Santa Cruz y las oportunidades perdidas

Maggy Talavera

maggy-talavera Es impresionante cómo se borran los límites entre las distintas organizaciones políticas que están en ejercicio de poder en los tres niveles de gobierno.

No importa a qué línea ideológica dicen adscribirse ni cómo se llaman. En la práctica, la diferencia discursiva queda sólo en papel o en la boca de sus respectivos "jefazos”, tal como lo comprueban las actuaciones de ésos y de sus inmediatos y "lejanos” colaboradores.



Sus hechos los igualan. Lamentablemente para abajo o para peor, como es fácil comprobar ahora, en una simple pero certera comparación de las prácticas políticas que caracterizan a unos en el poder central y a otros en los poderes departamentales y municipales.

Es lo que se ve ahora en Santa Cruz. No es caso único, cierto, pero es el que más llama la atención hoy, dada la imagen construida por las élites cruceñas en los últimos años de tener una opción distinta a la expuesta por el MAS desde el Gobierno central.

El discurso de la autonomía era la base de esa diferencia, además de otro, que refería una manera muy distinta de hacer política partidaria y gestión pública. Sin embargo, a casi ocho años de gobierno masista, la línea divisoria que los separaba y ubicaba en bandos radicalmente opuestos se ha desdibujado y lo que queda es una maloliente mezcla, que nada tiene que ver con el agua y el aceite, sino más bien con el barro y el lodo.

No sólo es la cúpula del MAS la que ha dado muestras de pragmatismo al vulnerar los principios y contradecir su discurso político con tal de alcanzar su verdadero y principal objetivo: concentrar poder y perpetuarse en él; también lo han hecho las cúpulas que se decían contrarias a ese ejercicio de poder, como las de las agrupaciones políticas del gobernador cruceño, Rubén Costas, y del alcalde de Santa Cruz de la Sierra, Percy Fernández, así como las de los empresarios, productores y cívicos cruceños, todas ellas decididas a asegurar el control de sus parcelas de poder y lograr la ampliación del plazo extra que ansían tener para defender sus intereses y gozar de privilegios.

Nunca como en las últimas semanas eso ha quedado tan claro en Santa Cruz, gracias a una nueva torpeza del Ejecutivo municipal de la capital cruceña, como es la obstinada decisión de construir su gran edificio central en un área que forma parte del Parque de la Autonomía, a pocos metros de la ribera del río Piraí, violando normas y leyes, que es su obligación defender.

La actuación de funcionarios municipales -en la que destaca la sobreexposición de una secretaria y llama la atención la ausencia del alcalde- recuerda, y mucho, a la que caracterizó a los del Gobierno central en el tema del TIPNIS ("la obra se hace sí o sí”, con represión a civiles de por medio), con el aditamento de que en el caso local los "jefazos” municipales han logrado alinear a su antojo a los de la Gobernación, a los del Comité Cívico, a los de la Federación de Profesionales y a un sector de la SIB, salvándose apenas el Colegio de Arquitectos de Santa Cruz.

El discurso no podía ser peor: "reafirmar la convicción de que los problemas que surgen al interior del departamento deben ser resueltos por los propios cruceños; no necesitamos que nadie tutele ni se entrometa en las decisiones que sólo nos competen a nosotros”, dice una parte de un pronunciamiento hecho en el Comité pro Santa Cruz y leído por la oficial mayor de Planificación de la Alcaldía.

Remarco eso de "no podía ser peor”, porque en ese "propios cruceños” y en ese "nosotros” están ausentes voces de muchos otros cruceños y cruceñas que han denunciado la arbitrariedad, violencia y manipulación con las que está actuando la municipalidad.

Qué pena, la historia se repite con taras y mañas que parecen ya pestes difíciles de combatir y que llevan a lamentar que nada ha cambiado en la Bolivia del cambio, ni en el Santa Cruz de la autonomía ni en las cúpulas de la "renovación”, que no hacen sino revivir cada día, más fortalecida, a la despreciada política tradicional, ¡qué desperdicio!

Página Siete – La Paz