Informe Especial | El mundo trans, sus historias y lucha por las esquinas

Cochabamba, Bolivia. Las travestis Alondra y Gema comparten su intimidad como trabajadoras sexuales, un oficio en el que sobre todo las más jóvenes están expuestas a proxenetas y violencia sexual. Cochabamba ocupa el segundo lugar en prevalencia de mujeres trans con el virus de la inmunodeficiencia humana (vih) e infecciones de transmisión sexual, después de Santa Cruz.Naciones Unidas establece que la palabra travesti se utiliza para designar a una persona que adopta una apariencia e identidad de género que no corresponde con su identidad biológica al nacer. Pagar una parte de lo que ganan a cambio de un espacio en “la esquina” es lo que se denomina derecho de piso, cuando las trabajadoras sexuales trans se inician en Cochabamba. Algunas trabajan en lenocinios junto a mujeres, pero la mayoría se expone en vía pública. La clientela es diversa y buena parte de ella ejerce violencia, al igual que las y los proxenetas. Activistas piden políticas públicas laborales, salubres y educativas para proteger al sector.

Travestis pagan derecho de piso para ocupar esquinas

HAY DUEñAS DE ESPACIOS QUE ADMINISTRAN EL “NEGOCIO” Y LAS MáS JóVENES, CUANDO EMPIEZAN, DEBEN PAGAR ALREDEDOR DE 100 DóLARES A LA SEMANA.imageTRABAJADORAS SEXUALES TRANS EN UNA ESQUINA DEL PASEO DE EL PRADO, EN LA CIUDAD DE COCHABAMBA. ARCHIVO / DICO SOLIZPor: Melissa Revollo, OPINIÓN, CochabambaPagar una parte de lo que ganan a cambio de un espacio en “la esquina” es lo que se denomina el derecho de piso, cuando las trabajadoras sexuales trans se inician en la actividad.Algunas trabajan en lenocinios junto a mujeres, pero la mayoría se expone en vía pública.Una encuesta realizada por la Mesa de Trabajo Nacional (MTN) dio datos de que, en todo el país, el 30 por ciento de las trabajadoras sexuales trans ofrece sus servicios en un local y el 78.7 por ciento en la calle, Mientras, mediante anuncios o por vía telefónica está el 27.3 por ciento . Estos datos incluyen respuestas combinadas y por eso suman más del 100 por ciento . En Cochabamba se refleja la misma cifra nacional, a diferencia de que un 43.5 por ciento lo hace mediante anuncios.Entre las 23:00 horas y pasada la medianoche existen lugares en el centro de la ciudad donde ofrecen sus servicios. A esa hora se identifican solo jóvenes, chicas bien maquilladas y vestidas provocativamente.Hay dueñas de esquinas, que son de mayores edad y también trans, que les ceden lugares. Pero, a cambio debe haber una retribución económica.“Unos 100 dólares por semana”, explicó la directora ejecutiva de la MTN, Rayza Torriani, al referirse al denominado derecho de piso. Sin embargo, dijo que las jóvenes luego se empoderan y dejan de pagar.Pero, esta práctica se naturaliza entre ellas cuando explican que existe una “buena causa”.La psicóloga Ninoska Flores manifestó que pudo conocer que “sí se cuida la esquina” y que lo que hacen es reunir el dinero en conjunto para solucionar sus problemas legales y policiales, cuando terminan detenidas, generalmente, tras peleas callejeras. “Es para ayudarse entre ellas”, argumentó.Torriani contó que hay mayores que se aprovechan de las jóvenes para obtener dinero a su costa.“Si eres agraciada, bien pintada vas a estar en la esquina y los clientes te van a recibir mejor. Y ponen una parte del dinero que ganan”, describió.Un informe sobre la Población Trans que se dedica al Trabajo Sexual, del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y la Mesa de Trabajo Nacional (MTN), destaca que la edad promedio en que tuvieron relaciones sexuales por primera vez las trabajadoras sexuales trans fue a los 15 años.El mismo informe publica que entre las principales razones para haber ingresado en el trabajo sexual están las necesidades económicas (83.3 por ciento ), en segundo lugar al haber sido llevadas por otras personas (26 por ciento ), el 18.7 por ciento indicó que no pudo conseguir otro trabajo, esto relacionado con la discriminación, y el 10.7 por ciento señaló otras razones como “por gusto” o “curiosidad”.Torriani acotó que algunos empleos alternativos se dan en peluquerías y otros donde “son empleadas que no saben hacer nada” y les pagan poco, menos que en el trabajo sexual.RIÑAS Y PELEAS Según describieron las trabajadoras sexuales trans con las que este diario tuvo contacto, los denominados clientes son hombres o bisexuales, de distintas clases sociales, ocupaciones y edades. No existe un perfil único que sea común entre ellos.Acotaron que casi todas, si es que no todas, han sufrido algún tipo de violencia, en muchos casos física por parte de sus clientes.“Ellos saben que somos travestis. Fingen que se dan cuenta recién en la intimidad y nos golpean. Luego, cuando hay líos, nos acusan de robo y nos hacen llevar a la Policía”, dijo una de ellas. Aunque agregó que cuando están borrachos o drogados podrían no darse cuenta.Otra contó que cuando les arrestan están las ocho horas y que nunca se dan las denuncias formales porque “los hombres temen que sus familias se enteren de que son bisexuales”.Este tipo de casos suelen conocerse en la Policía como riñas y peleas o denuncias de robo.El estudio de UNFPA-MTN reveló que las trabajadoras sexuales trans han sufrido distintas situaciones de violencia, el 88 por ciento violencia psicológica, el 75 por ciento física, el 9.3 por ciento sexual y el 17.6 por ciento económica.Según el mismo diagnóstico, en relación a las situaciones y los lugares en los que las trans han sido víctimas de violencia, el 36.9 por ciento dijo que sufrió violencia en el trabajo, el 63.0 por ciento en su vida cotidiana, el 10.2 por ciento en su familia, el 1.9 por ciento en centros de salud u hospitales, el 16.7 por ciento en la calle y el 10.2 por ciento por parte de la Policía. En Cochabamba, los índices de violencia en contra de esta población son menores que en La Paz y Santa Cruz.Datos.TransEl término está referido a la población de travestis, transformistas y transexuales, siendo las más afectadas, en temas de discriminación, las travestis.TravestiEl Programa Conjunto de Naciones Unidas contra el VIH/Sida (Onusida) establece que la palabra travesti es la persona que adopta una apariencia y una identidad de género que no corresponde con la identidad biológica al nacer. Entretanto, transgénero hace referencia a la persona que desea vivir su vida como miembro del género opuesto al de su anatomía física. Se ha identificado que los travestis prefieren utilizar el término transgénero.TransexualLa Onusida define como transexual a la persona que adopta una apariencia y una identidad de género que no corresponde con el sexo biológico al nacer y que adecua quirúrgicamente sus genitales a tal identidad de género. Se ha conocido que en Bolivia no habrían más de 10.TransformistasLa directora ejecutiva de la Mesa de Trabajo Nacional (MTN) explica que transformista es la palabra que hace referencia a la persona que viste ocasionalmente con indumentaria femenina, ya sea para eventos sociales o para ejercer el trabajo sexual.Ser transPor su condición de personas trans, se sienten en permanente exposición a la discriminación, en su familia, amigos, escuela, centros de salud y éste es uno de los argumentos más fuertes para explicar el abandono de estudios y la opción ocupacional única del trabajo sexual.¿Estudian, estudiaron?Un estudio del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y la Mesa de Trabajo Nacional (MTN) revela que, en Cochabamba, entre los transformistas la mitad terminó la secundaria y la otra mitad logró estudios superiores. La población travesti el 15.4 por ciento solo hizo estudios en el ciclo primario, el 62.5 por ciento alcanzó el secundario y un 23.1 por ciento hizo estudios superiores.Alcohol y drogasLas que más consumen alcohol, 2 o más veces a la semana, son las travestis 48,9 por ciento seguidas por las transformistas 34,4 por ciento . Y en lo relacionado al consumo de drogas, la frecuencia fue menos de una vez a la semana en un 34.9 por ciento .

“Sin cabellos largos ni senos, la falda me hacía sentir bien”

imageDesconfiadas, a veces agresivas. Tienen 38 años, las dos. No son amigas, tal vez solo conocidas. Travestis, ambas nacieron hombres, ahora se sienten y muestran como mujeres. Historias distintas, pero parecidas. Tuvieron su primera relación sexual entre los 13 y 14 años, con un hombre, pero hablan poco de su adolescencia.Es mediodía y Alondra (nombre cambiado) ya ha regado las plantas, desayunado y preparado la comida. Gema (nombre cambiado) nos ha pedido la entrevista a esta hora porque tenía cosas que hacer. Hace más de 20 años ambas eran adolescentes y salieron de sus casas, una del sur del país y otra del oriente. Una se fue del campo a la ciudad y la otra a Cochabamba.Gema habla poco, le cuesta mirar a los ojos. Salió bachiller y estudió media carrera de Contabilidad. No concluyó “por falta de dinero”.Cuenta que salió de su casa a los 14 años. Quería ser mujer. Habló con sus padres y se fue a la ciudad. Tuvo su primera relación sexual ya a los 13 años. “Yo lo decidí. No me pagaban (…) No sabía todavía nada del ambiente”, expone.Narra que trabajó en panaderías, y aprendió a hacer masitas, hizo labores de limpieza y otras. “Soy repostera”, explica.Alondra lleva puesta una falda corte campana hasta la rodilla, deja ver sus piernas morenas. Calza sandalias blancas que combinan con su blusa. Deja la manguera en el césped y nos invita a su oficina. “Fui primero una ama de casa, ahora soy Alondra”. Tenía preferencia por una identidad femenina a los 13 años. Cuando no había nadie en su casa se ponía una falda. “Sin senos ni cabellos largos” le hacía sentir bien.La discriminación de su familia hizo que se vaya lejos, hasta Cochabamba. De día era ama de casa, respetada en el barrio donde vivía sola. Lloraba, era tímida y tenía miedos.Ni Alondra ni Gema cuentan detalles de su adolescencia. Prefieren saltarse esa etapa.PROSTITUCIÓN Para Gema el dinero por el comercio sexual llegó a sus 22 años. Aclara que siempre fue su voluntad.“Yo vivía con varias travestis, vi cómo trabajaban y fue decisión mía entrar en esto”, sostiene.Alondra recuerda que corría el año 1995 cuando debutó en un escenario nocturno lleno de luces. También fue su primera noche “cobrando”. Iniciaba el trabajo sexual comercial. Tuvo que pagar el derecho de piso y dar parte de lo que ganaba para tener “trabajo”.El derecho de piso hace referencia a la retribución económica que las trans hacen a una persona mayor de su misma población para tener un espacio dónde exponerse en la calle, en una esquina.“De noche ya era una mujer dura, coqueta, más imponente (…) Salía de la casa a medianoche, pintada, maquillada”, manifiesta. Mientras habla sacude su cabellera ondulada rubia, perfectamente teñida sin raíces oscuras descubiertas, y la acomoda con las manos, encuadrando sin querer un rostro maquillado sutilmente, ojos delineados con lápiz negro, labios delgados pintados de rosa y polvo para afinar su cutis.“Bebía, vendía el cuerpo para ganar plata y llevarme un plato de comida a la boca. Al día siguiente tenía la otra imagen, sin pintura, mujer, pero seria, calladita. Eso era”, dice.Gema consume alcohol “de vez en cuando” y reconoce que antes probó droga, marihuana, por curiosidad y porque vio a sus amigas. Siempre resalta que lo hizo de manera voluntaria.“La mayoría continúa consumiendo, algunas por decepción, otras porque están ya viciadas”, relata sobre sus compañeras.Conforme a los resultados del estudio de Sexualidad Masculina y Vigilancia en Bolivia (Semvbo) publicado en un Informe La Población Trans que se dedica al Trabajo Sexual, del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y la Mesa de Trabajo Nacional (MTN), el 99 por ciento de las encuestadas refiere haber consumido bebidas alcohólicas en el último mes y 92 por ciento menciona haber consumido drogas durante los últimos 12 meses. Son adictivos que tienen “relación directa con el ejercicio del trabajo sexual”.Gema vive en una familia. Así llaman a los grupos de travestis que conforman, sin ser parientes de sangre. Alondra vive sola.El informe dice que más de la mitad (53.3 por ciento ) de las personas trans que ejercen el trabajo sexual vive sola.La familia sanguínea de Gema todavía vive en el pueblo que dejó hace 25 años. Tienen contacto telefónico. De ellos solo un par conoce que es trans.FUTURO A Gema le preocupa, sin que lo diga, su salud y su futuro. Se calla un rato. Pierde la mirada en el suelo y respira. “Tengo VIH hace tres años”, confía en contar. Resalta que acude a sus controles y que es responsable con su tratamiento. Se atiende cada dos meses.Pero piensa en cambiar. “Quisiera trabajar en una pastelería, poner un negocio, conseguir un poco de dinero. Dicen que es difícil dejarlo, yo no creo que uno pueda permanecer todo el tiempo en esto”, sostiene.Alondra se dedicó a la prostitución durante 11 años, hasta los 30 o 31. Dejó el escenario donde se exponía y gracias a capacitación y formación se convirtió en líder en el grupo.“Tengo 38 años, fui trabajadora sexual. Ha sido duro salir de eso”, dice Alondra.“Tengo 38 años, soy trabajadora sexual. No quiero estar siempre en esto”, expresa Gema.



“Las pelucas, maquillaje y pestañas no son un disfraz sino identidad”

LA DISCRIMINACIóN POR SU CONDICIóN DE GéNERO ES LA PRINCIPAL VULNERACIóN DE SUS DERECHOS HUMANOS EN EL SISTEMA DE JUSTICIA, EL APARATO POLICIAL, EL áMBITO EDUCATIVO Y LABORAL.Por: Tatiana Castro, OPINIÓN, CochabambaimageLo más difícil para las travestis es ver cada mañana en el espejo la imagen de un hombre con la que no se identifican. Así es como le ponen rostro y un nombre a su identidad femenina.Con la ayuda de maquillaje, pelucas de todas las tonalidades, extensiones de cabello, pestañas postizas, prótesis y otros insumos de la industria de belleza, van transformado sus rasgos duros en delicadas facciones femeninas.No es un disfraz. Ellas reflejan en su arreglo personal y en su forma de vestir su identidad de género, coinciden la directora ejecutiva de la Mesa de Trabajo Nacional (MTN), Rayza Torriani, y la psicóloga Ninoska Flores.Ellas solo viven. Gastan dinero en sus necesidades. No piensan a futuro. Todo lo pagan día a día, el alojamiento, la comida, la ducha, cuenta Flores.Su empeño está puesto en transformarse y el dinero lo gastan en comprar el mejor vestido y el zapato de moda.Levantarse y salir a la calle es como una pesadilla para ellas porque son tratadas como fenómenos, como “maricas” o como hombres, dice Flores.Lo peor que le puede pasar a una travesti es que la llamen por su nombre de varón. Es como un secreto guardado celosamente.“Es hasta ofensivo porque te ves como María y te dicen Pedro y todos se dan la vuelta para ver qué está pasando”, sostiene.“Ellas dicen: ‘Hago todo lo que hacen todas las mujeres, acéptame como mujer. No me siento hombre, cuando me tratas como hombre me lastimas’, es el clamor por el respeto al derecho de identidad de género”, añade Flores.En su propósito por construir una imagen se inyectan silicona líquida sin ninguna asistencia profesional, poniendo en riesgo su salud. Las que tienen mejor situación económica se someten a cirugías. Pero, de esas hay pocas en Bolivia.El consumo de hormonas femeninas sin ninguna prescripción médica es otra estrategia utilizada para borrar poco a poco los indicios de masculinidad que les queda.“Es una forma empírica de formarte el cuerpo para verte más femenina porque eso te sube la autoestima y vas construyendo tu ser”, dice la directora de MTN.Según Flores y Torriani, el problema de identidad se traduce en depresiones, ansiedad, pánico y hasta pensamientos suicidas. Hay una relación directa entre su vida en desventaja con las demás poblaciones y el elevado consumo de alcohol en su círculo.Abandonan sus hogares o son echadas de sus casas por sus padres entre los 13 y 16 años de edad, por su condición de género. La discriminacion es como el sol que quema al mediodia sin opcion a protegerse.Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, Discriminación y Derechos de las Poblaciones Trans Lesbianas Gays y Bisexuales (TLGB) en Bolivia realizada en abril de 2011, la población con mayor discriminación es la trans con un índice de 49.1 por ciento de la población TLGB.Torriani asegura que la situación no ha mejorado. En la mayoría de los casos los padres reaccionan de diferente manera cuando ven a sus hijos vestidos de mujer. Hay casos en los que ejercen diferentes formas de agresión.“Las más de las veces les golpean para sacarles lo mujercita”, asegura.Rompen todo vínculo familiar y sus parientes no saben que asumieron una identidad femenina porque tienen una vida itinerante entre las ciudades de Oruro, La Paz, Santa Cruz y Cochabamba. O simplemente desaparecen.Las actitudes no las cambia una norma. Si bien está en vigencia la Ley Contra el Racismo no impide que no se margine a la población trans ni se violen sus derechos ciudadanos, aseguraron.“No es necesario ingresar a un sitio público. Es suficiente caminar por las calles a la luz del día para que la gente se de vuelta al ver a las travestis”, reprocha Flores.Son presas de las miradas. Las personas se codean, se dan la vuelta, se preguntan si será hombre o mujer, coincidieron Flores y Torriani. Solo ellas se aceptan entre sí y otros grupos aislados como las trabajadoras sexuales o los gays.La situación de discriminación se irradia en el ámbito social, es decir, en la educación, salud, sistema judicial, entre otros.La encuesta señala que la población trans es la más discriminada en los centros educativos, en 47.4 por ciento . En los ambientes de justicia y policiales las discriminan selectivamente en un 71.4 por ciento .Cinco de cada diez personas trans son discriminadas en las fuentes de trabajo, en cambio en las otras poblaciones la proporción máxima de discriminación afecta solo a dos personas por cada diez.En Cochabamba, la MTN ha identificado a cerca de 50 travestis cuyas edades oscilan entre los 13 y 50 años. La mayoría se dedica al comercio sexual.“Es un grupo totalmente invisibilizado porque muchas de ellas no quieren dar la cara”, concluye. Torriani.

Temor al personal médico frena controles de salud de las trans

COCHABAMBA OCUPA EL SEGUNDO LUGAR EN PREVALENCIA DE MUJERES TRANS CON EL VIRUS DE LA INMUNODEFICIENCIA HUMANA (VIH) E INFECCIONES DE TRANSMISIóN SEXUAL, DESPUéS DE SANTA CRUZimageMiedo, vergüenza y desinterés son algunas de las causas que frenan la asistencia de las travestis a los sistemas de salud. Cerca del 85 por ciento de estas mujeres trans no acude a un centro de salud ni público ni privado por estigma y discriminación, señala la directora ejecutiva de la Mesa de Trabajo Nacional (MTN), Rayza Torriani.En Cochabamba las trans son cerca de 50, según registros. Son una población reducida, pero altamente vulnerable a las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) y al Virus de Inmuno Deficiencia Adquirida (VIH) porque su principal trabajo es el comercio sexual ejercido sin ningún tipo de control, dice.En Cochabamba la prevalencia estimada de VIH en la población Trans, Lesbianas, Gays y Bisexuales (TLGB) es aproximadamente del 16 por ciento , según el coordinador del programa VIH/ Sida del Servicio Departamental de Salud (Sedes), Freddy Zambrana.En lo que va del año se han notificado 40 nuevos casos. Un índice elevado en relación, por ejemplo, al de las trabajadoras sexuales heterosexuales que es del 2 por ciento . Según Torriani, existen más casos de mujeres trans con VIH en Santa Cruz, después Cochabamba y luego La Paz. En el caso de la sífilis la prevalencia es similar.LA CONSULTA Son las diez de la mañana y la fila de las pacientes rebasa el estrecho pasillo del Centro Departamental de Vigilancia, Información y Referencia (CDVIR). Todas esperan por una consulta ginecológica y un sello en su libreta de salud, indispensable en el ejercicio de la prostitución. Son las trabajadoras sexuales.La dinámica es la misma de lunes a viernes, así como la completa ausencia de las travestis, invisibles de día en todos los espacios sociales, incluido el sistema de salud. La baja cobertura en este grupo es un factor determinante de riesgo.Según el diagnóstico de la Población Trans que se dedica al Trabajo Sexual, del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y la Mesa de Trabajo Nacional (MTN) de 2010, el porcentaje de travestis que usa preservativo durante su actividad sexual es mínimo, a pesar de que el 94.7 por ciento indica haberlo utilizado con su último cliente.Una fracción importante de mujeres trans VIH positivas no habrían usado condón en su última relación sexual, tanto en las relaciones comerciales como en las relaciones no comerciales, estableciendo un factor de riesgo significativo en la transmisión del VIH y la sífilis, señala el documento.También establece que un número elevado no acepta realizarse las pruebas de VIH, sífilis debido al estigma y discriminación asociados a su identidad sexual y a su condición epidemiológica.Torriani asegura que la mayoría no cuenta con su carnet de sanidad porque no lo necesita ya que su trabajo se desarrolla prioritariamente en las esquinas y no en locales establecidos.Se suma el hecho de que las travestis no cuentan ni con certificado de nacimiento ni cédula de identidad, indispensables para la emisión del carnet de sanidad. La mayoría evita el trámite para mantener en secreto su verdadero nombre, el de hombre.Además, no existe un protocolo de atención integral para las mujeres trans. “La mayoría solo llega a los hospitales a morir cuando está en la etapa final del Sida”, reclama.Las situaciones más duras las viven cuando son internadas.“Te colocan en la sala de hombres. Estás echada y tienes un nombre de varón sobre su cabecera. Matan tu autoestima y destruyen todo lo que has construido. Luego vienen siete personas y eres como el ratón de laboratorio”, relata.La mujer trans es la más golpeada y estigmatizada si hablamos de derechos humanos, dice Torriani.La lucha es constante por un buen trato en el que prevalezca la empatía con una población altamente discriminada.En otros casos, existe el desinterés de las trans. La mayoría no toma conciencia de la importancia de la prevención de las ITS y del VIH. “Piensan que el dinero que ganan les da poder, pero se acaba cuando llegan a los hospitales donde se enteran que tienen VIH” dice.En los más de los casos les dan el diagnóstico positivo sin ninguna preparación psicológica ni acompañamiento posterior.“Y pasa el sentimiento del duelo. Te encierras y te pones a llorar. Al otro día te vuelves a cambiar y sales a la calle. Bebes y te drogas para olvidar. No te importa la vida. Muchas salen en cajón del hospital”, lamenta Torriani.AVANCE Zambrana asegura que en los últimos años se ha realizado un importante trabajo de sensibilización con el personal de salud para ofrecer una atención con calidad y calidez a los integrantes del grupo de TLGB.“Falta mucho por avanzar”, concluye Torriani.

Madrinas someten a adolescentes trans a violencia sexual comercial

ESTAS PRáCTICAS ENCAJAN TAMBIéN EN DELITOS COMO EL PROXENETISMO, DE ACUERDO A LA LEY DE TRATA Y TRáFICOimageLes llaman madrina o mamá grande. Suelen darles protección a las más jóvenes, incluidas adolescentes. Pero se supo que también les someten a violencia con la denominada “educación de la esquina”.Un profesional, que prefirió mantener su nombre en reserva, que trabaja de cerca con la población trans, detalló que las adolescentes ingresan a la actividad sexual con el respaldo de una madrina.“Tiene que haber alguien que avale su actividad. Como jefa de esquina dicen quién trabaja ahí y quién no. Tiene que haber alguien que te lleve y te ponga a trabajar. No es que vas y te paras ahí”, describió esta fuente.Acotó que muchas de ellas fueron víctimas de violencia sexual comercial, “pues es una de las primeras actividades a las que se dedican tras salir de sus casas”.La directora ejecutiva de la Mesa de Trabajo Nacional (MTN), Rayza Torriani, dijo que las adolescentes, que no saben beber ni conocen drogas, son víctimas sin que nadie haga nada por defenderles.“Llega el cliente y negocian con él. ‘Te tengo una changuita, una peladita bonita’. Tienen 14, 15 años, son menores de edad y nadie ha hecho nada tampoco respecto a la explotación laboral a jóvenes trans en el país”, cuestionó Torriani.La directora ejecutiva de la MTN expresó que se da cuenta de que desde el momento en el que una persona mayor acepta que una menor esté a su lado “trabajando” es un delito.“En toda Bolivia ocurre, ‘te protejo porque soy la mamá grande’ y hasta cariño le brindan. Ahí entra el tema, la trata y tráfico, porque llevan a una menor con un cliente”, manifestó.La fuente que prefirió no identificarse informó que “años atrás una jefa acompañada por un hombre hacía de proxeneta, pero ahora como tienen mayor formación es diferente”.SANCIÓNEstas prácticas encajan en los delitos de violencia sexual comercial y proxenetismo. La Ley 263 Integral contra la Trata y Tráfico de Personas hace referencia al proxeneta como aquella persona que promueve, facilite, o contribuya, mediante el engaño, violencia o abuso de poder para obligar a una persona a prostituirse ofreciéndola en “venta” a otras personas, a cambio de dinero. La sanción es de 10 a 15 años de cárcel. Cuando la víctima es menor de 14 años “aunque fuera con su consentimiento” se agrava la pena, de 12 a 18 años.Entretanto, la violencia sexual comercial es el delito por el cual una persona paga, en dinero o especie (ropa, juguetes, comida, joyas, celular, etc.) a una niña, niño o adolescente o a una tercera persona, para tener cualquier tipo de actividad sexual, erótica o pornográfica con ese niño, niña o adolescente. La pena privativa de libertad es de 8 a 12 años de cárcel y se agrava en un tercio cuando la víctima sea niño, niña o adolescente.“Las chicas comienzan a beber poquito a poquito, van viendo el dinero, salen con uno, luego con otro, conocen a clientes que les gusta drogarse y les dan droga también a ellas (…) Así comienzas ese círculo de vida”, describió Torriani.Agregó que hay menores de edad en esta actividad, que en Cochabamba la cifra es muy baja y que se presenta más en las ciudades de Santa Cruz, Beni, Pando y Yacuiba.VIOLENCIA“Y empieza el tema de la violencia, desde la mamá grande porque les pega y les dice ‘me respetas porque soy yo la que manda acá’ y se va generando esa educación de la esquina”, describió.La inocencia aún habita en ellas, pero, según explicó Torriani, esas vivencias las convierten también en personas agresivas con el pasar de los años. También son vulnerables y hasta “se enamoran” ante muestras de afecto, “porque es lo que no tuvieron en su casa”.LA PRIMERA VEZEn un informe sobre La Población Trans que se dedica al Trabajo Sexual, del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y la Mesa de Trabajo Nacional (MTNA) se evidencia que el 57.7 por ciento de 150 trabajadoras sexuales trans encuestadas “indicaron haber recibido dinero por primera vez a cambio de relaciones sexuales cuando aún eran menores de edad”. El 42.3 por ciento restante señaló que recibió dinero por primera vez cuando tenía 18 años o más.En Cochabamba sufrieron más abusoUNFPA-MTN Según las cifras, en el departamento de Cochabamba las travestis sufrieron más abuso sexual. En Bolivia, casi un tercio, 28 por ciento , del total de las trans encuestadas, dijo que sufrió abuso sexual antes de ingresar al trabajo sexual. Cochabamba, con 53.8 por ciento , y La Paz, con 37.1 por ciento , han sido los lugares donde más ha sufrido abusos esta población.No existe la prostitución infantilANNI En el Diagnóstico de la Violencia Sexual Comercial en Bolivia 2012-2013 y la Agencia Nacional de Noticias por los Derechos de la Infancia (ANNI) se aclara que no existe la prostitución infantil ni niños o niñas prostitutas ni menores que se prostituyen, sino niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia sexual comercial.

Activistas demandan políticas públicas a favor de travestis

LAS AUTORIDADES RECONOCEN QUE NO SABEN SOBRE LA EXISTENCIA DE ADOLESCENTES TRANS EN NUESTRO MEDIOimageOPINIÓN, CochabambaLa discriminación hace lo suyo en educación, salud, administración de justicia y la cotidianidad misma, por lo tanto urgen políticas públicas claras a favor de la población Trans Lesbianas Gays y Bisexuales (TLGB), en especial en beneficio de las travestis que son las más estigmatizadas y marginadas por su identidad de género.No se respetan sus derechos. No pueden acceder a un nombre que refleje su identidad femenina y eso las anula e invisibiliza como ciudadanas.“Se nos quita el derecho a la educación, al trabajo, a una vida digna” señala la directora ejecutiva de la Mesa de Trabajo Nacional (MTN), Rayza Torriani.En Bolivia hay una normativa clara que garantiza la inclusión social y sanciona las manifestaciones de discriminación pero falta el compromiso de las autoridades locales y nacionales de velar por su cumplimiento, expresa Torriani.La norma por sí misma no cambia ni los estereotipos sociales, ni culturales. “Todavía tenemos la mente cerrada”, reclama la activista y acota que no puede existir un avance real mientras no se reconozca el derecho de los ciudadanos a una identidad de género, a un nombre y apellidos que los representen.Por ahora, “la mayoría de la población, incluyendo a los gobernantes son personas cerradas que piensan que solo existe el hombre y la mujer y ningún género más y lo que sale de sus estándares es considerado una enfermedad o algo ridículo”, menciona.Lamenta que, por ejemplo, en la Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia (348) no se las haya tomado en cuenta.Un paso a la vez. Actualmente las trans ocupan las celdas de mujeres cuando son arrestadas por la agentes policiales por algún conflicto con la ley, antes debían compartir los estrechos espacios con hombres. Lo mismo sucede cuando son detenidas, se las envía al penal San Sebastián mujeres. Fue una lucha sostenida, asegura Torriani.La psicóloga de la MTN, Ninoska Flores, expresa su preocupación por la temática de salud y demanda políticas de alto impacto que favorezcan las prácticas saludables de la población trans destinadas a mejorar la asistencia a los hospitales.Se debe hacer énfasis en acciones de promoción y prevención. Solo así se logrará el incremento de la cobertura de los servicios de salud.Hay iniciativas alentadoras. Los estudiantes de las universidades han comenzado con un importante trabajo de investigación demostrando una apertura a la temática de la identidad de género a través de estudios en el área de salud. “Dentro de unos años se verán más cambio”, dice.ADOLESCENTES Son invisibles. Pese a la normativa vigente no se vela por el grupo adolescente de la población TLGB como si no existiera, reclaman las activistas.“No tenemos conocimiento de travestis menores de 18 años” expresa la titular de la Dirección de Género y Generacional de la Alcaldía de Cochabamba, Raquel Melgar y admite que desconoce la problemática de las adolescentes trans.Sobre la violencia sexual comercial a la que son sometidas las menores trans asegura no tener información: “No que tenga conocimiento, tal vez sí, tal vez no, pero no que se haya tomado conocimiento formalmente”.Sin embargo, hay tareas preventivas con estudiantes entre tercero y sexto de secundaria para evitar que caigan en redes del comercio sexual.No hay denuncias de violación de derechos humanos por parte de los integrantes de la población TLGB, explica el representante del Defensor del Pueblo en Cochabamba, Andrés Cuevas. La Institución se centra en tareas de apoyo a sus demandas de reivindicación.Proponen norma de identidad de géneroEl anteproyecto de Ley de Identidad de Género es el resultado de un proceso consultivo con las personas trans, en el ámbito departamental, nacional e internacional. Propone un cambio legal de nombre y sexo de personas travestis sin la necesidad de tener que pasar por un proceso médico de reasignación de sexo.Pocas denuncias son por violenciaSolo una de cada siete personas de la población Trans Lesbianas Gays y Bisexuales (TLGB) denuncia los actos de violencia de los que son víctimas. Unas afirman que no hay respuesta positiva y que las autoridades no hacen nada. Otras no lo hacen por temor a que su condición quede al descubierto en los medios de comunicación.