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14 de Junio de 2009 | ADN.es

Barack Obama también ha perdido en las elecciones de Irán y el posible autogolpe de Mahmoud Ahmadineyad y sus mulas ultrarreligiosos es un fuerte traspiés para el presidente norteamericano cuyo mensaje de ilusión, cambio y diálogo ha chocado con el oscurantismo de una dictudura que ha dado con la puerta en las narices al "efecto Obama".



Los ayatollahs y los mulahs de Irán, los que mantienen en el poder a Mahmoud Ahmadinejad, tienen miedo a que sus ciudadanos se ensucien con los mensajes que llegan desde Washington, se acerquen al mundo a través de Internet o disfruten de la libertad que ofrecen los medios informativos internacionales. Por eso lo primero que han hecho ante las protestas y los gritos de robo en las urnas ha sido bloquear el acceso a la Red y torpedear las señales telefónicas para evitar el envio de mensajes de textos para encerrar a su país en la Edad Media ideológica, cultural, social y religiosa.

Aquí se teme que la reacción de Ahmadineyad y de su jefe supremo, Ali Khamenei, para contentar a sus seguidores y a los ayatollahs que les sostienen en el poder será atacar a sus objetivos favoritos. Israel y el Gran Satán: Estados Unidos.

Frente a la presión interna, la rabia de su pueblo, las manifestaciones en su contra y los gritos de libertad no hay nada mejor que responder pronunciando el nombre de los odiados enemigos.

Obama había lanzado un mensaje de esperanza y de cambio ante las elecciones que ha sido respondido con dureza por los iraníes, si son ciertos los resultados oficiales. Y si no lo son y ha habido un clamoroso pucherazo electoral, como mantienen cada vez más países, el autogolpe significa que la línea dura de la dictadura iraní controla el poder y no quiere cambios.

Lo que dificulta cualquier acercamiento de Obama que ahora tendrá que pelear, no sólo con la beligerancia de Ahmadineyad, sino con las previsibles fuertes presiones en el Congreso de Washington y en el gobierno de Tel Aviv para que endurezca su política hacia Teherán. ¿Cómo podrá el presidente mantener su oferta de diálogo y de acercamiento?, ¿qué incentivos puede ofrecer para que Irán abandone su programa nuclear? y ¿cómo evitará que Benjamin Netanyahu no aproveche la ocasión para cerrar la puerta a las negociaciones de paz con los palestinos alegando que la amenaza iraní es real, creciente y peligrosa y pone en peligro la existencia del estadio judío?

La diplomacia paciente de Obama y Hillary Clinton, excesivamente cauta en sus primeras reacciones oficiales, vive sus momentos más complicados y para muchos está muerta. Y con la CIA contando los días en los que Teherán anuncie al mundo que ya tiene su primera bomba atómica