Daniel A. Pasquier Rivero *
Cada nación ha tenido su “momento histórico”, una manera simple de resaltar la importancia de lo acontecido en la conformación y definición de su futuro. Sin embargo, en la mayor parte de los casos se utiliza impropiamente la expresión, y no faltan presentadores de farándula en TV que también hablan de eventos históricos refiriéndose a concursos de barrio sobre cualquier cosa. En sentido estricto, todo lo que sucede es histórico, pues todo sucede en el tiempo, y el tiempo es lo que hace a la historia. Ningún evento es a-histórico, sin tiempo, fuera del tiempo. Así, de manera relativa, se puede decir que la convocatoria a las próximas elecciones tiene especial importancia pues se trata, nada menos, de consolidar la implementación de un modelo de Estado Centralizado del poder, concebido fuertemente estatista y antiprivatizador, comunitarista con amplias restricciones al reconocimiento y ejercicio de las libertades individuales o ciudadanas, privilegiando en lo social un discurso confrontador entre el indígena campesino minoritario y el mayoritario mestizo urbano campesino del país. La trascendencia para el futuro es obvia: se recupera la República de Bolivia o se ratifica el Estado Plurinacional.
El actual presidente constitucional jugó con las reglas del estado democrático liberal republicano para llegar al poder, pero transcurridos dos tercios de su mandato estos se caracterizan por una dedicación frenética a la actividad política, sobre todo mediática, interna y externa, dirigida a desarmar toda la estructura institucional de la República, a reforzar y utilizar las fuerzas de represión y control del poder por las armas y, en cuanto a la administración del Estado, una verdadera chapuza, cuya incapacidad y escandaloso manejo ha conseguido paralizar sectores enteros, a pesar de tener en la cárcel o en entredicho a casi todos los responsables de las empresas públicas o nacionalizadas.
Las demócratas del país han sido sobre pasados por el abuso de poder ejercido desde el Ejecutivo, facilitado por la actitud cobarde o de abierta cohonestación de los otros Poderes del Estado en el ejercicio de sus prerrogativas constitucionales. El resultado es, la desaparición “de facto” de la República y la instauración de una dictadura “democrática”, pues el accionar del gobierno está “por encima de la ley”, tan gráficamente expresado por el presidente, “le meto nomás”. La ley suprema del Estado ya no es la CPE, sino la voluntad o el capricho del caudillo: no hay República, ni hay Estado. Lo curioso, e ilustrativo, es que Evo repite “intuitivamente” actitudes y frases propias de dictadores de cualquier época y latitud del planeta, entre los cuales algunos vivieron en democracia creyendo que tenían derecho a superpoderes, en manifiesto desprecio hacia sus pueblos y sus instituciones, así, Morales estará en la misma galería junto al presidente Nixon, el vice Chenney y el dictador Pinochet, nada menos, que gobernaron pensando “nada de lo que haga el presidente puede ser ilegal”. Estos son los hechos, no importa si se originan en el Plan Vinto, el de Orinoca o en el castro chavismo.
En este contexto, ¿Será posible una República democrática en Bolivia? Los resultados de diciembre darán la respuesta. Sin embargo, a la oposición, hasta ahora, no parece importarle mucho. Están enfrascados en pelear por la “pole position”, una simple competencia en la que está en juego una copa, mejor, una piñata, llena de dulces y regalitos. ¿De qué hablan en esas reuniones secretas que al otro día todo el mundo conoce? ¿Están explicando y defendiendo, cada cual, su programa: qué proponen frente a la muerte de ciudadanos por falta de camas, medicamentos, enfermeras y médicos en centros de salud; qué proponen para mejorar la capacidad en infraestructura escolar, la capacitación de los maestros (el eterno problema) y de una educación liberadora con dignidad; qué proponen para reforzar la conciencia nacional con el paradigma de Patria y Dignidad, en lugar de Patria o Muerte; qué proponen para promover inversiones, la generación masiva de empleos e ingresos estables a la población? ¿Están de acuerdo con la tasa de desempleo, el costo de vida, la inversión de 300 MD (millones de dólares) en un satélite para reforzar la capacidad de las FFAA, para repeler invasiones imperiales de EEUU, Venezuela o UNASUR, o la de 100 MD en modernizar el inventario de la muerte, rifles, munición, y un avión para los paseos presidenciales, con pilotos rusos o venezolanos? ¿Por qué callan ante el tema contrabando, corrupción y narcotráfico? ¿Más de lo mismo, la misma chola plurinacional, con otra pollera? Ya no son tiempos en los que las decisiones salen de cafecitos alrededor de El Prado, y menos aún, de la Monseñor.
Todo el mundo coincide en la necesidad de un frente alternativo. A favor se apunta el desgaste por la mala o falta de gestión en el gobierno del MAS, la lógica aparición de disconformes en las bases, Loayza, Patana, de la Cruz, Mamani, Calle, etc., la acción perturbadora de oportunistas como Mesa, Quiroga, del Granado y semejantes, pero, va en contra, la indecisión de los líderes de la oposición democrática en estos casi cuatro años. En Venezuela la oposición tardó diez años en aceptar, de verdad, que era necesario un frente de unidad, hoy lo conforman 11 partidos, pero todo son nubarrones, ¿llegaron demasiado tarde y los venezolanos se enfrentan a la reedición de los 50 años de castrismo?
A los demócratas golpeados por estos demócratas golpistas les quedan pocas alternativas. Buscar recuperar la independencia de poderes para manejar el Estado en lo interno con responsabilidad, caso Brasil, dejando al presidente un poco suelto en el exterior, o, como en el caso Argentina, ya ni importa lo que diga o haga la presidente; la otra remota alternativa, la insurrección institucional, caso Honduras, para salvar, precisamente, la democracia, las libertades ciudadanas, el Estado de Derecho y el derecho a soñar en una nación más justa, sin exclusiones y de mayores oportunidades para todos. El 6 de agosto podría ser, la fecha “histórica” para un Pacto Nacional, que corresponde alcanzar a aquellos líderes demócratas que están más cerca del poder, a nivel regional y nacional, para tener una alternativa al totalitarismo.
*ICEES, Santa Cruz (Bolivia), www.eldia.com.bo/20090806