Fusión nuclear: Policía boliviana en peligro

José Pastén Burgoa

PASTÉN Acostumbrados ya al bombardeo noticioso de eventos locales, nacionales e internacionales, lo último que nos ha impactado es la tragedia en Japón y el desprestigio y pérdida de credibilidad de la institución policial boliviana por una serie de hechos que consecutivamente van saliendo a luz pública. Debe ser incómodo y difícil para un “policía normal” escuchar en los medios de comunicación las inconductas de sus camaradas peor aún siendo filmados saliendo, entrando o presentes en una instancia cautelar del aparato judicial.

Cuando hablamos de un “policía normal” estamos haciendo alusión a aquellos que todavía sienten vergüenza, tienen pudor y se ponen incómodos al salir a la calle y ser vistos como la peor escoria. El problema se agudiza cuando es su propia familia quien sufre embates, insultos y ofensas. Los epítetos son variados y de acuerdo a las distintas zonas geográficas del país. “Paco Meleador”, expresión muy común en el oriente que significa policía ladrón, saca plata. “Tombo Tumbador” en occidente hace referencia al uniformado que se aprovecha de vicisitudes ajenas y obtiene dinero ejerciendo amenazas y presión. Los apelativos son muchos y de conocimiento de toda la ciudadanía… ¡Qué vergüenza!, ¡Que incomodidad!, ¡Qué les digo a mis hijos que vuelven del colegio llorando porque han insultado al padre “paco meleador”. Esas son las sensaciones de un “policía normal” que todavía siente dolor indignación e impotencia. Los otros, los demás policías, se ríen. Se han vuelto “cuerudos”.



Ahora un poco de materia leguleyesca extraída de nuestra Carta Magna.

Artículo 251. I. La Policía Boliviana, como fuerza pública, tiene la misión específica de la defensa de la sociedad y la conservación del orden público (con tanto desprestigio y la pérdida de respeto institucional de que conservación del orden público estamos hablando), y el cumplimiento de las leyes en todo el territorio boliviano (de que cumplimiento de leyes estamos hablando si con una simple recomendación y orden de un alto capo político debemos poner en libertad a alguien que ha infringido la ley, lo más usual, conducción en estado de ebriedad). Ejercerá la función policial de manera integral, indivisible y bajo mando único, en conformidad con la Ley Orgánica de la Policía Boliviana y las demás leyes del Estado.

Los policías no pueden reclamar ni exponer sus quejas, necesidades e iniciativas, peor criticar una acción superior ya que de inmediato recibirían un Memorando con cambio de destino a Uyuni. Oficiales de las últimas graduaciones en función de lograr el asenso tampoco pueden arriesgar su carrera de más de veinte años. Todos coinciden en que si se quiere ser nombrado en un alto puesto hay que vivir en la ciudad de La Paz y relacionarse con los “altos capos” de la cúpula política. Realmente existe desde hace mucho tiempo un descontento silencioso, una impotencia que se traduce en el cumplimiento irregular de las funciones policiales y en los últimos casos, involucramiento en hechos de narcotráfico. Todo este marco real amerita un golpe de timón, un cambio de rumbo.

Se debe cambiar la malla curricular de la Academia Nacional de Policías que está en La Paz pero antes… ¿por qué no crear otra academia en Cochabamba y/o Santa Cruz? ¿Es que el clima benigno de esa ciudad los predispone a ser “buenos policías”? ¿Sólo en la ciudad del Illimani existen buenos docentes e instructores? ¿Es tan difícil actualizar la malla académica e incorporar conocimientos científicos policiales acordes con las necesidades actuales? ¿Acaso la interacción ciudadano-policía se hará posible por esas reacciones bruscas, torpes y desatinadas de algunos uniformados gritando ordenes? ¿Qué es el Policía de Policía de Proximidad? ¿En qué consiste la nueva visión de una Policía Comunitaria? La policía boliviana es una institución fundamental estado pero eso es parte del eterno discurso mientras tanto en la Ex P.T.J. hoy con otra brillante denominación se sigue practicando la prueba del guantelete cuando esta prueba pericial es parte del pasado.

Las autoridades gubernamentales deben cambiar de chip y modificar su visión y hacerla “panorámica” y “periférica” (estos términos se emplean en la investigación in situ en un área donde se ha producido un desenlace con consecuencias jurídicas). Presupuesto económico es lo que hace falta para generar una política pública de reestructuración de la Policía boliviana (ya no se dice Policía Nacional). Incremento en sueldos, equipamiento, infraestructura, laboratorios de investigación, salud, áreas de capacitación técnica específica donde se vuelva a enseñar al policía a vocalizar y hablar correctamente, a preocuparse de su aseo, de su presentación corporal y de principios y valores que alguna vez escucho hablar.

Mientras tanto, sigamos pegados a la pantalla de televisión para espectar situaciones bochornosas e indignantes donde uniformados policiales pasan directamente a ser “internos de las cárceles públicas” con el inminente riesgo que sean reconocidos por quienes guardan reclusión y el consiguiente “ajuste de cuentas” o el “ritual de bienvenida”. Finalmente, cuando usted realice algún trámite en dependencias policiales y le pidan una “colaboración” sienta lástima por ese uniformado porque no tiene la culpa. Es el sistema que lo hace actuar de esa manera. Responde a “consignas” eso implica la superioridad y las instancias políticas que establecen los nombramientos.

La Policía Boliviana, como fuerza pública, tiene la misión específica de la defensa de la sociedad y la conservación del orden público.