Sobre el pancismo

Esteban Farfán Romero

ESTEBAN FARFAN ROMERO Las últimas noticias sobre el acuerdo político PAN (Poder Autonómico Nacional) – MAS, reflejan que existen fisuras/fricciones, al parecer irreparables, al interior del mismo por una serie de hechos que es un secreto a voces, pero que nadie quiere publicar. Las pegas.

Como dijimos en una anterior entrega, el MAS ha usado, de manera muy inteligente y acertada al PAN para que haga el trabajo de taladrar al entonces Gobernador Cossío. El PAN cumplió la misión y ahora espera el premio (que no llega), porque el objetivo se ha logrado. Tumbar a Cossío. Aunque yo creo que Cossío cayó más por sus desaciertos y torpezas, que por la efectividad de ataque feroz que desplegó el PAN. Aunque también ha contribuido.



Ahora el MAS asido del control de la Gobernación (Ejecutivo y Legislativo), se hace del otro viernes, y eso desata las rabietas y berrinches de los del PAN, que no les queda otra opción que lloriquear ante la prensa para llamar la atención, y presionar.

Frente a esta situación, decidieron convocar a un congreso nacional (¿?) para marzo con el fin de demostrar que están vivos y que tienen (todavía) fuerzas, aunque lo más probable es que los que participen sean funcionarios municipales. Esta decisión me forzó a hacer una reflexión acerca de las agrupaciones ciudadanas (AC). ¿Qué son? ¿Qué rol cumple en el juego de la democracia? En el balance ¿fue positiva la experiencia?

Hace días, unos universitarios me entrevistaron sobre temas políticos y me preguntaron sobre las agrupaciones ciudadanas. Les resume en dos palabras. Es un cartoncito colgado en la pared de alguien que dice Personería Jurídica. Es decir nada.

Yo creo que las AC son/fueron el germen inocular de destrucción de la política seria, institucional, porque han prostituido la práctica política con sus acciones light, sin contenido político, sin discurso. Sólo se convirtieron en máquinas circunstanciales electorales con el fin de acceder a poder gracias al marketing político. Han degenerado la política, la verdadera.

Por otro lado, las ACs han sido máquinas de reciclajes, pues han cobijado/blanqueado a políticos conocidos de distintas tendencias y con antecedentes políticos conocidos para montados sobre las mismas asciendan a espacios de poder público. Aquí hay uno que batió record. Sus amigos le dicen wiphala, porque pasó por todos los colores, y a todos los enterró. En las ACs, lo que menos interesa es la ideología política, los programas de gobierno, los lineamientos conceptuales de ciertos temas importantes, pero si el factor de realismo y pragmatismo de poder. Las ACs sólo fueron un instrumento que sirvió de puente de acceso al poder, nada más. No tienen idolología, no tienen estructura, no profesan ninguna de las opciones existentes en materia ideológica conceptual, por lo que las reduce a mero instrumento. Sólo usan slogan, cliché, no discurso.

Las personas que forman parte de estas AC, son pancistas porque la única motivación que les impulsa es el de ocupar espacios de poder mediante el pragmatismo y realismo político. Se entiende que el pancismo es la tendencia o actitud de aquellos que acomodan su comportamiento a lo que creen más conveniente y menos arriesgado para su provecho y tranquilidad. Las ACs, son pancistas por excelencia, porque lo único que persiguen son las satisfacciones personales y del grupo que las patrocina, degenerando la clásica definición/función/acción de los partidos políticos.

Por eso cuando el líder/caudillo de una AC cae, automáticamente todo se desmorona como el edifico Málaga, porque sus estructuras básicas son endebles en término ideológicos. Eso paso con Camino al Cambio. Cossío fue despojado de su cargo, y automáticamente toda la endeble estructura de esta AC se cayó y se dispersó, con casi nulas posibilidades de reagrupación y relanzamiento. Reaparecerán algunos de los actores, pero montados con toda seguridad en otra sigla. Las ACs son desechables, como el papel higiénico.

Por eso se entiende que los discursos cambian de acuerdo a la ocasión. Más bien, se acomodan a las circunstancias. Lo que menos existe es la coherencia. Se adaptan a los momentos específicos y se cambian de acuerdo a la dinámica de los mismos.

¿Dónde quedó el espíritu guerrero y combativo que siempre les ha caracterizado a los del PAN? ¿Dónde está la demanda de la autonomía para el Chaco? ¿Dónde quedó el discurso virulento, hasta procaz en algunos, casos contra Tarija, el centralismo y contra la Gobernación? Ahora todos están, como dice mi papá, como violín en bolsa. Cuando el gallo no canta es que algo tienen en la garganta, dice un viejo refrán. Lo que pasa es que, son otras las circunstancias, y hay que cambiar de guión. No hay que hacer mucho esfuerzo para descubrir que debajo de ese ropaje autonomista, existen intereses personales muy claros. El slogan autonomista, solo sirvió para capturar votos.

Los del PAN, antes (con Cossío en la Gobernación) eran vedettes, pero de pronto (después de la caída de Cossío) se convirtieron en ladillas que enfadan con sus majaderías. Para que dejen importunar las ladillas, hay que apretarlas. Las AC están en crisis, por lo que hay que trabajar para retornar a la institucionalidad de los partidos político con consistencia.

El PAN ha tenido muy corta vida, (casi una año). Poco a poco se ha ido reduciendo. De ser una AC, con cierta cobertura en provincias, se achicó al Gran Chaco a las pocas semanas de las elecciones de abril. Después se limitó sólo a Yacuiba. Y ahora en Yacuiba hay serios problemas internos que hacen inviable el proyecto, por más que aparenten lo contrario. El PAN ha hecho aguas. En poco tiempo, pasará a mejor vida, exactamente como sucedió con Camino al Cambio.

En el caso del Yacuiba, personalmente creo que en este momento el PAN es una persona, Carlos Bru. El día que Carlitos deje de ser alcalde, el PAN desaparecerá como la noche cuando llega la aurora. Hay PAN, para poco tiempo, por el pancismo de las ACs.

La suerte está echada. A una pintoresca persona que no logra conciliar el sueño en estos últimos días por lo que se viene, sus amigos le pusieron un sobrenombre. Carnaval, porque no se sabe si cae en febrero o marzo, pero que cae, cae.