El «erudito» en tropelías

“No voy a discutir con la ignorancia” dice con pose acartonada y cuando lo pillan in fraganti queriendo cometer una de sus trapisondas políticas.

imageLos alardes de supuesta erudición del vicepresidente Alvaro García Linera resultan cada vez más exasperantes, ya que utiliza este recurso como una forma de salir del paso y eludir situaciones que le puedan resultar engorrosas.

“No voy a discutir con la ignorancia” afirma asumiendo esas poses ficticias y acartonadas que seguramente cree que le dan una imagen doctoral décimonónica y cuando no sabe que contestar cuando lo pillan in fraganti queriendo cometer una de sus trapisondas.



Ocurre que esta vez se le ocurrió reeditar las acciones de Cobija y secuestrar el expediente del caso Eduardo Rozsa enviando a un grupo de funcionarios del Ministerio de Transparencia a Santa Cruz para que incursionen en la Corte de Justicia. Este aspecto fue denunciado por un juez y al vicepresidente no se le ocurrió mejor cosa que apelar a su tan decantada sapiencia, esa que dice haber obtenido de la lectura de miles de libros cuyos autores no deben sentirse muy complacidos.

“Ante esas afirmaciones solo puedo dar conmiseración o…tal vez, un libro”, dijo Alvaro, quien evidentemente está convencido que se trató de una salida elegante y muy a tono con su personalidad.

Es posible que García Linera haya adquirido algunos conocimientos de la lectura de «miles de libros» según proclama en forma recurrente pero queda claro que no adquirió la sabiduría que todo gobernante debe tener así sea en pequeñas dosis.

Salirse por la tangente no es precisamente una muestra de inteligencia y menos de rectitud. Su pretendida erudición no es más que una coartada con la que supone colocarse más arriba del resto de los mortales y librarse de cualquier crítica.

¿Qué tiene que ver su “sapiencia” con el intento de perpetrar un acto a todas luces antijurídico y hasta delincuencial? ¿Es que supone que su “erudición” le da carta blanca para cometer cualquier tropelía?

Pero los arrebatos pedagógicos de García Linera van más allá y llegan a la Corte Nacional Electoral. Todos saben que el voto para las personas mayores de 70 años es voluntario, no están obligados a sufragar y por tanto no están obligados tampoco a inscribirse en el Padrón Electoral y sin embargo eleva el grito al cielo cuando la Corte recuerda la vigencia de esta disposición y claro en este desvarío le hace coro el propio Evo, a quien le preocupa que los ancianos no voten porque supone que si reciben el bono «dignidad» (concedido bajo un gobierno «neoliberal») están obligados a darle su apoyo incondicional.

Que García Linera se considere muy inteligente no es motivo para que nos crea tontos al resto de los bolivianos. Este tipo de patrañas pueden dar resultados durante un tiempo pero no eternamente y tanto él como el presidente Morales debieran tener un mínimo de decencia y dejar a un lado el chantaje, la presión y las amenazas contra el Órgano Electoral y principalmente respetar el derecho de los bolivianos a decidir en libertad.