La conexión Chapare-Caracas y la defensa ¿de la soberanía o del narcotráfico?

Las demandas de Hugo Chávez y de Evo Morales no marcó la agenda de la reunión de la Unasur realizada en Quito y la mayoría de los mandatarios de los países miembros de este organismo adoptaron una posición mesurada, en relación a un pronunciamiento sobre los acuerdos de Colombia con EEUU.

image El dúo inseparable en las cumbres: los Presidentes Hugo Chávez y Evo Morales (foto Abi)

Esto naturalmente ha generado profundo desasosiego en Chávez, que en su febril imaginación se ve encabezando una cruzada contra el imperio del mal, acompañado de su fiel escudero Evo.



Todos los presidentes de la región marcaron distancia del estilo beligerante del mandatario venezolano quien no oculta su cada vez más evidente inclinación a pretender solucionar los problemas regionales ya no por la vía diplomática o de las palabras, por encendidas y agresivas que sean estas, sino por la de las armas, como lo demuestra su curiosa advertencia de que “vientos de guerra soplan en la región”.

Esta tendencia la mostró en reiteradas oportunidades, cuando amenazó hacer de Bolivia  «un Vietnam, dos Vietnam, tres Vietnam» si Evo era  derrocado, cuando propuso una invasión a Honduras y cuando ordena movilizar sus tropas en la frontera con Colombia porque despertó con la cabeza caliente. La actitud de Chávez no es precisamente pacifista y sus colegas de la región parece que así lo están comprendiendo.

A nadie le gusta ver tropas extranjeras en su país. Esa es una reacción comprensible que se exacerba en la medida que nuestra identificación nacional se acrecienta. Se trata de una de las expresiones más básicas de ese sentimiento muchas veces tan arraigado que puede ser denominado “patriotismo” o “nacionalismo”.

Sin embargo no es la presencia de efectivos militares norteamericanos en Colombia lo que preocupa a Chávez. Lo que preocupa a Chávez es que se intensifiquen y se hagan más efectivos los mecanismos de lucha contra el narcotráfico. No se debe olvidar que Venezuela ha sido acusada por EEUU de haber cuadruplicado desde el año 2004  la exportación de cocaína, dando lugar al nacimiento de un «narco-estado».

Recientemente fue difundido un informe en el que se muestra que Venezuela es el principal punto de tráfico de la droga colombiana hacia Europa y Estados Unidos y además no se puede pasar por alto los estrechos vínculos de Hugo Chávez con las FARC colombianas, cuyas actividades tienen poco que ver con la búsqueda de justicia social y mucho con el narcotráfico.

Si se toma en cuenta estos antecedentes es fácil deducir que la instalación de sofisticados radares y equipos militares con tecnología estadounidense en la vecina Colombia, no puede ser del agrado del tiranuelo. Eso afectaría profundamente sus intereses y de gran parte de los funcionarios y militares de su régimen muy beneficiados con ganancias provenientes de negocios ilícitos.

Hace algunos meses, un periodista-columnista recordó que Chávez ¿en un lapsus? dijo que Evo le mandaba cocaína y ninguna autoridad gubernamental salió a desmentir o pedir explicaciones al mandatario venezolano.

La incondicional alineación de Evo a los dictados de Chávez y que esta vez en la reunión de Unasur, los mostró como un dúo solitario, ha puesto sobre el tapete una sospecha que de confirmarse sería muy grave para el país: la existencia de una conexión Chapare – Caracas. Sobran los indicios, solo hay que remitirse al notorio incremento de los cultivos de coca y la producción de cocaína en territorio boliviano que naturalmente requiere de una ruta confiable para llegar a los mercados del exterior.