¿Adónde nos lleva Chávez?

Venezuela ha sido definido como un narco-estado y sus vinculaciones a las FARC son cada vez más claras. Bolivia va pegado a ese camino.

ElNuevoDia Editorial El Día.

Una de las oficinas más influyentes de Estados Unidos, a la que denominan “el vigilante de los vigilantes” ha concluido que Venezuela está camino a convertirse en un “narco-estado”.



Se trata de un informe de la Contraloría General de Estados Unidos (GAO) en la que trabajan 3.200 personas que dependen del Congreso. Es la repartición que ha descubierto los casos más sonados de corrupción y que los ha denunciado sin miramientos, ya que sus acciones están dirigidas por el saludable equilibrio legislativo que funciona a la perfección en la democracia norteamericana. En su rica trayectoria ha investigado nada menos que al Pentágono y a la Reserva Federal y sus recomendaciones para el mejoramiento del funcionamiento estatal suelen ser acatadas a pie juntillas por el Poder Ejecutivo.

Ese es el peso y la credibilidad de la entidad que afirma que en Venezuela se ha cuadruplicado el tráfico de drogas gracias a la permisividad del Gobierno con grupos armados colombianos que se dedican al comercio de cocaína y otros narcóticos.

¿Y por qué se ocupa la GAO de Venezuela si su función es el control interno del aparato público de Estados Unidos? El narcotráfico en el país de Chávez (subió de 60 a 260 toneladas entre el 2004 y el 2007) se desbordó tras la expulsión de la DEA, la policía antidrogas norteamericana, cuya misión en los países andinos es cortar el tránsito de la droga hacia territorio estadounidense. Cuando ese objetivo no se ha logrado, el problema pasa a ser interno y, como se sabe, detrás de la droga viene la violencia, las armas y la corrupción, contaminantes que seguramente ha comenzado a percibir esta repartición. El problema no sólo ha alcanzando niveles intolerables, sino que además, el desafío de corregirlo, además de la Casa Blanca, es también de sus vecinos del Capitolio, lo que le agrega fuerza y sobre todo, evita las connotaciones intervencionistas que suelen endilgarle al Ejecutivo.

Pese a todo lo que ha hecho para fastidiar a Estados Unidos, Chávez nunca ha sido considerado una amenaza para los norteamericanos, ni siquiera el hecho de que el presidente venezolano esté construyendo todo un proyecto político continental basado en un sentimiento antiestadounidense. Las cosas podrían cambiar a partir de que un problema como el de las drogas -muy sensible para los norteamericanos-, comience a generarles inconvenientes serios dentro del país.

No hace falta ser muy suspicaz para pensar que el expansionismo de Chávez no sólo está relacionado con los petrodólares o el Socialismo del Siglo XXI, ya que están sobradamente probados los nexos del chavismo con las narcoguerrillas de las FARC, hecho que hace pensar que se está edificando un esquema transnacional centrado en la cocaína.  En Bolivia, donde todavía no salimos del estupor que han causado esas imágenes de sumisión hacia Hugo Chávez, se están dando demasiadas coincidencias con el cuadro que ha pintado la GAO la semana pasada. Seguramente estamos ante las vísperas de algún cambio de actitud en Estados Unidos, muy diferente a la relativa pasividad con la que ha actuado en los últimos años frente a este fenómeno.