Entrevista a Víctor Hugo Cárdenas: “Hay que transitar hacia una verdadera democracia intercultural”

CÁRDENAS El ex vicepresidente de la República, Víctor Hugo Cárdenas, considera que los objetivos alcanzados por el movimiento indígena boliviano desde la Revolución del 52 están siendo distorsionados por el mas, por lo que les toca a los pueblos indígenas plantearse la recuperación del curso histórico que apuntaba, en lo político, a la instauración de una democracia intercultural, en la que había indígenas que no negaban ser parte de Bolivia, pero que querían situarse con su propia identidad.

¿Cómo ha evolucionado la lucha por el poder de los indígenas en la historia y en qué medida lo que estamos viviendo hoy es la realización de la aspiración de ese sector?

El movimiento campesino indígena del siglo XX estaba articulado en base a un discurso y organizaciones indígenas originarias. Luego de la guerra del Chaco la forma del sindicato se convierte en el rostro de ese movimiento y la Revolución del 52 se inserta en ese esquema.



Dos medidas dieron un fuerte impulso al movimiento campesino indígena, la primera, la reforma agraria, que a pesar de las intenciones del sector conservador del MNR de entonces posibilitó la distribución de tierras, sobre todo en el altiplano y el valle. De esta forma fueron los sindicatos lo que guiaron la liquidación del latifundismo y la recuperación de las parcelas familiares campesinas.

La segunda medida fue el voto universal que les dio a los campesinos e indígenas el derecho de ser electores, aunque sin derecho a ser elegidos. En lo negativo, se intentó borrar la identidad indígena, étnica, sustituyéndola por una identidad de clase; fue flagrante también la manipulación al sector campesino indígena a través de la cooptación de las instituciones estatales.

En el siglo XXI las cosas son diferentes. Se habla de una educación bilingüe. Ya no se habla sólo de campesinos sino también de pueblos indígenas y originarios. Ya no sólo vale el derecho al voto sino la gestión propia de las necesidades públicas. Ya no se habla sólo de tierra sino de territorio y las mujeres tienen mucha fuerza en el proceso.

En términos generales se podría decir que Bolivia vive todavía, desde su fundación, las condiciones y la conducta de una estructura colonial interna, esto quiere decir que los rasgos de racismo, discriminación y exclusión todavía persisten, a pesar de los avances democráticos.

Por lo que es importante que las propuestas democráticas hoy no sólo se reduzcan a un listado de derecho sino tomen en cuenta las condiciones de colonialismo y las supere.

La propuesta en ese sentido es transitar hacia una democracia intercultural. La lucha contra el colonialismo formulada negativamente es entendida como el anticolonialismo o la descolonización, pero formulada de manera correcta es una democracia intercultural, donde la ciudadanía, sea indígena o no, tiene derecho a acceder a niveles de mando locales, regionales y nacionales.

Y ser indígena o no, no sea ningún obstáculo para tener participación en la toma de decisiones ni en la distribución de la riqueza que genera el país.

Aunque beneficiario de varias medidas como la reforma agraria, el voto universal, entre otras, el indígena al parecer fue un protagonista de segundo nivel en la Revolución del 52. ¿Es realmente el protagonista principal del proceso iniciado en 2005?

En el proceso iniciado el 52 no hubo actores indígenas sino clasistas, obreros y campesinos. La ideología sostenía borrar identidades indígenas y sustituirlas por identidades de clase, en este caso campesinos, por ello también la educación no respetó el plurilinguismo y se enfocaba en un afán desesperado de castellanizar.

El proceso del 52 borró por tres décadas, aproximadamente, la identidad étnica y la sustituyó por una de clase. Justamente en los 70 resurge la identidad étnica para cuestionar la identidad de clase. De allí surgen algunos movimientos kataristas y otros indianistas que plantean el cuestionamiento del movimientismo indigenista y del pacto militar campesino desarrollado por Barrientos.

En esa medida, es posible afirmar que a partir de los 70 hubo un proceso ascendente de emergencia de ese actor que parece nuevo, pero que es viejo en la historia del país, estamos hablando del: indígena originario campesino.

Con Evo Morales hay una distorsión del movimiento campesino indígena, que nunca buscó construir un socialismo bolchevique como lo pretende el MAS. Por lo que yo diría que el movimiento que empezó a crecer desde los 70 fue distorsionado. Evo Morales nunca tuvo un discurso étnico ni indianista, menos katarista. Nunca habló de la pluralidad étnica, cultural y nacional del país, sino que planteó un discurso clasista.

Una propuesta de construir una Bolivia parecida a Cuba o a cualquier Estado estatista basado en el marxismo. Creo que les toca a los pueblos indígenas plantearse la recuperación de todo el curso histórico que apuntaba, en lo político, a la instauración de una democracia intercultural, donde había indígenas que no negaban ser parte de Bolivia, pero que querían situarse con su propia identidad.

La construcción del Estado Plurinacional es un torpe movimiento para desconocer lo que es Bolivia y construir una sociedad basada en una ciudadanía de primera: pueblos indígenas; de segunda: indígenas de ciudades; y una de tercera: los que no son indígenas. Hay que recuperar el curso genuino y auténtico de la democracia intercultural que promovían los primeros movimientos kataristas.

¿Qué similitudes o diferencias encuentra entre el nacionalismo revolucionario del 52 y el socialismo comunitario que pregona el MAS?

Creo que son como el agua y el aceite. El nacionalismo revolucionario nunca entendió el tema indígena, fue una propuesta anti-indígena, quiso construir una democracia popular, pero mestiza, criolla, donde no habían indios sino sólo campesinos. Había, por tanto, la necesidad de castellanizar a los indios y hacerlos parte de una sociedad urbanizada.

La versión de socialismo comunitario que plantea el MAS es totalmente diferente, quiere construir un Estado socialista, estatista, basado en un modelo de comunidad. Ese modelo comunitario se puede aplicar a nivel micro, a nivel local, pero nadie ha planteado, hasta ahora, cómo se lo hará a nivel nacional.

Muchos hablan en el país de comunitarismo casi como Marx hablaba de comunismo. Otros entienden el socialismo comunitario como la aplicación contemporánea del modelo prehispánico de los ayllus, como si en Bolivia nada hubiera cambiado y quieren mirar atrás para traer un modelo del ayllu donde, supuestamente, se negaría la propiedad individual y sólo existiría lo colectivo. Ese planteamiento es parte del socialismo comunitario que busca poner por encima de todo la propiedad de la tierra comunal. Todas estas propuestas desconocen lo que fue el mundo indígena precolonial, que combinaba lo privado con lo público, lo individual con lo comunitario.

¿Considera usted que en el tema indígena un punto de vinculación entre la Revolución del 52 y la reforma de 2005 fue la Participación Popular?

Sin la Participación Popular no hubiese existido el proceso posterior al 2000 porque esa reforma significa el reconocimiento estatal y social a la diversidad organizacional ideológica y política del país, es decir juntas vecinales, organizaciones sindicales, campesinas e indígenas son reconocidas como OTB por la norma boliviana. La CPE del 94 reconoce esa variedad organizacional, no sólo en lo jurídico sino también en lo económico, a través de la entrega de dinero.

Los municipios tienen hoy una especie de escuela para hacer gestión pública. La mayoría de los gobernantes del MAS han aprendido esa gestión en las alcaldías de la Participación Popular, por lo que no es exagerado decir que a partir de ella se creó el espacio necesario para acelerar ese proceso de democratización social y étnica. La falta de normas locales, sin embargo, perjudicó el proceso. La Participación Popular cambió la historia de Bolivia en un antes y en un después, más allá de sus defectos.

Nueva Crónica y Buen Gobierno