Lo absurdo de un salario mínimo

Roberto Ortiz Ortiz

RORTIZ Como una costumbre -política- de todos los años, ha sido aumentado el salario mínimo nacional. Muchos bolivianos seguro se encuentran felices por la decisión de los ‘ingenieros sociales’ del gobierno, sin embargo, ‘muchos’ no son la mayoría. La mayoría de los bolivianos (los pobres) acaban de ganarse, no un aumento de sueldo, sino más bien, una patada hacia la informalidad económica y en muchos casos una invitación innegable a la fila de los desempleados.

La ley del salario mínimo, en resumidas palabras nos dice que: Nadie cuyo trabajo sea valorado en menos de 1440 Bs volverá a encontrar un trabajo. Es decir que, si un boliviano desea –voluntariamente- trabajar por 500 bolivianos, no podrá hacerlo, por ende la sociedad habrá perdido el producto de una persona que nunca llegara a ser económicamente auto-suficiente. Lo cual resulta ser totalmente ineficiente para todos.



Se debe entender que los bolivianos valemos por nuestra productividad y no en función a órdenes ministeriales. Este aumento en el salario mínimo podría ser objeto de politiquería o en el mejor de los casos, un amable intento de mejorar los ingresos de los bolivianos. Sea cual sea su razón de ser, el gobierno no cumplirá con este medio su objetivo. Pues los salarios reales aumentarán solamente en función a la productividad de los empleados, la eficacia de los empresarios, la educación, el aumento de tecnología, la menor corrupción y sobre todo costos contractuales bajos.