¿Cumbre o Preste?

Arturo Yáñez CortesZORROCORTES_thumbAunque respeto esos usos y costumbres pues los entiendo inscritos dentro del derecho del libre desarrollo de la personalidad, mantengo personalmente mis reservas con aquellas prácticas de los prestes o presteríos, pues no encuentro nada razonable que una persona y su familia, trabaje y se esfuerce durante un lapso relativamente largo para luego dilapidar lo ahorrado o incluso fiado en uno o dos días de fiesta, así sea so pretexto de alguna devoción, pues sostengo podrían invertirse esos recursos de forma mucho más inteligente en beneficio de la familia: salud, vivienda, educación y otros (mucho más rentables aunque tal vez a mediano o largo plazo).Empero, como lo dejé sentado y sin que me oponga a ese tipo de divertimentos si de eso se trata, el tema abarca lo estrictamente familiar y no me toca ni interesa meterme en cómo una familia gasta o invierte sus recursos. Cada persona es libre de gastar o invertirlos en lo que le venga en gana, mientras no sea ilegal.No obstante, convendrán conmigo que no es lo mismo cuando se trata de los recursos de un estado pues todos en mayor o menor medida contribuimos a generarlos (vía impuestos u otras construcciones públicas) e indudablemente nos concierne la manera en que la administración los distribuye, invierte o los gasta (peor si los dilapida).Lo acaecido con la recién realizada Cumbre del grupo G77+ China, finalmente convertida en G16 – China (contando a varios dictadorzuelos impresentables) en la que según fuentes disponibles, pues como de costumbre no hay cifras oficiales y peor rendición de cuentas, se gastó o invirtió aproximadamente 75 millones de dólares provenientes de la administración nacional, departamental y local y, en función a los resultados obtenidos, sostengo se asemeja más a un preste en el que el pasante ha dilapidado los recursos estatales para mandarse la parte y presumir -a nuestra costa- que vivimos en un estado “de tener”, pues aunque las urgentes obras realizadas en infraestructura si han sido bien construidas perdurarán en el tiempo y podrán prestar servicio a Santa Cruz de la Sierra, los restantes gastos (joyas de oro como recuerdo, viáticos para los devotos invitados, propaganda, asambleístas como “ayucos” de protocolo, etc.) caen irremediablemente en el concepto de dispendioso: costoso, de gasto considerable, según el mataburros.Así los gastos, el preste armado para tratar de obtener algunos votitos en el oriente, contentar a los nuevos aliados con recursos frescos sin licitación y pretender relanzar la imagen presidencial urbi et orbe no justifica lo dilapidado en términos de costo-beneficio pues la exigua cantidad de asistentes, las más de doscientas conclusiones muchas de ellas koñichis de anteriores cumbres (sin referencias al incómodo tema de DDHH para varios asistentes)y todas no vinculantes para nadie ni siquiera para sus entusiastas suscriptores, no justifican ese gasto dispendioso para un país como el nuestro con tantas carencias, salvo en términos electoreros o para los asiduos al circo populista. Existían inversiones mucho más inteligentes que incluso seguramente habrían también redituado votos y conseguido nuevos aliados aunque sea ocasionales -para hacer buenos business- pero al final de cuentas está claro que los delirios populistas se padecen hasta la sepultura y peor en tiempos electorales. Como bien sostiene Untoja: “Lo típico de los regímenes populistas es que cuanto más hablan de revolución, más se acostumbran al derroche y la perversión”.Correo del Sur – Sucre