Venceremos, mil cadenas habrá que romper…

Daniel A. Pasquier Rivero

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Al grupo musical ecuatoriano Pueblo Nuevo le acompañaron los líderes de la izquierda latinoamericana a cantar esta convocatoria a nuevos heroísmos. Parecía una manifestación juvenil encendida en el entusiasmo de los pocos años y la nobleza de los ideales, redimir a los pobres, generar una sociedad de entendimiento, concordia y paz, la búsqueda de la felicidad en la tierra, y pronto.



Pero, otra es la realidad. Era la reunión de UNASUR en Quito. Los más entusiastas eran los del club ALBA, que mantienen un discurso para la galería internacional, donde se mueven con rapidez, acierto y cinismo destacable, y el otro, muy distinto, que repiten hasta el cansancio dentro de sus propios países. Lo primero era golpear al hermano colombiano. La decisión soberana de Colombia de ampliar un acuerdo con EEUU para la utilización de sus bases militares, sometidas a las autoridades colombianas y sus leyes, había sacado de quicio al club, porque de pronto se le pone un “estate quieto” al proyecto guerrerista del castro chavismo, con bases en Venezuela. Con el argumento de defender la soberanía e independencia de los pueblos latinoamericanos se pretende mantener la cortina de protección al narcotráfico y el terrorismo que ha cobrado carta de ciudadanía gracias a las FARC, que aparentan moverse con cierta libertad en las fronteras colombianas con Ecuador y Venezuela. Son los gobiernos insurgentes, es decir, los comprometidos con el proyecto bolivariano y el socialismo siglo XXI, los que llevan la voz cantante en la pataleta. Frente a los hechos, deben reconocer que “nuestra América”, con la que llenan la boca, no les pertenece sólo a ellos y que hay una América “doliente” que trata de recuperar los espacios democráticos perdidos en la última década.

Lo cual no implica negar la necesidad de cambio, que es irrefutable, pero el desafío consiste en conseguirlo respetando los derechos humanos. No hay zurdo que no alabe la consagración de los mismos, pero, qué diferente son cuando tienen la oportunidad de practicarlo. En Cuba ni se sabe cuántos presos hay y sin juicio, por el “delito” de pensar distinto al régimen. Van 50 años que el mundo entero, y muy en especial, Latinoamérica, espera un cambio en la actitud de Castro sobre la libertad de los cubanos. Vana espera. Al primer éxodo, en los 60s, tras la declaratoria de Fidel de convertir a Cuba en un estado marxista leninista, siguieron sin interrupción los miles que arriesgaban sus vidas intentando cruzar, de cualquier manera, esos pocos kilómetros que separan la prisión de la libertad. Un 12 de agosto, hace 15 años, 37.000 cubanos aferrados como podían salieron en balsas de su isla cárcel dejando atrás lo único que tenían, familias e ilusiones. Repetían el acto heroico de 1980, cuando otros 125.000 rompieron el cerco por el puerto de Mariel en busca de Cayo Hueso, para comenzar de nuevo la vida. Eso es luchar por sus derechos humanos, habría que recordarles a los alegres asistentes a la reunión de Quito, pues Fidel no parece haber cambiado desde entonces y es parte del cambio que América necesita. Líderes que entiendan a sus pueblos, no que impongan lo que a ellos se les ocurre.

Los líderes de América tienen que atender los problemas cotidianos, no agotar sus mandatos persiguiendo utopías revolucionarias. Venezuela ha perdido diez años “aplastando” opositores y exportando el modelo, mientras los pobres son los mismos en los mismos lugares, a pesar del desempleo camuflado con miles de puestos políticos, parásitos de los beneficios del petróleo que Dios les dio, no Chávez: el 80% de sus ingresos por exportación dependen del bombeo de los 2.3 millones de barriles diarios que salen de suelo venezolano. Eso es dependencia, no soberanía. ¿Acaso se justifica la multimillonaria inversión en armas, en apoyo al guerrillero, en ligazones transnacionales con pueblos y culturas ajenas al caribeño? ¿Esto es “concluir en paz” la primera etapa de la revolución, amenazando vietnamizar allí donde no hay vientos propicios al castro chavismo, militarizando el pacífico territorio chiquitano y la amazonía boliviana, propiciando migraciones de dolor y muerte con fines electorales?

Anuncian que van a “profundizar”, radicalizar, la revolución. Es decir, lo que Castro construyó en 50 años, lo replica Chávez en 10, Evo lo intenta en 4 y Correa en 2: “la revolución constitucional”, esencial para asegurar la dictadura, sin importar los medios, la República estorba. Con “la revolución económica”, se deshacen las bases de una economía de mercado y se frena el progreso, pues hay que implementar de nuevo el estatismo y abolir la propiedad privada, sólo respetando la que pertenece a los del buró político, ya que esta fase está ligada inevitablemente a “la lucha contra la corrupción”: vacaciones en Acapulco para la familia Chávez, como las “dachas” en el Mar Caspio de la ex URSS, y la Kirchner paseando su atadijo de joyas. Curioso, un ministro de Banzer murió en juicio por la compra de un avión Beechcraf, en 3 millones de dólares, y hoy Evo quiere comprar uno de 30, ¿será ésta “la revolución social y cultural”?, pues “la ambiental” va a acabar con las áreas protegidas y las reservas forestales, PDVSA en el norte paceño y el Chore para los turiros (termitas) andinos. La “soberanía e integración”, depende; si es de la hermandad, solidaridad, si es contrario, hay que “aplastarlo”, y «si vuelven a levantar cabeza, los volveremos a aplastar una y otra vez (…). La patria no se toca, no se divide y no se la mutila», excepción hecha con el contrabando, el narcotráfico y el proyecto hegemónico continental castro chavista.

La revolución en marcha es un fraude, es cierto, como lo fue en África. Nadie olvida la experiencia de Angola, cientos de miles de muertos y 40.000 cubanos metiendo metralla; lo llamativo es que ahora Castro está en Venezuela, como lo estuvo en Angola, ambos países grandes reservas y productores de petróleo. Por estas razones, ya lo han dicho, "estamos dispuestos a jugarnos la vida por el cambio», su cambio, obvio. Ergo, la alternativa democrática tiene que tener al menos la misma determinación. Esta vez no se va a ganar con “chicanería política”, el ajedrez de los intereses particulares, lo acostumbrado (L.Vazquez, senador). Evo ya está en el Círculo de Oficiales del Ejército, en el exclusivo Calacoto paceño y, por supuesto, en las áreas rurales andinas, con voto comunitario, los cocaleros en apronte y con mucho dinero. En esta hora, la Patria exige, Unidad, Honradez e Inteligencia, para ¡Vencer, rompiendo estas mil cadenas del Egoísmo, la Corrupción y la Estupidez!

ICEES, Santa Cruz (Bolivia) www.eldia.com.bo/20090814

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