No podemos aprender del pasado

mauricio_aira3.JPG Mauricio Aira

El conjunto de disposiciones legales contenidas en el DS 21060 que salvó a Bolivia de la quiebra económica-financiera más grande hizo desaparecer a la Corporación Boliviana de Fomento que se había convertido en un pozo que se tragaba ingentes recursos del Estado al tener bajo su tuición las llamadas Corporaciones de Desarrollo, destinadas a ser la palanca para generar puestos de trabajo y especialmente recursos saneados para su propio sostenimiento y en beneficio de las regiones.

Las Corporaciones se transformaron en insostenibles entes burocráticos que insumían recursos del Tesoro de la Nación sin arrojar resultados positivos, salvo una que otra excepción. De ahí que Paz Estenssoro consiguió enderezar el entuerto aplicando su Nueva Política Económica y quitando del escenario, entre otras muchas medidas la subvención a las corporaciones que distorsionaban el sentido del desarrollo y dedicaban gran parte de su tiempo y energía a obtener recursos del Estado por las buenas y por las malas, orquestando paros, bloqueos, amenazas de boicot si acaso no se les asignaban medios para ejecutar sus presupuestos.



Se piensa con razón que aquella NPE aplicaba a partir de agosto de 1985, que atacó las causas centrales de la crisis de los setenta tenida por realista y pragmática por sus medidas fiscales, monetarias, cambiarias y de ajuste administrativo desterraría para siempre jamás la práctica de una regresión. Nos estamos refiriendo a la creación de la Agencia para las macro regiones, que equivale en lo económico administrativo a la recreación de las corporaciones de desarrollo que vivieron gracias al dinero del Estado. En poco tiempo, al agotarse las sumas asignadas inicialmente para su arranque, el Estado echará mano de los ingresos por hidrocarburos que achicará el tamaño de las asignaciones de cada gobernación. O sea, el régimen ejecuta un nuevo atropello.

El otro aspecto que controlará la Agencia recién creada a cuya cabeza se ha colocado al más incondicional e inescrupuloso personaje del MAS, Juan Ramón Quintana, se refiere a su “control de las fronteras” que nos unen a Brasil y Paraguay. El artículo 208 de la CPE dispone que las FFAA defiendan y conserven la seguridad y estabilidad y el honor y soberanía nacionales. Se entiende por tanto que son las fuerzas armadas responsables de la soberanía, o sea de nuestras fronteras, del espacio físico que nos separa de otras potencias. Que los oficiales a cargo de los pasos fronterizos responden ante el Ministerio de Defensa, el Concejo Supremo de Defensa Nacional y del Capitán General de las FFAA.

Se tiene entonces en el primer caso que la creación de la Agencia con atribuciones tomadas de las gobernaciones y de los municipios resulta en arbitraria, abusiva, distorsionadora de competencias previstas por la CPE como propias de otras instituciones ya existentes tanto en lo político administrativo, cuanto en la “defensa de las fronteras” atribuyéndole funciones específicas que pertenecen al Ejército, a la Armada y a la Fuerza Aérea.

La nueva Agencia para el Desarrollo (otra USAID como pregunta Carlos Valverde) ha iniciado su tarea creando un elenco burocrático con agentes político partidistas en lugar de expertos profesionales como se podría pensar, desvelando así las siniestras intenciones de sus “ideólogos” de crear como acertadamente han calificado inteligentes analistas, un “virreinato” sujeto al monarca principal para cooperar con título y recursos ilimitados a las tareas del activismo político en que el nombrado jefe de la Agencia está resultando ser un experto. Se le han otorgado todas las “facilitaciones” posibles para entrar y salir del Palacio cuantas veces lo necesite y transitar por todo el país imitando a su mandante, no para obtener el tan ansiado desarrollo de las regiones, sino para someter a la oposición y poblar de masistas los sitios donde hagan falta “las movidas” a que nos tienen sujetos.