Un fracaso cantado

manfredo-kempff-2Manfredo Kempff Suárez

Estaba cantado que S.E. iba a patear el tablero en cuanto se diera cuenta que su tan mentada diplomacia “de los pueblos” no serviría sino para discursos o para engañar a incautos, y que lo de la “confianza mutua”, otro camelo, duraría lo que el gobierno de la señora Bachelet. Pasado tanto tiempo, entre visitas de ida y vuelta dentro de la trillada agenda de los 13 puntos, lo cierto es que los bolivianos no sabíamos en qué se había avanzado respecto del tema marítimo. Era el secreto mejor guardado. Secreto porque no se había hecho nada y por lo tanto nada se podía filtrar. El canciller Choquehuanca afirmaba, a cada requerimiento de la prensa, que todo era estrategia pura y que por ser la estrategia secreta estarían ausentes los medios. Bien hecho de que fuera así, siempre que se estuviera haciendo algo.

Pero los bolivianos nos temíamos que muy pocas concesiones se estaban logrando de parte de Chile. Daba la impresión de que La Moneda ganaba tiempo y que la agenda era muy manoseada pero con dudosa limpieza. Sólo se supo algo a partir del año 2008 que no pareció afectarle al Estado Plurinacional: cualquier arreglo no incluiría soberanía para Bolivia. ¡Un retroceso terrible! Algo digno de un juicio de responsabilidades para quien lo aceptara. Y otra cosa: luego de tanto trajín y requiebros galantes, la opinión pública chilena se había inclinado, más que antes, por no dar cabida a una presencia boliviana en el Pacífico. ¿Qué sucedería si en Chile se convocara a un plebiscito sobre el tema? Mejor ni pensarlo.



Si bien algunos círculos que conocen las reacciones de S.E. adivinaban que, con tantos problemas internos, el jefe de Estado no estaba en condiciones de admitir un fracaso más, la gran mayoría quedó absorta cuando lo oyó, el Día del Mar, hablar de que Bolivia acudiría a tribunales y organismos internacionales, aunque sin dejar de lado, según dijo, la famosa agenda. Un día antes S.E. había declarado a la prensa chilena todo lo contrario. ¿Demandar y negociar al mismo tiempo? ¿Pero qué significa eso? ¿Quién lo entiende? ¿Lo aceptaría Chile? Porque los diplomáticos deben ser astutos, sagaces, hasta impúdicos si la situación lo exige, pero la diplomacia no es oficio de matuteros.

Es cierto que Bolivia puede volver a hacer reclamos y hasta escándalos en algunos organismos internacionales como antaño, pero se sabe que ya no estamos en los años 70 y 80, cuando la imagen externa de Chile era distinta. Entonces los votos en los foros internacionales eran contra la dictadura de Pinochet y no tanto por comprensión a la demanda boliviana. Tratar hoy, por ejemplo, de obtener una resolución como la de 1979 en la OEA es absolutamente imposible. Y en NNUU la situación es peor. De momento, sin afán de chanza, sólo la ALBA chavista daría su respaldo a Bolivia y ni siquiera sabemos si por unanimidad.

Si el presidente Morales ha expresado algo que ha sido una decisión madura de gobierno y no su propio parecer – que es lo que siempre se impone – significa que Bolivia tendría que ir a instancias jurídicas, lo que es extremadamente complicado. Se habla de La Haya como la mejor alternativa. ¿Y cómo va a plantear nuestra cancillería el tema si existe un tratado vigente desde 1904? ¿Denunciándolo? ¿Exigiendo su revisión? ¿Quién le ha metido esas cosas en la cabeza a S.E.? Porque, para echarse a temblar, ya se están dando pasos en ese sentido en la Asamblea Plurinacional. Algo muy distinto es lo de Perú en La Haya. La demanda peruana es un tema de disputa marítima donde está como contraparte Chile, ambos presentes voluntariamente con sus propios alegatos y razones.

Si la cancillería boliviana– politizada y botín de guerra masista – no actúa correctamente y con el asesoramiento necesario volvería a fallar en su política internacional, donde ya suma muchos fracasos graves en el último lustro. Sería un fiasco acabado. Ha fracasado con la coca, el medio ambiente, el comercio, la integración y hasta la ONU le advierte a Bolivia que se detenga con la tortura y los tratos crueles y degradantes. ¿Pero qué nos pasa?

Si la Corte de La Haya no encontrara argumentos suficientes en derecho pleno y por tanto no aceptara la demanda nacional – lo que puede ocurrir – no sabemos dónde iríamos a parar. S.E. ha dado un paso muy audaz porque su errónea e ingenua diplomacia de la “confianza mutua” con Chile lo acorraló. Seguir sin resultados palpables o negociando inciertos enclaves mediterráneos, se iba a sumar a los desdichados últimos fracasos de S.E. que lo martirizan por su alicaída popularidad interna y una desconfianza que ya es más que evidente en el exterior.

Momentos duros atraviesa la nación con marchas diarias de maestros, gremiales, vecinos, estudiantes, que protestan por la carestía de la vida, la escasez, el agio, la corrupción de las autoridades de turno y por la incapacidad administrativa de quienes han sido puestos a dedo. Si un fracaso marítimo se agrega al panorama, se esclerotiza un organismo que ya está a punto de colapsar. ¿Cómo S.E. no iba a pegarle una patada al tablero?