Paco de Lucía

Marcelo Ostria Trigo

OSTRIA TRIGO Confieso que hasta hace poco nada sabía de Paco de Lucía, el músico, genio de la guitarra. Un día, mi hijo, adolescente él, me pidió que como regalo de Navidad le comprara una guitarra. Me sorprendió; él no había mostrado gran interés por los instrumentos musicales. Pero, al fin, se la compré. El viajó al exterior y un año después volvió con la guitarra al hombro. Tocaba, como aficionado, piezas del flamenco español. Fue en esa época que él me introdujo a los grandes compositores e intérpretes de la guitarra, y me hablaba, con pasión y entusiasmo, de Paco de Lucía y de su música.

Paco de Lucía se ha ido para siempre; deja entre nosotros ese sentimiento de “pérdida de lo irrepetible” –así lo dijo el ministro español de Educación y Cultura–. Había universalizado, con la magia de sus dedos de viento, el flamenco, ese género de música tan español que, con los quejidos de las seis cuerdas, evoca amores y tragedias, alegrías y desencantos; es parte del cante jondo que tanto influyó en las mágicas palabras de Federico García Lorca que deambulan en una esforzada disyuntiva con la música flamenca.



Nada más emotivo que lo dicho por el cantante y compositor Antonio Orozco: “Muerto Paco de Lucía, lloran las guitarras”. Y, con igual sentimiento, la cantante Vanesa Martin, entristecida, también lloró: “Se va el alma y el sentimiento de la guitarra. Paco de Lucía: Un genio que hablaba tanto con sus manos….”. Y así, en el traslado a su última morada, muchísimas fueron las palmas flamencas y el llanto que despidieron a Paco, sabiendo que, como decía Federico de Ignacio Sánchez Mejías: “Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace / un andaluz tan claro, tan rico de aventura…”.

“Paco ha sido un regalo que Dios le ha hecho a Algeciras”, dijo su amigo, el párroco Sebastián Llánez; y el artista británico John McLaughlin lo despidió así: “Tu herencia –Paco– es tu música y tu gran labor ha sido convertir al flamenco en un lenguaje global”. Paco fue a juntarse con el otro grande de la guitarra de España: Andrés Segovia, que lo ha precedido en el camino a la eternidad. Paco nos deja, como Andrés, sus arpegios sorprendentes. Los dos, eximios y diferentes, hicieron vibrar el alma española y, desbordando sus talentos, fueron capaces de hacer sentir el correteo de sus dedos firmes y nerviosos; dedos veloces, mensajeros de música en tierras lejanas. Ellos nos mostraron que las notas arrancadas a sus guitarras crearon palabras hechas música, la que perdura y embelesa. Ahora, tocan a dúo en el cielo…

El Deber – Santa Cruz