Jorge Landívar Roca
Las portadas de los principales periódicos de Bolivia dieron cuenta de una nueva ofensiva del presidente Evo Morales contra los EEUU. El presidente, aconsejado por estrategas en materia internacional que no son precisamente bolivianos y en presencia del secretario de la OEA, José Miguel Insulza, cuestionó duramente al gobierno estadounidense, utilizando para ello la inauguración de la Novena Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas realizada en Santa Cruz de la Sierra, de la cual participaba el secretario de defensa del país del norte, Robert Gates, quien, guardando el debido protocolo y con diplomacia, evitó emitir declaraciones e inmediatamente retornó a su país. De la respuesta se encargó la Embajada Norteamericana, lamentando que el gobierno de Bolivia hubiera desaprovechado una oportunidad para progresar en “paz y confianza en la región”.
El hecho desde luego tensiona una vez más las relaciones entre Bolivia y EEUU y enrarece el ambiente que difícilmente ha procurado construir el canciller David Choquehuanca, con miras a la normalización de las relaciones diplomáticas con Washington, incluyendo el intercambio de embajadores, que el propio Evo Morales se encargó de anunciar semanas atrás.
No es la primera ni será la última vez que el presidente actúa contrariamente a sus ministros, desconociendo las políticas que éstos impulsan. Tampoco es novedad que el presidente boliviano se muestre estrafalario y desubicado en citas de esta naturaleza. La comunidad internacional está ya acostumbrada a sus posturas, al igual que a las del mandatario venezolano.
En el encuentro, molesto por las recomendaciones del secretario de defensa estadounidense, quien había indicado tomar en cuenta el peligro que demandan las relaciones con Irán, Evo Morales respondió acusando a Washington de estar detrás de la desestabilización de los gobiernos de los países del ALBA, especialmente los de Venezuela y Bolivia. Ya en otra ocasión cometió un desacierto similar al incriminar de golpista al Partido Popular de España, desatino que luego lo llevó a retractarse públicamente.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
La actuación de Evo Morales en la Conferencia de Ministros de Defensa ha causado extrañeza y preocupación en círculos políticos y militares, pues se pensaba que la oportunidad de tener al secretario estadounidense y otras autoridades podría constituir una interesante oportunidad para realizar planteamientos serios en materia de seguridad y defensa, en lugar de acudir a trillados clichés que exhiben la ausencia de un discurso propositivo.
Nos preguntamos si valió la pena la teatralización de un sentimiento que es por demás conocido en el exterior del país. Además, se sabe que la permanente confrontación del presidente Morales con los EEUU responde a una estrategia política, construida y recomendada hábilmente por asesores extranjeros, sin los cuales difícilmente puede explicarse una actitud de esta naturaleza, en una sociedad que no estaba acostumbrada a vivir en este estado de conflicto permanente con el país del norte. El mandatario boliviano debería renunciar al doble discurso y por seriedad establecer definitivamente y sin ambages la posición de su administración respecto a Washington.
Esta situación nos hace pensar que el presidente Morales ha entendido muy bien aquello de que la política no podía ser el arte de lo posible, a menos que se construya una correlación de fuerzas sociales, políticas y militares que permita, mediante la confrontación interna y externa, llevar a cabo un programa inscrito en un socialismo arcaico y retrógrado, que parecía imposible de aplicar y que hoy aparece como algo posible en el futuro de este país; confrontación que está desatando conflictos de todo orden, cuyos alcances colisionan con la necesaria armonía y unidad esenciales para la estabilidad de esta nación.
Analítica.com – Venezuela