Visita al Vaticano

eldeber El presidente Evo Morales cumplirá una visita al Papa Benedicto XVI, en la Santa Sede, en un gesto que contradice la actitud crítica que mantenía su Gobierno hacia la Iglesia católica.

Desde los primeros discursos, y luego en los documentos, y hasta en la Constitución Política elaborada por el MAS, se ha repetido la postura cuestionadora del Presidente hacia la Iglesia.

El tema central de la crítica es que el mensaje de Dios llegó con los conquistadores, se alió con ellos y luego la Iglesia estuvo siempre del lado de los que manejaron la República colonialista, hasta que llegó este Gobierno que se considera de cambio.



La visita al Vaticano, un Estado de solamente 44 hectáreas y que ocupa la octava colina de Roma desde 1929, se produce cuando el presidente Morales está empeñado en hacer conocer en todos los foros internacionales los resultados de la Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático del Mundo realizada a principios de abril en Cochabamba.

Para hacer el anuncio de la visita, al presidente Evo le pareció oportuno declararse católico practicante, pues, según dijo, acababa de asistir a una misa en memoria de sus padres.

Cualquiera que sea el propósito que tenga Morales con esta visita, se trata de algo importante, porque viene a poner fin –por el momento- a una política de confrontación que mantuvo el Gobierno boliviano, sin medir las proporciones.

Aunque el jefe de Estado y los voceros de su Gobierno se propusieron aclarar que no tienen diferencias con la Iglesia católica, sino “solamente con algunos miembros de la jerarquía episcopal”, es toda la feligresía la que se siente aludida.

El hecho más extremo de la actitud de confrontación del Gobierno con la Iglesia católica fueron las denuncias hechas por un fiscal, Félix Peralta, sobre gastos reservados que habrían sido entregados por anteriores gobiernos al cardenal Julio Terrazas.

Aunque el fiscal hizo una confusa aclaración, sugiriendo que él había aludido a un homónimo, es muy evidente que las relaciones entre el Gobierno y la Iglesia católica no pasan por su mejor momento.

La actitud hostil que mantiene el Gobierno del presidente Morales hacia la Iglesia católica no solamente se da en el hecho de que la educación religiosa ha perdido espacios, sino incluso en la participación de las autoridades en ceremonias religiosas que formaban parte de la tradición.

Las autoridades del Ejecutivo han mostrado desprecio por las misas, o te-deum, que solían formar parte de los festejos de las principales efemérides.

El presidente Morales cometió esta vez, seguramente por falta de información apropiada, un grave error de protocolo, pues dijo que el Papa le pidió audiencia a él. Si eso fuera verdad, el gobernante tendría que saber que un elemental comportamiento protocolar dicta que nadie revele esos detalles, porque vienen a poner una dificultad, o una molestia, que podría perjudicar el desenlace del asunto que se quiere tratar. E incluso podría poner en riesgo la realización de la propia cita. Alguien debería explicar a la Cancillería boliviana cómo funcionan estas cosas.

El Deber – Editorial