Jorge Arias: “El mesianismo político de Evo afecta a la democracia boliviana”

Con Evo Morales, Bolivia es víctima de un ‘mesianismo político’ por la concentración de poder y el afán releccionista.

“Debemos ir aprendiendo a desprendernos de estos liderazgos mesiánicos que, en muchos casos, terminan confundiendo la democracia con la idea de que ‘el Estado soy yo’ y la sociedad se divide entre quienes están a favor de una especie de héroe nacional que nos va a construir la democracia y, en realidad, la democracia es una construcción colectiva, es decir, por el conjunto de la sociedad y de sus dirigentes donde nadie debiera salvarnos”, sostiene el analista político internacional, Jorge Arias.

image“El boom económico no ha sido suficiente para revertir algunos de los fenómenos estructurales en América Latina”



Carlos Morales, EL DEBER, Bolivia

Pese a sus avances sociales y económicos, la democracia en América Latina retrocede por sus debilidades institucionales y la inequidad. También Bolivia que, por debajo de la media, aún aparece en el pelotón de los países de la región con un ‘desarrollo democrático bajo’ debido a su estructural debilidad institucional y la crónica desigualdad social. Así lo señala un estudio elaborado por la consultora Polilat y la fundación Konrad Adenauer-Stiftung (KAS) de Alemania presentado esta semana en Berlín. En el caso boliviano, el cuadro se agrava por el “mesianismo político” del presidente Evo Morales, reflejado en la “concentración de poder y el releccionismo” que afecta al desarrollo democrático boliviano, aseguró a EL DEBER desde la capital alemana, el responsable del estudio, Jorge Arias.

¿A qué se debe este retroceso en el desarrollo de la democracia en la región que plantea el el estudio?

Es cierto que hay signos alentadores y han pasado cosas buenas en América Latina por la importante reducción de la pobreza y la disminución de la inequidad en las últimas décadas. Lo que entendemos sí, es que hubo una etapa excepcional económica de los precios de los commodities (materias primas) a escala internacional que generó excedentes económicos para la región que se distribuyeron para combatir la pobreza y mejorar la salud y la educación en muchos países, pero que no ha sido suficiente para revertir algunos de los fenómenos estructurales que viene arrastrando América Latina hace muchos años. Una sociedad que, en muchos lugares, todavía no conoce sus derechos y sus libertades, por lo que tienen una percepción muy limitada de la democracia. A su vez, cuando logra generar procesos económicos y sociales de mayor inclusión, los ciudadanos que se incorporan vienen a ser demandantes de mayores recursos y mayor inclusión social, lo que se expresa en un nivel de insatisfacción como ha pasado recientemente con los agricultores en Colombia, las movilizaciones populares en Brasil, las protestas en Argentina o los estudiantes en Chile. Los ciudadanos están reclamando más democracia, más igualdad y mayor inclusión social, que son las demandas lógicas de una sociedad que está todavía excluida de los beneficios de las sociedades más avanzadas.

¿Esta insatisfacción es suficiente como para plantear un retroceso de la democracia?

Lo preocupante es la cantidad de países que este año han caído en nuestras mediciones. Más allá de los índices que, para hacer el análisis, reducen la realidad compleja de la democracia, vemos que muchos países de la región han retrocedido o han detenido sus avances democráticos. Para ello, llamamos a la reflexión a los líderes de la región en sentido de que debemos sostener un ritmo de crecimiento para solventar el retraso que trae la región en materia de desarrollo democrático. El hecho de que solo tres países, Uruguay, Costa Rica y Chile, estén entre 9.000 y 10.000 puntos en nuestra valoración y  que haya, después, un pelotón de cuatro o cinco países alrededor de los cinco puntos está hablando de una distancia muy grande entre los que están en la punta y los que siguen que apenas están por encima de la media regional. Hay que mantener un ritmo en el desarrollo de las libertades y derechos de los ciudadanos, la calidad institucional y en el sostenimiento del progreso social y económico para mejorar la democracia.

¿Cuáles son los países más preocupantes en el otro extremo y por qué?

Paraguay, por la crisis política que llevó a un golpe institucional en 2012; Guatemala y Venezuela, en el último lugar. Venezuela y Argentina son dos países con realidades paradojales en su desarrollo democrático porque tienen muy buen desarrollo en sus indicadores sociales, pero están en los peores lugares en cuanto a calidad institucional y deficiencias en sus sistemas políticos. Al medir la democracia en todos sus aspectos, logran un resultado que, en el caso de Venezuela, es el peor, y Argentina sigue manteniendo un quinto lugar. Aunque tiene avances en otros planos económicos y sociales, es preocupante que tengan tan mal desempeño en el plano institucional.

¿Qué hicieron Uruguay, Costa Rica y Chile para ser los mejores?

Son los países que, en estos 12 años que llevamos de medición del desarrollo democrático, han estado siempre en el pelotón de punta con algunas variaciones, pero son países que centralmente tienen democracias asentadas en valores democráticos de sus propias sociedades, con dirigentes que se comportan democráticamente y respetan un sistema político e institucional, y hay un sistema de partidos que la sociedad valora razonablemente como un activo de la sociedad democrática que le permiten ir construyendo sobre los ladrillos y las paredes ya levantadas. En muchos otros países, los cambios de ciclos políticos implican un tirar las paredes que ya estaban levantadas y empezar a construir de nuevo supuestamente para construirlas perfectamente. La democracia es un camino que se construye día a día con esfuerzos acumulados con inversión social e inversión democrática. Entonces, necesitamos que se respete lo construido, que se mejore lo que se debe mejorar, pero que haya una actitud positiva de las dirigencias como de los ciudadanos para avanzar en el camino de la democracia.

¿Bolivia también es un caso paradojal?

Bolivia tiene ahora un desarrollo económico importante, pero arrastra un déficit económico y social muy estructural que no se ha resuelto y que no es responsabilidad de este gobierno ni de un par de gobiernos siquiera. No se puede construir o desarrollar una democracia fuerte de un día para el otro ni de un año para el otro, es un camino largo que requiere mejorar paso a paso. Bolivia tiene índices de crecimiento importantes y parece estar dando pasos para consolidar una institucionalidad con mayor participación. Pero tiene los riesgos de lo que está discutiendo la sociedad boliviana hoy sobre si fuerzan las instituciones o si se habilita de manera engañosa un tercer mandato del presidente Evo Morales. Estas son las cuestiones que terminan afectando la calidad institucional de la democracia boliviana. Necesitamos que nuestras democracias se convenzan de que no hay hombres providenciales, de que son las instituciones y el propio recambio democrático los reaseguros del crecimiento en democracia y debemos ir aprendiendo a desprendernos de estos liderazgos mesiánicos que, en muchos casos, terminan confundiendo la democracia con la idea de que ‘el Estado soy yo’ y la sociedad se divide entre quienes están a favor de una especie de héroe nacional que nos va a construir la democracia y, en realidad, la democracia es una construcción colectiva, es decir, por el conjunto de la sociedad y de sus dirigentes donde nadie debiera salvarnos.

¿Con Evo Morales, Bolivia es víctima de un ‘mesianismo político’ por la concentración de poder y el afán releccionista?

Exactamente. Sin duda, Evo Morales es uno de los líderes emergentes de este tipo de fenómeno político, pero lamentablemente no el único. Hay una tendencia en América Latina, que por otra parte es cultura en la región, por la cual alguien que aparece y tiene una buena gestión pareciera debiera quedarse en el poder hasta el fin de sus días para sostener esa buena gestión. El caso de Lula da Silva, en Brasil, y el caso chileno con la Concertación y el gobierno de Sebastián Piñera, muestran que el cambio de hombres puede oxigenar el proceso político. Lo peor es hacer un juego de personalismos en los cuales vamos confundiendo cuáles son las reglas de las instituciones, cuáles son las necesidades del sistema político, dónde termina el poder de las personas y dónde empieza el poder de la sociedad.

El Gobierno boliviano, a través de su embajada en Alemania, planteó una serie de cuestionamientos al estudio elaborado por Uds. ¿Cómo se analizó el caso boliviano?

La embajadora Elizabeth Salguero Carrillo pensó que nosotros no habíamos tomado en cuenta los datos de la Cepal sobre el significativo crecimiento de la economía boliviana. Yo le expliqué que sí tuvimos en cuenta los datos de la Cepal, lo que nos llevó a establecer que, en 2012, Bolivia obtuviera 1.910 puntos por debajo del promedio latinoamericano, mientras que en 2011 estaba 2.200 puntos por debajo de este promedio, por lo que en lo económico el país tuvo una mejora del 25% en un solo año. Nuestros números están reflejando esa mejoría, lo que no significa que Bolivia pase mágicamente a resolver todos sus problemas estructurales. Bolivia tiene un problema histórico en el plano económico, lo cual tiene que mejorar para generar una democracia más inclusiva. También en el plano social, hubo una mejora en los últimos años, pero tiene déficits institucionales que todavía son importantes.

¿En qué lugar aparece Bolivia y cuál fue su desempeño respecto de los años anteriores?

Bolivia aparece en el ranquin general en el puesto número 11, está en el medio de la tabla, con 3.600 puntos, frente a los 10.000 de Uruguay y más cerca de los 2.600 puntos de Venezuela que es el último de la tabla. En la dimensión de respeto de derechos políticos y libertades civiles Bolivia está en sexto lugar entre 18 países, con 5.500 puntos. En calidad institucional y eficiencia política está en el décimo lugar con 4.200 puntos. En el plano social, Bolivia aparece en el noveno lugar. Y en la dimensión que mide el desarrollo económico el país aparece en el último lugar, pese a sus mejoras, con 1.580 puntos por debajo del promedio regional. En esta medición demandamos a los países el estar cerca del promedio regional, cosa que Bolivia todavía no logra, pese a sus buenos resultados económicos. En 2011, Bolivia obtuvo 2.700 puntos; en 2010 alcanzó los 3.079 puntos; en 2008, 2800 puntos. O sea que viene en una curva relativamente creciente respecto de años anteriores

PERFIL 

Jorge Arias

Analista político internacional

CARGO: DIRECTOR DE LA CONSULTORA POLILAT

CIUDAD: BUENOS AIRES (ARGENTINA)

Experto en desarrollo democrático

Consultor político especializado en cuestiones de política latinoamericana. Dirige el estudio Índice de Desarrollo Democrático de América Latina IDD-Lat, que Polilat y la Fundación Konrad Adenauer elaboran desde el año 2002 para evaluar el comportamiento y la evolución de la democracia en la región. 

Democracia 2.0 en América Latina

Su especialidad profesional lo ha llevado a desarrollar una intensa actividad de desarrollo de proyectos en temas de nuevas tecnologías y gobernabilidad democrática. Ha desarrollado también experiencia en la gestión de organismos públicos a nivel federal, regional y local. Asesora a empresas e inversores internacionales.

ANÁLISIS 

31 años, de Siles Suazo a Evo Morales Ayma

Gustavo Pedraza | Analista político

En 31 años de vida democrática continua Bolivia ha podido lograr mucho más de lo que tiene ahora.  Sin embargo, es evidente que el  gran legado del 10 de octubre de 1982 es habernos acostumbrado a elegir democráticamente a los gobernantes. Dos hechos son muy relevantes durante este periodo de tiempo: uno, el fortalecimiento de la gestión territorial  con la Participación Popular y, dos, la inclusión política de la población indígena lograda en el último ciclo político. En el primer caso, la Participación Popular fue la reforma estatal que impulsó el salto hacia un nivel superior de la democracia; en el segundo, se logró lo que la Revolución del 52 dejó pendiente, que los "indios” se empoderen y tomen el control del Estado por sí mismos. Ahora bien, ¿cuáles son los resultados de estos dos hechos, los más importantes  durante estos 31 años?

La Participación Popular logró democratizar la distribución de los recursos públicos y  permitió que la  gestión  municipal en todo el territorio nacional acelere el desarrollo, mejorando las condiciones de salud y educación de las poblaciones rurales y urbanas; además, permitió la incorporación de los pueblos y comunidades indígenas a la gestión estatal de sus territorios ancestrales.

Por su parte, el acceso directo de los indígenas al poder político, que puede leerse como una consecuencia del proceso de la Participación Popular, ha  resuelto una deuda histórica en relación a la inclusión indígena en la construcción del Estado boliviano. Más allá de los rasgos autoritarios presentes en el actual proceso político, es innegable que este hecho ha fortalecido la participación democrática.

En lo que se refiere a retrocesos, se puede afirmar que  en el actual proceso político el equilibrio de poderes, como principio rector de la gestión democrática, se ha perdido; y que la mayoría de las instituciones públicas se han debilitado, incidiendo en una gestión pública  deficiente.

Si bien la inclusión indígena ha sido el logro, ese poder logrado se ha cargado de un innecesario autoritarismo que agrede a las libertades políticas logradas hace 31 años.