no se conviertan en desertores en sus giras.

Y los que hoy nos la ofrecen como modelo, vendedores de falsas esperanzas a sociedades ignorantes, son los candidatos a dictadores. Para eso sirve esa cosa. Para ayudar a los totalitarios a rescatar símbolos de otros tiempos. Obviamente, a los gringos, ahora, les tiene sin cuidado. Entre otras cosas, porque no están preocupados en hurgar los cajones de la abuela, sino en abrir ventanas para ventilar la polvareda de crisis que se las ha metido en la casa.

La OEA no es nada. El único peso que tiene es el de su Secretario General. Qué tal será, ¡que ni a los cubanos, les interesa!  Naturalmente que no van a volver. Miran, con el aire paternal de la decrepitud castrista, a esos niños aprendices de revolucionarios, jugar con esa cosa, soñando cada uno con el momento de colocarse definitivamente la corona de tirano.