Cuando la justicia se encoge

dantep DANTE N. PINO ARCHONDO

Es una penosa manera de mirar a quienes administran justicia. Parece que la toga se les encoge y les obliga a agacharse mostrando la espalda encorvada y sus rostros cetrinos cargados de ojeras. Y ríen con mueca sarcástica. Total al final han logrado ponerse de acuerdo. Hubo antes, una serie de cabildeos, de tiras y afloje, de consultas y de avances en esto y retrocesos en aquello. Todo lejos de la ley.

Y es así. En Bolivia la ley se acomoda a las necesidades políticas. El poder ejecutivo siempre los tuvo a su servicio. Pero disimulaban, al menos tenían el decoro de dotarlos de algún argumento que por muy hijo de jumento fuera, les servía de cobertura para disimular su rapaz manera de asumir la ley. Nunca como ahora. Que desde el Palacio se los usa para ir arreglando o acomodando los caprichos y necedades del Jefazo. Su voluntad no se discute, se acata y se cumple, porque al carajito que no se avenga, bien sabe lo que le espera.



Un abogado, que sabe de lo que se trata, me dijo que si lo obligaban a hacer lo que la ley no manda, el por dignidad renunciaría, antes que cometer una injusticia. Me preguntaba, cuan cierto es eso a la hora de la verdad. Porque hay jueces probos, incorruptibles y pobres, pero abundan los otros. Y entre ellos están unos señores y dos damas, que se olvidaron de esa dignidad que envuelve al juez al momento de tomar decisiones. Que afectan la vida de otros.

El Juicio de Octubre se ha convertido en un conventillo donde todos caben. Pero tiene un tinte que lo pinta todo del mismo color. El negro. Negro como los conciliábulos entre paredes que se traman, como las sugerencias que se reciben, como los llamados desde el Ministerio de Justicia que se hacen, como la balanza que sopesa esto contra aquello y el beneficio que se espera después de medirla. Todo es negro.

Y su resultado concreto en resoluciones que por su contenido y forma son una vergüenza, nos muestran a una Corte de Justicia que no tiene abogados, sino gestores de pegas, de dadivas y de indignidades que resultan un asco tener que contarlas. Como esta que se leyó el viernes 14 de agosto, que pasará a la historia de la Corte Suprema como el día de la vergüenza jurídica.

Así como el Jefazo se llena la boca pidiendo que los leguleyos del Palacio le arreglen sus estupideces, el Tribunal de Sentencia del Juicio contra Gonzalo Sánchez de Lozada y su Gabinete, ha decidido convertirse en todopoderoso, declarando el Código de Procedimiento Penal como un simple referente para juzgar los Juicios de Privilegio, se ha arrogado las atribuciones de definir el procedimiento y de aplicar lo que le convenga de acuerdo a sus intereses. Por eso nos ha dicho que la “complejidad del proceso” justifica todas las barbaridades que hizo la Fiscalía General, incluso cuando acusó de violación sexual a los imputados. Todo vale para encubrir la retardación de justicia y los cinco años y siete meses que han transcurrido y haber caminado en una ruta llena de sandeces y equivocaciones que ahora tenemos que pagar, quienes esperamos todos estos años que se haga justicia.

Se nos dijo no. Y se nos anunció que nada de lo que digamos o pidamos servirá. El Juicio de Octubre será un instrumento de permanente negociación con el gobierno. Y en eso se ha convertido. ¡Cuanta razón les han dado a quienes se cobijaron en el autoexilio, prefiriendo ser declarados “rebeldes” a ser tratados como fichas de ruleta en el juego del poder!

¡Que pena!, por otra parte, que quienes decidimos dar la cara hayamos recibido como respuesta la injusticia de negarnos el debido proceso y el desconocimiento de nuestros derechos, aunque al lado tengamos al representante de los Derechos Humanos, que es otro activista sin principios.