Los militares «bolizolanos»

Se nutren de la revista “Desde el corazón de América: Al centro del Sur”. Proponen la segunda independencia con Chávez Libertador y Evo ¿será corneta?

image Coincidencia. Los jerarcas de las FFAA junto a los hombres fuertes del gobierno, estrechamente ligados al venezolano Chávez.

Es axiomático que cualquier persona o partido que llegue al poder con apoyo popular pero que tenga inclinaciones autoritarias, acabará, invariablemente, dependiendo del poder militar. El gobierno de Morales con su incondicional adhesión a los postulados de una doctrina militar surgida de la delirante mente del venezolano Hugo Chávez, está demostrando la validez de esta afirmación.



Ocurre que el actual gobierno se dice representativo de las “organizaciones sociales” pero esto es una verdad a medias ya que su verdadero sustento radica en el respaldo que le dan los mandos militares, generosamente “aceitados” con recursos venezolanos destinados a comprar conciencias y lealtades.

Es decir, los jefes militares reciben interesantes estipendios cuando están al mando de la institución y tienen según el apoyo demostrado al “proceso de cambio”, la posibilidad de acceder a puestos en el servicio exterior cuando pasen a situación de retiro.

El caso del Gral. Gualberto Arámbulo, es emblemático. Fue jefe de la Casa Militar el año 2008 y en esa condición, jefe del subteniente George Nava, quien estuvo involucrado en el atentado terrorista contra las oficinas de Unitel en Yacuiba.

Cuando era Inspector General de las Fuerzas Armadas y director de Logística del Ministerio de Defensa estrechó relaciones con la Agregaduría de Defensa de la Embajada de Venezuela, lo que le permitió acumular un gran poder debido a que disponía el destino de la ayuda “desinteresada” que envía Hugo Chávez y que se traduce en bonos a los jefes militares que se adscriben a la “revolución bolivariana”.

Arámbulo era un asiduo a las recepciones que organizaba el Gral. Eusebio de la Cruz Agüero, jefe de la Agregaduría venezolana en una mansión ubicada en el barrio paceño de Cota Cota. En todas ellas, Arámbulo era objeto de innumerables atenciones. Agüero retornó recientemente a su país y al parecer decidió llevarse a su amigo boliviano.

El nombramiento de Arámbulo como embajador de Bolivia ante el gobierno de Venezuela no es casual y responde a un pedido expreso formulado por Agüero y canalizado mediante el presidente Chávez, de forma que juntos puedan seguir teorizando sobre la doctrina militar “bolivariana” sobre la cual tuvieron muchas coincidencias encontradas bajo la inspiración de un excelente ron “Cacique”.

Esta doctrina militar “bolivariana” a la que furiosamente se adscribe Arámbulo no consiste más que en el paulatino control por parte de las Fuerzas Armadas de los países que forman parte de la Alba, de los mecanismos institucionales y productivos de sus respectivos países.

Establece también la hegemonía venezolana en esta parte del continente ya que como producto de su poderío económico surgido de su riqueza petrolera estaría llamado a ejercer una especie de tutela, una protección de “hermano mayor” sobre los otros países miembros del Alba.

Se trata de una recreación de la visión hegemónica que durante muchos años aplicó en la región el ejército de los Estados Unidos mediante su Comando Sur que estaba asentado en la zona del canal de Panamá y que Chávez la recoge con absoluto descaro.

Al respecto es muy esclarecedora la revista “Desde el corazón de América: Al centro del Sur” editada por la Agregaduría de Defensa de la embajada venezolana y de circulación muy limitada en la cual se consignan los permanentes cursos que realizan en la actualidad los oficiales y suboficiales bolivianos en ese país caribeño.

En estos cursos se imparte el criterio de que Venezuela, como la patria del Libertador Simón Bolivar, está llamada a encabezar una lucha “por la segunda y definitiva independencia” (términos expresados en la carta de Evo a los indígenas reunidos en Puno) y por supuesto, se deja por sentado de que el “segundo libertador” será Hugo Chávez, en tanto que para Evo Morales dejan un papel decorativo, para consumo de antropólogos.