Yapacaní: de ayer a hoy

eldeber Editorial El Deber

No están tan distantes los tiempos en que Yapacaní era punto de referencia en cuanto a la nobleza y laboriosidad de su gente, haciendo producir la buena tierra o como un páramo donde era posible hallar sosiego y recrear el espíritu en familia o con amigos durante una escapada de fin de semana o un feriado. Ideal la opción que ofrecía aquella pintoresca localidad norteña para descansar y oxigenarse entrando en contacto con la naturaleza exuberante y colorida de la zona.

Yapacaní, a poco más de un centenar de kilómetros de Santa Cruz de la Sierra y al igual que otros pueblos de aquel rumbo, llevaba el sello inconfundible de lo fraterno, lo sencillo, lo cordial y lo gratificante.



Ahora, las cosas parecen haber cambiado y para mal. Como quiera que por carretera asfaltada no hay más de 200 kilómetros de distancia de Chapare donde por decenas de miles de hectáreas se cultiva coca, Yapacaní, cuando no en el nudo gordiano de frecuentes conflictos sociales y políticos que derivan recurrentemente en bloqueos de la ruta que conecta a Santa Cruz con el resto del país, ha terminado convirtiéndose en el centro de operaciones de los comercializadores y productores de la ‘hoja sagrada’ que se han desplazado hasta allí desde La Paz y Cochabamba, donde se ha dado el mayor incremento de cultivos en el último año, según contundentes informes oficiales de organismos internacionales.

Yapacaní, no en balde identificada últimamente como ‘zona roja’, está prácticamente inundada de hoja de coca con 270.000 libras que llegan mensualmente. Solamente 10.000 de sus 40.000 habitantes ‘coquean’ consumiendo alrededor del 40% de la oferta disponible. A dónde se destina el 60% restante es una pregunta con respuesta a la mano y terminante: al narcotráfico, una actividad que autoridades de la fuerza especial de lucha contra esta actividad, atribuyen a ‘malos comerciantes’ que contrabandean el producto que de ese modo va a parar a las fosas de maceración o a laboratorios que ahora se montan en un dos por tres en cualquier parte.

Tanto en Yapacaní como en algunas localidades vecinas se han dado recientemente brotes de violencia con emboscadas a las tropas encargadas de la erradicación de los cultivos ilegales de la coca.

Y mientras organismos internacionales ofrecen informes que revelan un aumento considerable de los cultivos de coca en el país, autoridades aseguran de su parte que hay eficiencia y transparencia en los numerosos operativos que se realizan contra la actividad ilegal. Lo cierto es que con el penoso estigma de ‘zona roja’ del narcotráfico, a merced de cocaleros y ‘colonizadores’, se hace borrosa, casi irreconocible, la imagen de un Yapacaní paradisiaco que hasta no hace mucho se guardaba en la memoria.

De control del narcotráfico no es posible hablar en el país en este tiempo muy de modo particular. Como que se han abierto de par en par los portones para que los que trafican estupefacientes se desplacen a paso de parada con sus letales cargamentos a cuestas.


    Tres en uno   

Defendiendo la vida…

Las relaciones con Perú se mantienen al borde de la ruptura como nunca antes lo estuvieron. En Lima esperan que el Gobierno del ‘Estado Plurinacional’ boliviano se disculpe después de que Naciones Unidas descartara la existencia de elementos para hablar de ‘genocidio’, como lo hizo don Evo Morales cuando, metiendo la cuchara en plato ajeno, se refirió a los sangrientos enfrentamientos entre policías y campesinos en una remota región amazónica peruana.

Por el contrario, Evo justificó su decisión indicando que él ‘defiende la vida’ y se ha solicitado a la administración de Alan García que entregue a los tres ex ministros bolivianos que pidieron asilo, como condición indispensable para recomponer la maltrecha relación bilateral.

En una de ésas, qué nomás se le irá a pedir a Luiz Inácio Lula da Silva por los ciento y pico de bolivianos, correteados en Pando tras los violentos sucesos del año pasado, que solicitaron y encontraron asilo en Brasil.

Goles sin barbijo

Suman y siguen casi a diario los afectados por la gripe A pero buena parte de la ciudadanía no parece haber hecho conciencia al menos acerca de las previsiones que es necesario adoptar. De muestra, un botón. El domingo, más de 30 mil personas ingresaron como rebaño y estaban apretujadas en el estadio departamental por un partido de fútbol con gran convocatoria. No se advirtió un solo mensaje o una sola señal sobre el estado de emergencia que por razones de salud se está viviendo a escala mundial.

A otra cosa con la influenza. ¡Mejor gritar sin barbijo los goles de Oriente!

¿Junto al pueblo?

Una inédita ‘parada policial’, que por primera vez tendrá lugar hoy en el aeropuerto El Trompillo de esta ciudad, será el acto central del 183 aniversario de la Policía Nacional. Toda la parafernalia que se está montando dizqué es una demostración de que la Policía quiere estar “cerca de su pueblo”. Lo que la gente quiere es que los uniformados estén donde tienen que estar para garantizar mínimamente la tan depauperada seguridad ciudadana.

La mejor manera de que la Policía esté ‘cerca de su pueblo’ es con presencia permanente en calles y avenidas, en los barrios y zonas alejadas de la ciudad. Con menos promesas y ‘planes’ de seguridad que no se cumplen. Sin encapuchados participando en oscuros operativos o secuestrando ciudadanos para llevarlos detenidos a punta de pistola a La Paz.

Que alguien avise si hay otro mejor modo que reconcilie y acerque a la institución verde olivo al pueblo y que la vuelva verdaderamente confiable y eficaz.