Declaración jurada. Desde que Kirchner asumió la Presidencia, el patrimonio de la actual mandataria se multiplicó por 13.
Más allá del relato, la leyenda política de la que gusta beber la oposición cuenta que los Kirchner aprovecharon el escenario económico de la dictadura para hacerse de propiedades que la gente no podía pagar. Luego, ya en democracia, aprovecharon su lugar en el poder para comprar tierras a costo fiscal y encarar más negocios inmobiliarios, un rubro por el que mostraron particular debilidad. La última declaración jurada de Cristina Kirchner, conocida ayer y correspondiente a 2012, confirma la regla: allí figuran 26 propiedades a su nombre.
Un repaso de la lista muestra que la diversidad también hace al éxito de los negocios. A nombre de la Presidenta figuran 12 departamentos, 5 casas, 5 lotes y 4 locales. Son 2 en la Ciudad de Buenos Aires y el resto en Santa Cruz. En su provincia de adopción, tiene 15 bienes en Río Gallegos y 9 en El Calafate. Salvo uno de los departamentos en Capital y una casa santacruceña, compradas con "Ingresos Propios", el resto figura como herencia tras la muerte de su marido. De la gran mayoría declara ser titular del 50%. El grueso de la otra porción la tienen sus hijos.
El monto total de las propiedades apenas supera los 13 millones de pesos. Esto ocurre por algunas valuaciones que suelen tomarse para las declaraciones fiscales pero que nada tienen que ver con el valor real de mercado. Es decir, en la práctica, Cristina es mucho más rica de lo que dicen los documentos oficiales.
En la declaración, por ejemplo, figura la mitad de un lote de 200 metros cuadrados por 7.736 pesos o la mitad de un departamento en la ciudad de Buenos Aires de casi 400 metros cuadrados por poco más de 100.000 pesos.
Cuando Kirchner asumió la presidencia, en 2003, el matrimonio declaraba un patrimonio de 7,4 millones de pesos. En 10 años, la mitad de esa parte que le correspondía a Cristina, 3,7 millones, se multiplicaron por 13 hasta llegar a los 48,2 millones difundidos ayer. Se supone que los hijos poseen una cantidad similar.
POR EDUARDO PALADINI – clarin.com