“Yo trabajé para Gadafi”

guedy monasterio de beltran La cruceña Gueddy Monasterio de Beltrán vivió en Libia durante 15 años, 7 de los cuales trabajó al cuidado del presidente Muamar Gadafi, quien padecía un acné infeccioso que requería tratamiento cosmetológico especializado.

Casada con el ingeniero petrolero Hugo Beltrán Loayza, Monasterio llegó a Trípoli acompañando a su marido, cuando éste fue contratado como experto en reservorios por la empresa estatal de hidrocarburos de Libia en 1978.

Gueddy Monasterio recuerda el impacto que significó para ella la situación social a su llegada, ya que Gadafi había estatizado la economía por completo, incluyendo los pequeños comercios: “Había mucha hambre, mucha miseria. La gente viajaba hasta la frontera con Túnez para abastecerse de mantequilla o papel higiénico. Había un tremendo desabastecimiento”.



“Gadafi cambió repentinamente la moneda y liquidó los ahorros que la gente escondía en sus casas. Recuerdo a pequeños comerciantes quemando grandes pilas de papel moneda en la calle, llorando”, dice.

Junto a su marido vivían en un campamento de trabajadores y ejecutivos extranjeros del sector petrolero que se convirtió en una suerte de condominio, en una zona donde también residían altos funcionarios del gobierno.

Monasterio, que había realizado estudios de cosmetología en Argentina, fue invitada a desempeñarse como gerente en la peluquería del lugar, concurrida por las esposas de ministros y embajadores.

Así fue como una tarde, en 1985, una enfermera se acercó a ella para decirle que se preparara, porque “esa noche iría a atender a una persona muy importante”, sin darle mayor información.

“Estaba muy asustada pero no tenía opción, porque la peluquería también era del gobierno”, dice Monasterio.

A la hora pactada, un vehículo blindado la recogió y al rato la enfermera le pidió que se vendara los ojos para proteger la ruta que seguirían. “Pero yo ya me había dado cuenta que estábamos cerca del fuerte de Gadafi”, indica Gueddy Monasterio, quien recuerda haber tenido la sensación de que habrían usado una entrada subterránea.

Dentro del palacio fue llevada a “una clínica supermoderna, con los artefactos europeos más sofisticados”. Allí tuvo que esperar en una sala durante tres horas, hasta que la hicieron pasar a un cuarto con camilla donde apareció Gadafi, a quien recuerda “con cierto parecido a Julio Iglesias”.

“Era invierno, hacía frío y Gadafi llevaba una capa. Parecía enfermo, congestionado”, recuerda Monasterio, acotando que “después supe que padecía de asma”.

La conversación con Gadafi se desarrolló en italiano, ya que la enfermera la había prevenido de no hablar inglés, cosa que molestaba al gobernante: “Me advirtieron que no hiciera preguntas ni comentarios, que sólo contestara a lo que él me dijera”.

La afección que había motivado que convocaran a la cosmetóloga boliviana era un grave acné infeccioso que Muamar Gadafi padecía desde hacía años y que Monasterio comenzó a tratar a partir de ese momento, en visitas quincenales o mensuales, por espacio de 7 años.

“Comencé a tratarlo con ampollas de René Guinot, cremas y masajes”, cuenta Gueddy Monasterio. “Me dijeron que no podía ingresar ningún producto, sino que ellos me proveerían lo que hiciera falta”.

“Gadafi me habló de Evo en los ´80”

La cosmetóloga relata que en la clínica había bellas enfermeras rusas, además de médicos cubanos que eran los que parecían dirigir el lugar.

En una ocasión, “Gadafi me preguntó de dónde era y le respondí que de América Latina, de Bolivia”. En ese momento (era la década de los ´80) el presidente libio le dijo que “sabía que en Bolivia había mucha pobreza y que conocía a Evo Morales. Fue la primera vez que escuché ese nombre y no tenía idea de quién me estaba hablando”. Después de eso, Monasterio recuerda haber escuchado de una visita que habría realizado a Trípoli el hoy mandatario boliviano.

Monasterio señala que, tras el bombardeo norteamericano al palacio, Gadafi ya no quería volver al lugar, por lo que el tratamiento continuó en otros sitios. “También me llamaba su esposa Sofía, para que le hiciera manicure y pedicure”, agrega.

En los últimos años del tratamiento, Gueddy Monasterio dice haber notado que Gadafi estaba sufriendo una parálisis facial del lado derecho, para lo cual aplicó una terapia de masajes y rayos ultravioletas.

“Gadafi me pidió que le recomendara un cirujano plástico y le hablé del brasileño Ivo Pitanguy, pero no sé si lo habrá consultado”.

En 1993, a raíz de un accidente de tránsito de su marido, quien sufrió un derrame cerebral y debió someterse a intervenciones quirúrgicas en Estados Unidos, ambos dejaron Trípoli y poco tiempo después se establecieron en Bolivia.

Entre los recuerdos de su experiencia, la cosmetóloga cruceña guarda un reloj de oro marca Rado que Gadafi le regaló, con el retrato del gobernante libio. Pero también conserva la amarga memoria de los ahorcamientos de opositores en la Plaza Verde, televisados los viernes por el canal estatal.

“Me preocupa que nuestro país pueda estar yendo por el mismo camino de Libia, con un líder que fue apoyado por el propio Gadafi”, concluye.

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