Sigue el desastre económico en Venezuela

Emilio J. Cárdenas*

EMILIO-CARDENAS-GRANDE Nicolás Maduro es, como gobernante, a todas luces inepto. Su irremediable incapacidad de gestión daña a Venezuela y a su pueblo. Y hasta a los mismos bolivarianos. Por esto, pese a que sus libretos llegan escritos desde La Habana, la ejecución que está a cargo del propio Maduro es siempre lamentable y las cosas no mejoran, sino que -en general- empeoran en el castigado país caribeño.

La escasez de los productos básicos continúa. Fuerte. Las cifras son aleccionadoras y sugieren cuan disconformes deben estar los venezolanos por cómo deben vivir, forzados por un modelo colectivista que los atrasa y empobrece.



Nada menos que 19 productos que están en la lista de alimentos prioritarios tienen una escasez de 53% al 100%. Lo que quiere decir que no están en los anaqueles del 53% al 100% de los comercios a los que los consumidores visitan en su búsqueda. Tienen, según la terminología del gobierno “serios problemas de abastecimiento”. Otros 12 productos que están en la misma lista de alimentos prioritarios tienen índices que van desde el 21% al 49,1%. De horror.

El producto que más falta es el aceite. En marzo, simplemente no se lo encontraba. En ningún lado. Nada. Cero. La leche en polvo, a su vez, faltaba en el 98,8% de los comercios. El maíz en el 89%. El azúcar en el 90%. Y el queso pasteurizado, en el 59,4% de los comercios. Encontrarlos es, para un ama de casa, como buscar una aguja en un pajar. Otra vez, de horror.

Los rimbombantes planes oficiales para abastecer mejor al mercado, fracasan uno tras otro. Ocurre que el modelo no funciona, ni funcionará nunca. Las importaciones son ya imposibles. No hay divisas y los proveedores han naturalmente cerrado todas las líneas de crédito, por incumplimientos graves, de tipo recalcitrante. No hay con que pagar. No se les vende, entonces. Clarísimo. Pero, de nuevo, de horror. Hasta la gigantesca empresa Polar ha debido parar su producción de pastas por falta de materia prima: trigo duro. Increíble, pero es así.

Si miramos al rubro alimentos en su integridad, la escasez venezolana promedio es del 27%. Esto supone que en más de uno de cada cuatro comercios que uno visita falta lo que uno precisamente va a buscar; siempre en el rubro alimentos, claro está. En los últimos dos años, la escasez promedio de todo subió casi un 19%.

Además está el azote de la inflación. Gravísima. Los precios de algunos alimentos se acaban de ajustar. Hacia arriba, por supuesto.

El kilo de pollo subió, desde el lunes pasado, un 130%. El de pechuga de pollo, un 187%. El kilo de azúcar, siempre desde el lunes pasado, subió un 96,39%. El kilo de arroz blanco (producto que, lamentablemente, parece constipar seriamente a algún mandatario de nuestra región, según declaraciones públicas de CFK) subió esta semana, un 31,39%. Todo rumbo a las nubes. Menos los ingresos. Receta inequívoca para el mal humor, naturalmente.

En este ambiente, las últimas cifras que registran la inversión señalan que ella ha continuado cayendo. La pública y la privada. Ambas. En todo el 2013, un 9%. La industria manufacturera y la construcción son los dos sectores más afectados. Sí, lector, como Ud. estaba pensando, el gasto público, en cambio, no para de crecer. Sueldos y gastos corrientes, naturalmente.

Con esa incomoda realidad, las protestas son casi naturales. El problema es que esperar que Nicolás Maduro pueda resolver esta crisis, es como pedirle peras al olmo. No ocurrirá. Porque simplemente no sabe cómo hacerlo. Por ceguera intelectual y por obvia incapacidad de gestión.

*Ex embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas

El Diario Exterior – Madrid