Un balance demoledor del primer año de Maduro

Andrés Oppenheimer

OPPENHEIMER Ahora que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha cumplido su primer año en el poder, es un buen momento para hacer una evaluación desapasionada de lo que ha pasado en Venezuela desde que asumió la presidencia, el 19 de abril de 2013, y tratar de anticipar lo que vendrá.

Veamos los hechos concretos:



· El índice anual de inflación de Venezuela ha aumentado desde 27,6% en 2012 hasta 56,7 -el más alto del mundo- en 2013, según las cifras oficiales del Banco Central de Venezuela. La previsión de inflación anual del FMI calcula que el índice subirá a 75% a fines de este año, según el director de la división del Hemisferio Occidental de esa institución, Alejandro Werner.

· La economía venezolana creció sólo un 0,7% en 2013 -el índice de crecimiento más bajo de América latina- y se calcula que se contraerá un 0,5% en 2014, según el Banco Mundial. Una vez más, Venezuela será el país latinoamericano de peor desempeño este año, según esa institución.

· La escasez de alimentos ha aumentado desde 15,9% de alimentos esenciales en 2012 hasta un 35,2 en 2013, según un estudio de Datanálisis publicado por el diario venezolano El Universal el 17 de marzo. En los primeros dos meses de 2014, la escasez de alimentos ha aumentado a 47,7% de los alimentos esenciales, según el informe.

· Hay escasez de leche, queso, harina, azúcar, carne, pollo, papel higiénico y otros productos sujetos a los controles de precio del gobierno. Desde primera hora de la mañana, muchos venezolanos tienen que formar largas filas en las afueras de los supermercados que disponen de esos productos.

· El índice de homicidios de Venezuela aumentó de 73 muertes por cada 100.000 habitantes en 2012 a 79 muertes por cada 100.000 personas en 2013, según el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), un grupo independiente. En ausencia de cifras oficiales confiables, los datos del OVV señalan que la tasa de homicidios se ha cuadruplicado desde hace 15 años, cuando el fallecido Hugo Chávez asumió la presidencia.

· La violencia política dejó un saldo de 41 muertes y cientos de heridos desde que comenzaron las protestas estudiantiles, el 12 de febrero, según cifras oficiales. El gobierno ha aumentado la represión, los arrestos arbitrarios, la censura a los medios y otras violaciones de las libertades básicas, según grupos internacionales de defensa de los derechos humanos. Las fuerzas del gobierno "han empleado una fuerza excesiva e ilegal contra los manifestantes", incluyendo "golpizas a los detenidos y disparos contra multitudes de personas desarmadas", dijo Human Rights Watch. El gobierno también sacó del aire al canal internacional de Colombia NTN24, y ha amenazado con censurar Twitter y cerrar CNN en el país.

· Maduro dice que es víctima de una conspiración del "imperio" para asesinarlo, derrocar a su gobierno y apoderarse del petróleo venezolano, pero nunca ha dado pruebas concretas de la presunta conspiración de Washington.

Mi opinión: el mayor problema de Venezuela –y la clave para resolver su actual crisis política– es el tema no resuelto de la legitimidad de Maduro.

Maduro fue proclamado presidente por apenas un 1,4% del voto tras un cuestionado proceso electoral en 2013 en que no permitió un tribunal electoral independiente ni observadores internacionales que no fueran de países amigos. Si las elecciones venezolanas hubieran sido más creíbles, gran parte del actual derramamiento de sangre podría haberse evitado.

Ahora, con la economía en ruinas, Maduro se encuentra en un aprieto. El FMI y la mayoría de los economistas coinciden en que ningún país puede mantener durante varios años índices de inflación de más de 50% sin caer en la hiperinflación o adoptar medidas de austeridad draconianas que logren bajar la escalada de los precios.

En otras palabras, Maduro está ante la alternativa de encaminarse hacia la hiperinflación o implementar un paquete de austeridad como los que recomienda el FMI, lo que significaría desmantelar su "revolución socialista" en Venezuela.

Maduro debería aprovechar el actual diálogo con la oposición –supervisado por el Vaticano y la Unasur– y crear un tribunal electoral neutral creíble para todos los sectores que se encargue de supervisar las próximas elecciones. Ésa es la clave para devolverle a Venezuela un poco de paz social y de esperanza.

La Nación – Buenos Aires