Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo defiende al Banco Genético de Argentina

Carlotto: «Quieren ensuciar al Banco Genético». Defiende al Banco Genético de Argentina, cuestionado por el caso de la dueña de Clarín.

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Estela de Carlotto (foto)



Estela de Carlotto es madre y abuela. Aunque no tiene a su hija Laura desde 1977, cuando ésta fue llevada por la fuerza a un centro clandestino de detención de los muchos que había instalado el régimen militar argentino entre 1976 y 1983. Y aunque no conoció nunca a su nieto Guido, nacido de aquella madre en cautiverio.

A Carlotto le devolvieron un día el cuerpo de su hija. A su nieto, lo sigue buscando.

En ese camino, se convirtió en una de las fundadoras y presidenta de la organización Abuelas de Plaza de Mayo, dedicada a recuperar a los menores presuntamente adoptados o apropiados durante los llamados años de plomo.

Recuperarlos significa no sólo dar con su paradero, sino devolverles la identidad biológica real, que ellos, hoy jóvenes de treinta y tantos, en su mayoría desconocen.

Para esa labor, impulsaron la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), donde se almacena y se compara el ADN de familiares de desaparecidos con el de aquellos que sospechan serlo.

Este instituto está hoy inmerso en una polémica por su imparcialidad, en el marco de la causa de filiación de los hermanos Felipe y Marcela Noble Herrera, herederos del poderoso multimedios Clarín y sospechados de ser hijos de desaparecidos.

En defensa de la institución salió Estela de Carlotto, quien mantuvo este diálogo en exclusiva con BBC Mundo.

El trabajo del BNDG está ligado directamente a la historia de las 30.000 personas que desaparecieron en Argentina en los años ’70. ¿Cómo surgió la idea de crearlo?

Nosotras sabíamos que los bebitos estaban naciendo porque nuestras hijas estaban embarazadas cuando se las llevaron secuestradas, por su militancia y oposición a la dictadura. Comenzamos una búsqueda en la nada, incluso sin saber si esos bebés habían nacido, dónde, qué día, con qué nombre… Nos pasábamos buscando en los rostros de los bebés de Casa Cuna (hospital infantil porteño), pero si no se parecía a la mamá, ¿qué íbamos a saber, si no los conocíamos? Era nada más las ganas de encontrarlos.

Justo en esos días apareció un avisito en el diario de la ciudad donde yo vivía, que decía que un papá que negaba su paternidad había sido obligado a una comparación sanguínea con su supuesto hijo y había resultado ser el padre. Esa comparación sanguínea, pensamos nosotros, no la podemos hacer porque nuestros hijos no están. Pero, ¿no servirá la sangre de las abuelas? Y ahí empezamos.

Y buscaron ayuda científica en el exterior…

Sí, en 1982 nos recibió la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, en Nueva York. Dejamos nuestra inquietud y prometieron darnos respuesta. Y la encontraron: en 1983, determinaron que haciendo en las familias el estudio de (antígenos de) histocompatibilidad, o HLA, se podía comparar después con la sangre del presunto nieto. Después se incorporó la técnica del ADN, que permitió mayor precisión. La formación del Banco fue un caso único en el mundo, porque no hay por ahí abuelas buscando a sus nietos por razones políticas.

¿De allí surge el índice de abuelidad, como aporte a la genética?

Exacto, porque somos las abuelas las que damos la sangre, que es importante para el análisis porque es la más cercana después de los papás y mamás que están desaparecidos. Luego siguen otros rangos familiares, pero el índice de abuelidad es el primero detrás del de paternidad.

Se ha cuestionado, sin embargo, la idoneidad del Banco, por su dependencia formal del Poder Ejecutivo. ¿Cuán confiable cree que es el organismo?

Cuando a veces esa mala gente duda de esa ciencia perfecta que tiene el Banco, nosotros decimos que las abuelas no queremos cualquier nieto, queremos nuestro nieto, «el» nieto. De manera que si fuera imperfecto, estaríamos muy preocupadas, porque entonces cada vez que nos entreguen un nieto dudaríamos. Diríamos: ¿será o no será? Sabemos que si el Banco dice sí, es la ciencia la que dice que lo avala.

Algunos cuestionan que algunos de los perfiles almacenados en el Banco están «incompletos», porque tienen sólo una de las líneas: la paterna o la materna…

Pero los científicos ya han dicho que el ADN mitocondrial, que está en todas las células, permite identificar sin dudas una filiación. El mitocondrial nos dio tranquilidad a muchas de nosotras, que no tenemos -y lo digo porque a mí me toca- el perfil de la familia paterna. Porque en algunos casos no conocimos a ese papá, a ese compañero de nuestra hija, porque por razones de seguridad en aquella época no quisimos ni preguntar su apellido. Así, teniendo este ADN mitocondrial de la línea materna, los científicos probaron que mi sangre va a servir para identificar a mi nieto, así no tengamos la sangre del papá.

¿Qué reacción le genera esta oleada de críticas?

Una indignación terrible, es una crítica totalmente perversa de personas con otros intereses. Y hablo especialmente de quienes están defendiendo a una señora (Ernestina Herrera de Noble, dueña de Clarín) que está obstaculizando la Justicia a través de sus abogados. Uno de ellos, el ex juez Cavallo. De ser un hombre allegado a nuestra institución, un ejemplo de juez de los derechos humanos, pasó a convertirse en el enemigo de un día para otro, echando sombras sobre el Banco y sobre la idoneidad de su trabajo científico.

¿Los hermanos Noble tienen derecho a no saber, si no quieren?

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Foto: Marcela y Felipe Noble

Este delito es de acción pública, lo que quiere decir que el Estado tiene la obligación de llegar hasta las últimas consecuencias para probar si hubo delito (de apropiación) o no. Pero primero la jueza tiene que arbitrar medidas conducentes a que se llegue a una conclusión en el Banco sobre si son hijos de desaparecidos o no. Los tiempos ya son muy largos, no sé qué metodología va a aplicar para resolverlo.

¿No le preocupa que, a partir de la politización de este caso, el Banco pierda credibilidad?

Si quieren decir que esta búsqueda se ha politizado, tienen que decir que se ha politizado desde que nacimos, con la dictadura. Y desde el renacer democrático (1983), todos los gobiernos han colaborado con nosotros.

El diálogo con el doctor Kirchner y la doctora Cristina de Kirchner existe porque ellos siempre están con las puertas abiertas y nos reciben y nos acompañan. Pero eso no quiere decir que el gobierno esté metido en esta cuestión de saber quiénes son esos chicos. De hecho, cuando los empezamos a buscar, hace veintitantos años, los Kirchner no existían como gobierno.

¿Usted cree que todo esto es producto del enfrentamiento entre los Kirchner y el Grupo Clarín?

Las Abuelas no entramos en eso, queremos encontrar a nuestros nietos, tener la dicha de abrazarlos. Y hasta ahora no hemos podido. Entonces, toda ayuda que venga del Estado no sólo es una obligación del Estado mismo darla, sino que es una necesidad nuestra recibirla.

BBC Mundo.com