Fuga de cerebros: ¿dolor de cabeza para Latinoamérica?

Muchos profesionales latinoamericanos ven mejores oportunidades en esas tierras, en un éxodo que ha visto emigraciones de hasta 90% en algunos países del Caribe

Mientras la anémica creación de empleo sigue siendo el Talón de Aquiles de la recuperación económica en EE.UU y Europa, muchos profesionales latinoamericanos ven mejores oportunidades en esas tierras, en un éxodo que ha visto emigraciones de hasta 90% en algunos países del Caribe.

El colombiano Stefano Badalacchi es uno de ellos. Son las 7 AM de un húmedo día de otoño en París. Badalacchi, de 24 años, se ajusta la corbata al cuello mientras echa llave a la puerta de casa, acomoda en su hombro la bolsa con la ‘compu’, y se dirige hacia el metro que le llevará a su nuevo puesto de trabajo en Ivry Sur Senne, como analista económico en una organización no gubernamental.



Hace más de cinco años que se fue de Colombia, y afirma que no tiene intención de regresar, porque “aquí se te valora más como profesional”.

Justamente en los países de la OCDE, donde ocurre alrededor del 70% de los intercambios mundiales de bienes y servicios, el número de inmigrantes altamente calificados casi se duplicó en la última década, pasando de 12 a 20 millones de personas, provenientes en su mayoría de países en desarrollo, según un informe de la Unesco. La emigración calificada impacta el desarrollo económico y social, y las posibilidades de generar innovación, de acuerdo al estudio.

Este éxodo coincide con el aumento de latinoamericanos con educación superior, que pasó de 23 a 40 millones entre 1996 y 2007, según datos del Banco Mundial.

¿Deben, entonces, preocuparse los gobiernos de la región?

La realidad de América Latina se presenta bastante heterogénea. Mientras que en el Caribey en Centroamérica la emigración de profesionales sí supone una pérdida dramática de capital humano, en aquellos países con economías más vigorosas, -como por ejemplo México y varias naciones de Sudamérica-, el concepto de “fuga de talentos” (o de cerebros) pasó a denominarse “flujo de talentos”, reconociendo así la realidad de la movilidad económica global.

“Muchos países de la región están convirtiendo un hipotético problema en una oportunidad”, explica Javier Botero, experto en educación del Banco Mundial.

“Con la globalización, la movilidad a nivel mundial es una realidad ineludible, y Latinoamérica tiene que aprovechar a la gente calificada que está fuera para trabajar en proyectos nacionales y ayudar también en la transferencia de conocimiento”, afirma Botero.

Por otro lado, la bonanza económica que experimentó la región en la última década, generando más y mejores empleos, también ha contribuido a contrarrestar la noción de “fuga” de talentos.

“Países como Perú o Chile, donde las empresas están creciendo, no solo a nivel interno sino expandiéndose a otros países, están reteniendo talentos e incluso atrayendo capital humano avanzado de otras regiones”, dice José Pablo Arellano, investigador sénior de Cieplan.

De todas formas, para que el “flujo de talentos” beneficie a los países latinoamericanos, los gobiernos de la región necesitan promover tanto las redes de conocimiento como los incentivos para el retorno del capital humano.

En otras palabras, “la región deberá generar empleos de más calidad para satisfacer la creciente demanda de profesionales calificados”, afirma Botero.

Esto ayudaría a que profesionales como Stefano tuvieran una puerta abierta para regresar a sus países.

Fuente: elpais.com