…los representantes de ese establishment cruceño están por ahí doblando la cerviz, deshaciéndose en halagos hacia quienes hasta hace poco identificaban como sus verdugos…
Maggy Talavera – Periodista | Urupesa urbana – Pagina 7
Era como para que Santa Cruz echara la casa por la ventana. Eso, al menos, se oía decir en todos los rincones cruceños desde el año pasado, cada vez que alguien recordaba que en septiembre de 2010 Santa Cruz iba a conmemorar el Bicentenario de su gesta libertaria. Faltaban dedos y manos para enumerar las actividades que se preveían por tan noble fecha. Y no es que a estas alturas del año, cuando faltan apenas días para el 24 de Septiembre, no haya un programa cargado de celebraciones de todo tipo y para casi todos los gustos. Pero es un programa marcado por la improvisación y por un dejo amargo, como el que queda en el paladar después de haber engullido bocadillos que por la apariencia prometían ser sabrosos, pero que resultaron ser todo lo contrario.
Lo digo no sólo por la ausencia de un verdadero programa de festejo, que de existir hubiera permitido transmitir a la mayoría de los cruceños los motivos de la celebración y contagiarlos del entusiasmo que, se supone, provoca el saberse ciudadano viviendo en libertad; sino también por la notoria falta de liderazgos claros y comprometidos con un nuevo ideal de conquistas liberadoras, esta vez de otros yugos muy distintos a los que marcaron la dominación de la corona española, pero yugos al fin: tan castradores de libertades como cualquier otro. No estoy exagerando. Al menos, no lo creo. Me remito a los hechos cotidianos para sostener lo que manifiesto con desazón. En lo del festejo, es evidente el abandono al que fue librado el Comité Interinstitucional del Bicentenario, que de Interinstitucional sólo tuvo el nombre. Las instituciones cruceñas brillaron por su ausencia, mientras sus líderes disputaban hasta espacio en una testera.
En lo que respecta a la falta de líderes comprometidos con nuevos ideales de libertad, la realidad también ofrece numerosas pruebas. La mayoría de ellas, y las más graves, encontradas en lo que un amigo de tertulias identifica como el establishment cruceño. Es decir, los grupos de poder que dominan la vida económica, política y social de Santa Cruz. Unos grupos de poder que están demostrando únicamente saber usar los ideales de libertad (¿acaso la autonomía no es una herramienta más hacia la libertad?) como eslogan de campañas propagandísticas, no para alcanzar los primeros, sino apenas para asegurar privilegios y ganancias particulares. ¿No es esto lo que demuestran con sus repentinas zalamerías hacia unas autoridades políticas que representan no sólo a un gobierno central secante, sino además a un proyecto político castrador de libertad y radicalmente opuesto al modelo cruceño de desarrollo, ese que dicen defender a capa y espada los máximos exponentes de ese establishment cruceño?
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Lejos de defender ese modelo o el ideal libertario que hay en la demanda autonómica, los representantes de ese establishment cruceño están por ahí doblando la cerviz, deshaciéndose en halagos hacia quienes hasta hace poco identificaban como sus verdugos, como “peligrosos enemigos de Santa Cruz y de las libertades democráticas”. Por eso digo que este festejo bicentenario cruceño está enrarecido y deja un mal sabor. Esos líderes o dirigentes cruceños olvidan, al parecer, que la libertad no se la proclama, sino que se la conquista cada día, tal como repiten muchos desde hace siglos. Algunos, incluso, lo hacen a punta de machetes. Otros lo logran peleando de forma pacífica, pero sin desmayo. En el caso cruceño, hay más desmayos que logros. Y más eslogan del tipo “¡siempre libres!”, que auténticas conquistas de libertad.
Santa Cruz, 18 septiembre, 2010