Chile gana más de 3.000 millones de dólares al año gracias al Silala

El millonario negocio del cobre no sería posible sin agua boliviana.

Gran parte del flujo de agua que abastece a la poderosa industria cuprífera chilena proviene del manantial boliviano. Si Chile pagara la deuda histórica que el país reclama, le bastaría un tercio de los ingresos anuales por la venta de este mineral.

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Vista panorámica de la mina Chuquicamata, en el norte de Chile.

Página Siete; Boris Miranda, enviado especial a Chile.

En 2010, Chile, el primer productor mundial de cobre, obtuvo ganancias por 5.799 millones de dólares por la comercialización del mineral rojizo. El 55,6% de éstas (más de 3.000 millones de dólares) proviene de las minas Chuquicamata, Radomiro Tomic y Sur, las que no podrían funcionar sin el flujo de agua que baja de la cordillera y que se alimenta principalmente del manantial boliviano Silala.

Esta cifra a favor del país vecino proviene solamente de los beneficios que se obtienen de la industrialización y comercialización de cátodos de cobre. Otros son los dividendos que resultan de la privatización del agua boliviana y el consumo que hacen los ciudadanos chilenos que habitan la Segunda Región (que abarca las provincias de Antofagasta, Calama y Tocopilla).

Página Siete visitó aquellos centros mineros que, desde que fueron nacionalizados por el Gobierno socialista de Salvador Allende a principios de los años 70, son administrados por la Compañía Nacional del Cobre de Chile (Codelco).

Los números positivos que estas vetas lograron en 2010 superaron en un 45% a los de 2009 y la previsión para 2011 es aún más auspiciosa. Pese a dar el monto de las utilidades netas por el cobre, los encargados de Codelco, no brindaron las cifras totales de la exportación del mineral ni la cantidad.

Se trata de minas que fueron halladas en suelo que antes fue boliviano más de dos décadas después de la Guerra del Pacífico. Vetas de mineral que Chile ganó sin saber gracias al apoyo y estímulo de los ingleses que, paradójicamente, dejaron el cobre servido en bandeja a los estadounidenses. La potencia norteamericana aprovechó a gusto y placer de la riquísima mina de Chuquicamata entre 1915 y 1971.

Algo de contexto

Entre 1884 y 1888, con la Guerra del Pacífico todavía fresca en la memoria de bolivianos y chilenos, el Gobierno trasandino dispuso la creación de canales que desvíen el curso del agua que bajaba desde los bofedales del cantón Quetena en Potosí.

El objetivo: abastecer del recurso hídrico a la londinense Bolivian Railway Co. (hoy Ferrocarril Antofagasta – Bolivia, FCAB) dado que el río Loa debía abastecer a las poblaciones de Antofagasta y Calama.

Unos 120 años después, lo que fue la Railway ahora es una empresa que administra y maneja -desde sus oficinas en Antofagasta, Santiago y Londres- la distribución del agua potable (incluyendo la que desciende del Silala) de toda la segunda región de Chile.

Hace mucho tiempo que dejó de proveer sólo servicios de transporte. Ahora es dueña de Aguas del Antofagasta, la terminal/shopping de esta ciudad, una compañía de barcos de transporte interoceánico y una empresa de fabricación y reparación de piezas para locomotoras, entre otros negocios.

El moderno FCAB pertenece al grupo Lúksic, un consorcio minero-empresarial poderoso a nivel continental y el principal beneficiario del manantial Silala, junto a la Codelco Norte. El FCAB consume en promedio 100 litros de agua por segundo, fundamentalmente para la venta a terceros, mientras que la estatal del cobre se aprovecha de 150 litros cada segundo.

Tras una serie de reclamos, en 2000, ambas empresas avisaron a Bolivia que no discutirán ninguna clase de reconocimiento económico a una entidad privada o estatal del país y desde entonces gozan del cobijo diplomático de la Cancillería chilena, que negocia por ellas.

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¿Qué hacen con el agua? No es fácil entrar a Chuquicamata; como cualquier gran zona industrial tiene el acceso restringido para particulares.

Sólo se puede ingresar en una de las visitas guiadas que ofrece Codelco, para la que hay que registrarse cuando menos con un día de anticipación y cuyos cupos están reservados para el turismo y los agentes del mercado asiático, el principal consumidor de cobre del mundo. Mina Sur y Radomiro Tomic se encuentran en la misma región, al norte de Calama.

En las ricas vetas se hallan dos tipos de rocas de las que se extrae el cobre. En los primeros 300 metros de la superficie se encuentran unas piedras verduscas que tienen mineral oxidado mientras que en las profundidades se encuentran los depósitos de sulfuro de cobre.

De cada 100 kilos que salen de las minas se obtiene apenas uno de cobre puro, y, sin agua, nada de esto sería posible. “Aún así es un negocio rentable”, bromea el ingeniero de Codelco frente a los visitantes asiáticos y otros turistas que visitan la mina Chuquicamata.

Los dos tipos de roca requieren procedimientos distintos para la extracción del mineral. En el caso de las piedras verdes, el cobre se separa gracias a un tratamiento denominado lixiviación, mientras que para lo extraído de las profundidades se utilizan fundidoras que alcanzan temperaturas no menores a los 1.200 grados Celsius.

Se requieren 14 días de fundición continua para la purificación de un cátodo de cobre, y el agua -en grandes cantidades- es imprescindible en ambos procesos.

La lixiviación separa al cobre del resto de los elementos una vez que las piedras se vierten en un compuesto líquido mezcla de agua con sulfuro. En el otro caso, los hornos fundidores funcionan con diésel y vapor y, aunque sea difícil de creer, no se apagan nunca.

La estatal chilena del cobre no da tregua, las tres minas trabajan las 24 horas del día y no detienen la producción ni en domingos o feriados. Los trabajadores son relevados de acuerdo con un complejo sistema de turnos, pero las máquinas jamás dejan de funcionar. Codelco informó a este medio que solamente la mina Chuquicamata produce un promedio de 1.500 toneladas de cobre puro por día.

Encargados de la empresa informaron que el 80% del agua utilizada en la lixiviación es reciclada y se la recupera para un nuevo uso; sin embargo, de acuerdo con los datos del diario El Mercurio, la estatal del cobre no ha disminuido su consumo promedio de 150 litros de agua por segundo.

Esto se debe a que el recurso hídrico no sólo es usado para la extracción y purificación del cobre; la estatal chilena tiene plantas termoeléctricas propias para dar funcionamiento a su complejo industrial y éstas también requieren de agua para su funcionamiento.

En la planta productiva que rodea a Chuquicamata se puede ver unas piscinas gigantes con la solución líquida verdusca que se usa para extraer el cobre.

Codelco Norte ya anunció que en los próximos años tendrá lista la planta de energía solar más grande de Latinoamérica para reducir su alto consumo de agua, pero hasta entonces mantendrá los elevadísimos márgenes de consumo actuales. Además planea abastecerse de agua de mar.

Proyección. Hace dos semanas, el presidente ejecutivo de la compañía, Diego Hernández, adelantó que las ganancias en esta gestión superarán aún más los márgenes obtenidos en el balance 2010. El motivo: la reconstrucción de Japón tras el terremoto de marzo.

Actualmente, el cobre se cotiza en 4,3 dólares por libra, el precio más elevado en las últimas décadas y la tendencia es que el valor del mineral siga subiendo por la demanda asiática. El año pasado, China compró el 42% de la producción chilena y el resto de Asia un 17%. Pero ahora, expertos estiman que la tragedia en Fukushima puede duplicar la compra.

En este panorama –por demás próspero para la industria y el tesoro general del Estado chileno- no hay muchas perspectivas de que la Codelco y el FCAB comiencen a pagar por el uso actual del agua del Silala y mucho menos por la deuda histórica que tiene sus orígenes hace más de cien años.

El 12 de abril, el presidente Evo Morales afirmó que la compleja negociación por el Silala fue, al igual que el diálogo bilateral por el mar, una “pérdida de tiempo” y anticipó un cambio de estrategia.

Unos días antes, las amenazas de autoridades potosinas de desviar el flujo del manantial provocaron la condena inmediata de las autoridades chilenas. Los alcaldes de Calama, Esteban Velásquez, y de Antofagasta, Marcela Hernando, censuraron la medida y pidieron a Bolivia no usar el “factor Silala” como medida de presión.

Por ahora Sebastián Piñera y su cuerpo diplomático han guardado silencio al respecto, pero los diputados y senadores del oficialismo chileno ya adelantaron la tendencia: la agenda de los 13 puntos y los avances en la negociación por el Silala vuelven a foja cero.

Así las cosas, los 17.000 dólares diarios que, según al preacuerdo que se hizo público en julio de 2009, las dos principales empresas beneficiadas por el recurso hídrico iban a pagar a Bolivia, están cada vez más lejos.

Que Chile honre la deuda histórica, el motivo por el que los pobladores del sudoeste potosino rechazaron la firma del convenio inicial y frenaron el inicio de los desembolsos (muy a pesar del Gobierno), se vislumbra todavía más remoto.

La factura que Chile debe pagar por este concepto, según cálculos de la Comisión de Política Internacional del Congreso, asciende a 900 millones de dólares por la explotación del manantial desde 1908, poco menos de la tercera parte de lo que ganó el año pasado la empresa estatal del cobre de Chile por explotar, usando agua que nace de Bolivia, las minas que están en suelo que hasta 1879 fue boliviano.

Algunos datos

Silala El manantial ingresa a territorio chileno por canales que, de acuerdo con investigadores bolivianos, fueron construidos artificialmente entre 1884 y 1888. En promedio, entre 180 y 200 litros de agua cruzan la frontera cada segundo.

Codelco La Compañía del Cobre explota las minas al norte de Calama desde que se nacionalizó el mineral en 1971. Consume alrededor de 150 litros de agua por segundo para la extracción del mineral y su planta industrial.

FCAB El Ferrocarril Antofagasta Bolivia comercializa el agua que recibe del manantial Silala. La empresa es dueña de Aguas del Antofagasta, la compañía que provee del recurso hídrico a los pobladores de Tocopilla y Antofagasta. El FCAB también ha irrumpido en el rubro de la minería pues pertenece al Grupo Luksic.