El “ama llulla” no es para los dirigentes

Los militantes del «proceso de cambio» gustan disfrazarse de indígenas u obreros; sin embargo están muy lejos de practicar sus usos y costumbres.

imageCaricatura LapizTOLA, La Prensa 28-02-2010

Sería demasiado largo enumerar los ejemplos que muestran la impostura de los «militantes del proceso de cambio», tanto en su concepción ideológica como en su actividad política cotidiana. Los militantes masistas gustan disfrazarse (no cabe otro término) de indígenas u obreros; sin embargo están muy lejos de practicar los usos y costumbres o la ideología de estos.



Mencionan de manera frecuente la trilogía ética andina del “ama sua, ama llulla, ama qella” (no seas ladrón, no seas mentiroso, no seas flojo) pero están muy lejos de practicar estas normas que de manera hipócrita afirman que guían su conducta. Los masistas (salvo excepciones) roban y mienten y lo hacen de manera descarada. Quieren aparentar “trabajar” pero en los hechos solo se dedican al más descarado de los latrocinios.

Se jactan de ser indígenas pero en realidad se trata de mestizos que están reproduciendo las más reprochables prácticas de los k´aras (blancos). Es preciso advertir que no se trata de un comentario racista sino una constatación de las “virtudes” que adornan a quienes se encuentran en la actualidad encaramados en el poder.

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Foto. Isaac Avalos en su rol de dirigente sindical de la CSUTCB.

Mencionemos un ejemplo. El “dirigente campesino” y actual senador Isaac Avalos dijo no conocer una carta en la que se pedía la destitución del oficial mayor del Senado nombrado por Ana María Romero en su efímero paso por la presidencia de esa instancia legislativa.

Resulta que en esa carta estaba estampada en forma clarísima su firma. Entonces mintió y con eso transgredió el principal componente de la trilogía ética indígena. Decimos principal componente por cuanto los indígenas consideran que la mentira es un pecado capital, ya que sostienen, con mucho acierto y sabiduría, que quien miente es también ladrón y en suma adquiere todos los vicios y defectos.

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El «poncho rojo» Eugenio Rojas Apaza recibe su credencial de Senador por el departamento de La Paz el 5 de enero pasado (Foto Abi).

Sin embargo, para el también senador y dirigente de los “ponchos rojos” Eugenio Rojas, el código ético indígena es motivo de burla. Con esa mueca socarrona que lo caracteriza, sencillamente mandó al basurero lo que dientes para afuera asegura es parte de su cultura ancestral. Al parecer don Eugenio solo representa el lado oscuro de esa cultura que en el pasado reciente fue capaz de mostrar actos primitivos como el degollamiento de perros o la tortura y linchamiento de algunos pillos que se aventuraron por las tierras de Achacachi.

Sin embargo hay que reconocer que existen valores éticos y morales que siguen cultivando y practicando los pueblos originarios pero lo lamentable es que quienes dicen representarlos hagan mofa de ellos. Si fueran sus verdaderos representantes debieran practicar y enaltecer estos valores pero no lo hacen, lo que demuestra que no se trata más que de impostores cuyo único afán es enriquecerse a como de lugar mientras que la mayoría de los  indígenas sigue en la más absoluta pobreza.

Llama la atención que Evo Morales, el pretendido “guía espiritual” de los indígenas, el depositario de los valores ancestrales no abra la boca ante tamaña impostura de parte de sus íntimos colaboradores, lo que muestra que él socapa estas actitudes y lo que pregona en sus majaderos discursos es puro cuento.

Evo Morales ya dijo que los indígenas son “resentidos”. En realidad lo que ocurre es que paulatinamente se van dando cuenta que solo hacen de escalera, que les tomaron el pelo, que su nombre y su cultura están siendo manoseadas por  dirigentes sin escrúpulos.