Tamara Lempicka, ícono del Art Decó

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Joaquim Ibarz – Corresponsal en América Latina – Diario de América Latina – La Vanguardia

Tamara Lempicka seduce y fascina en México

clip_image002Uno de los cuadros más emblemáticos de Tamara Lempicka que se exponen en el palacio de Bellas Artes de México.



La obra de la pintora Tamara Lempicka, uno de los personajes más emblemáticos del arte moderno, icono de las artes plásticas del siglo XX, figura emblemática del Art Decó, ocupa las salas del Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México. La muestra antológica permite adentrarse en la vida de una creadora marcada por el glamour, pero también por los grandes acontecimientos que sacudieron al siglo XX, de los que fue protagonista. Todavía hoy, su personalidad, su leyenda y sus obras continúan fascinando y seduciendo.

Fue conocida como "una estrella de la pintura entre guerras", "mujer sofisticada, fría, egoísta", que "jugó con su pintura entre la abstracción, el cubismo y el surrealismo" y muchas leyendas más.

En el parteaguas del siglo XIX al XX nació una mujer vital, intensa y polémica, que dejó una obra plástica inconfundible. Su vida, llena de altibajos, fue de la opulencia familiar a la salida abrupta de Rusia con el triunfo de la revolución bolchevique, que resurge en la sociedad europea y en el Nueva York de los años treinta del siglo pasado. Su trayectoria fue de contrastes; conoció la fama y el triunfo económico como el ninguneo y el olvido en el ambiente del arte. Pintora, diseñadora, retratista y sobre todo figura de moda de su época, destacó por la belleza de sus retratos femeninos, de pleno estilo art decó, movimiento de diseño a partir de 1920 hasta 1950, que afectó a las artes decorativas. De Lempicka, considerada la máxima representante del art decó en la pintura, despertó el interés de la crítica por la innovación y audacia de su expresión pictórica.

Lempicka proyectó las formas pictóricas del art decó a nivel mundial. Alain Blondel, comisario de la muestra, comenta a ‘La Vanguardia’ que la artista representó la piedra angular de la revaloración académica de este movimiento que dominó en Europa y Estados Unidos durante las décadas de los veinte y treinta; icono de una expresión artística que se caracteriza por el geometrismo de sus formas, las superficies cubistas y el uso de la simetría y los colores intensos. "Tamara de Lempicka está considerada la única artista del decó, la realmente representante del periodo de entreguerras", señala Blondel.

La exposición antológica no podía tener mejor marco que el Palacio de Bellas Artes, cuyo interior es una de las joyas más representativa y mejor conservadas del art decó. Blondel señala que las pinturas de Lempicka conversan a la perfección con la arquitectura del edificio.

Tamara de Lempicka pasó los 10 últimos años de su vida en Cuernavaca (México). El 20 de marzo de 1980, un helicóptero sobrevoló las faldas del Popocatépetl. Desde los aires, se esparcirían las cenizas de la aristócrata polaca.

Aunque México la vio morir, es hasta hoy que el país revalora su obra a través de una gran retrospectiva. Roxana Velásquez, directora de Palacio de bellas Artes, explica que 84 piezas nos muestran cuerpos casi mecanizados, como grandes edificios que encuentran erotismo en sus líneas rectas, aún cuando todo indicara que lo sensual estaba en las curvas. Entre las obras expuestas figuran tres óleos que aportó el actor Jack Nicholson, entre ellos La bufanda naranja (1927). La cantante Madonna se negó a prestar Adán y Eva, un óleo emblemático que perteneció a Barbra Streisand, que tampoco permitió que se exhibiera.

Tamara Gorska (su apellido de soltera) nació en Varsovia en 1898 en el seno de una aristocrática familia; adquirió el apellido de su primer marido, Tadeusz Lempicki, con quien se casó en San Petersburgo antes de cumplir 20 años, en una ceremonia de la que se hablaría mucho por el lujo y la ostentación. El cuento de hadas terminó pronto, con el estallido de la Revolución de Octubre (1917). Encarcelan a Tadeusz y Lempicka debe gestionar su liberación; luego huyen a Copenhague. En 1923 se trasladan a París, donde nace su hija Kizette. Tadeusz no encuentra trabajo y Tamara comienza a pintar para salvar la economía familiar. Así nace la artista que sorprende, seduce y transgrede. Con paso firme recorre los senderos del arte, del compromiso social y de un incipiente feminismo. Pronto se convirtió en la retratista de moda. En Paris, entre 1918 y 1939, realizó la mayor parte de sus pinturas más conocidas y mejor valoradas. "Mi obra es un autorretrato permanente" decía y así, se refleja en muchos de sus cuadros, retratos de mujeres de enorme fuerza, complejos y forzados encuadres que, según señala la especialista Blanca Garduño, "encierran a poderosas damas de la época".

Separada de Lempicki, se trasladó a Nueva York y a Beverly Hills, en donde radicó junto al barón Raoul Kuffner, su segundo marido, en medio del glamour que le exigían su belleza y personalidad avasalladora. Fue amiga de Greta Garbo, Orson Welles, Tyrone Power y Rita Hayworth, entre muchos otros. Su fama creció gracias a las ilustraciones que realizó para conocidas revistas de moda, como la alemana Die Dame. Se sabía digna de entrar al mundo de las grandes divas. Vivió como tal, hasta que en la década de 1950 cayó en cierto olvido.

"Es una biografía complicada, con muchos movimientos. Es un personaje impactante: pionera de un prototipo de mujer moderna, caracterizada por la conquista de su autonomía; proyecta aspectos propios del género masculino en la imagen desafiante y emancipada que creó de sí misma. Con sus figuras sensuales, alejadas de las representaciones clásicas, logró revalorizar el desnudo femenino", señala Alain Blondel, reconocido como la máxima autoridad en la obra de la artista, quien la redescubrió y sacó del olvido hacia 1970.