El opa pícaro y querido

Nando Chávez en la intimidad, uno de los humoristas más reconocidos de Santa Cruz, se confiesa y afirma que no nació para el matrimonio

Su más grande amor Le brillan los ojos cuando habla de su única hija Nataly (22). Es la niña de sus ojos y si bien no creció a su lado, no se descuidó ni fue un padre ausente. Tienen una buena relación.
Su más grande amorLe brillan los ojos cuando habla de su única hija Nataly (22). Es la niña de sus ojos y si bien no creció a su lado, no se descuidó ni fue un padre ausente. Tienen una buena relación.
Es un hombre alegre y le huye a la tristeza Asegura que  evade los días tristes. Tiene una coraza contra los días malos, a los que siempre trata de ponerle no solo una buena cara, sino también humor.
Es un hombre alegre y le huye a la tristezaAsegura que evade los días tristes. Tiene una coraza contra los días malos, a los que siempre trata de ponerle no solo una buena cara, sino también humor.
Don Sinforoso es el malo de  la película Después del éxito de Juanoncho, Nando creó a este personaje que tiene todos los valores contrarios a los del ‘opa’.
Don Sinforoso es el malo de la películaDespués del éxito de Juanoncho, Nando creó a este personaje que tiene todos los valores contrarios a los del ‘opa’.
El opa que  lo lanzó a  la fama Ha realizado cientos de obras y series de diferente contenido social y político con toda la chispa y picardía de este personaje hilarante y grotesco, pero  combativo y  justiciero.
El opa que lo lanzó a la famaHa realizado cientos de obras y series de diferente contenido social y político con toda la chispa y picardía de este personaje hilarante y grotesco, pero combativo y justiciero.
Tiene gratos  recuerdos con su madre y  hermanos  Nando Chávez Guzmán  (segundo a la derecha) en su adolescencia. Aparece en la foto junto a sus hermanos, Olga y Sócrates, y su mamá, Carmen Guzmán Justiniano.
Tiene gratos recuerdos con su madre y hermanos Nando Chávez Guzmán (segundo a la derecha) en su adolescencia. Aparece en la foto junto a sus hermanos, Olga y Sócrates, y su mamá, Carmen Guzmán Justiniano.

Nando Chávez Guzmán ya luce cabellos blancos, prominentes entradas y se le notan las arrugas que le surcan el rostro, más aún cuando esboza una amplia sonrisa. Su caminar es un tanto pausado, lo que demuestra que está próximo a cumplir los 64 años y si bien ya no vive tan de prisa, como cuando iba de pueblo en pueblo haciendo reír a la gente, sus personajes como el Opa Juanoncho o don Sinforoso, mantienen su juventud y siguen tan activos como siempre.



El 8 de noviembre próximo celebrará un año más y haciendo una retrospección de su vida, cree que ha logrado todo lo que se propuso. Se considera un hombre exitoso que alcanzó la fama con su personaje del Opa Juanoncho, lo que le ha valido ser reconocido como el cómico más querido en Santa Cruz, tal como lo confirma una encuesta realizada por Captura Consulting a principios de este mes para EL DEBER y que lo sitúa como el humorista más destacado en esta tierra oriental.

Son la 13:30 del lunes cuando llegamos hasta la Casanga de Juanoncho, aquella que hace poco más de cinco años se compró en la calle 5 Oeste de la Villa Primero de Mayo. A los pocos minutos llega el humorista en su jeep Vitara color plomo, del año 92, junto con la niña de sus ojos, su hija Nataly, que estudia Ingeniería Comercial y, a la vez, se está capacitando en Estilismo y Belleza.

Su delgada y espigada silueta luce jeans, polera de una empresa de la que es su imagen y zapatos de vestir. Baja del vehículo con rapidez y mientras pide disculpas por el pequeño retraso, abre la puerta de la ‘Casanga’ donde funciona su local de eventos, su empresa publicitaria TeleArte y donde vive solo. De día lo acompaña una señora que trabaja con él para mantener el orden en la casa, pero dice que le cocina solamente cuando él desea algo, ya que come donde le toca o lo invitan.

Antes de empezar la entrevista, Nando se cambia la polera por una camisa en tono vino que combina con un saco verde musgo, muy al estilo de don Sinforoso, aunque asegura que su estilo de vestir es siempre más informal. Sillas y mesas amontonadas por doquier y dos gigantografías le ponen el marco al gran salón pintado de rojo y melón donde los fines de semana se realizan matrimonios, quinceañeros, cumpleaños o algún otro evento.

Asegura que la tecnología no es lo suyo. Su ‘face’ no lo actualiza muy seguido y tiene un sencillo celular Nokia que no tiene WhatsApp. “Con que tenga para llamar me sobra y me basta, no necesito más. Soy un smartginado”, bromea.

Un hombre muy reservado
Habla hasta por los codos sobre su trabajo, sus éxitos, logros, sus proyectos y hasta de sus fracasos; pero cuando es el turno de abordar su vida privada es más reservado. Como cuando le consultamos acerca de los amores de su vida, él simplemente se ríe y no da muchos detalles. En pocas palabras cuenta que hace más de 23 años se casó y al poco tiempo de nacer su única hija se divorció y nunca más pensó en el matrimonio. “Creo que no fue hecho para mí”, señala entre risas Hernando, nombre con el que fue bautizado, pero que ni el utiliza.

Dice que no es un hombre de vicios ni de rutinas marcadas, se califica a sí mismo como trabajador y responsable. No tiene un pasatiempo definido y su mejor distracción es compartir “unas copitas” con sus amigos en sus noches de ‘frater’.

Eso sí, le encanta la comida típica y los refrescos de frutas naturales, además de la chicha.

La política no le ha sido ajena. Fue parte de su vida en la década de los 80 y en 1989 candidateó con el MIR para ser diputado por Beni, pero no ganó, así que después se desmarcó y siguió con lo suyo.

“Siempre fui de izquierda. En un momento apoyé al MIR porque era un partido de izquierda, pero cuando dejó de serlo dejé de ser mirista”, argumenta, luego de recordar que fue perseguido en la época de las dictaduras militares de los años 70 y 80 y que incluso llegó a estar tras las rejas durante el gobierno de García Meza.

De Juanoncho asegura que tiene la actitud positiva, solidaria, combativa y justiciera, que es parte de sus principios de vida y de su ideología existencial y política. En cambio de don Sinforoso, que es la figura antagónica y sin valores de sus series, dice que no comparte nada, aunque la mirada de Hitler que caracteriza a este personaje, al sacarle las fotos a ratos aparecía reflejada en su rostro, pero entre risas aclara que su personalidad no tiene nada del dictador nazi.

¿Se puede vivir del humor?, le consultamos. A lo que responde que en su caso sí, aunque en Bolivia esta carrera no da para hacerse rico, porque el productor invierte dinero y se arriesga, llegando a veces a perder. No obstante, deja claro que él lo ha logrado y tiene todo lo que necesita: una casa, que también le sirve para su negocio, una productora, dos vehículos, uno de ellos es una camioneta Hilux 2013, y que aunque no es la ‘Mosquito’ de sus sueños, también ‘pica’, dice divertido.

Querendón de su familia
Nando nació en Trinidad (Beni) en el año 1951 en el seno de una familia de clase media muy trabajadora. Es el menor de los hijos de los esposos Sócrates Chávez y Carmen Guzmán, ambos fallecidos hace muchos años. Primero se fue su papá, cuando Nando apenas tenía 12 años, por lo que tiene pocos recuerdos de él y su madre murió algunos años después, cuando estaba estudiando en Cochabamba.

“Mi padre era muy serio y no lo recuerdo mucho, no tuve una relación muy apegada con él porque paraba en Magdalena y lo veía poco. A pesar de todo tuve una infancia feliz, porque desde niño hice lo que me gustaba. Mi madre falleció en 1970, pero de ella recibí mucho amor, ternura y cariño. Fue una mujer muy sacrificada, trabajadora y noble que dio todo por sus hijos. Recuerdo que ella siempre me decía que a todos nos quería por igual y como yo era el menor seguro que le exigía más adulos”, recuerda entre risas.

Es muy unido con sus hermanos de padre y madre, especialmente con Olga y Sócrates (Toto), que son los que viven en Santa Cruz. El mayor, José se fue cuando era muy joven y no supieron más de él y con Fabián se ven cada que Nando visita su ciudad natal. “Soy muy apegado y querendón de mi familia y aunque no nos vemos todos los días, los quiero mucho y cada que podemos nos reunimos”.

Olga lo recuerda siempre como un niño un tanto tranquilo, pero que se crió en la calle, como todos los muchachos de su edad. Le encantaba declamar y escribir sus propias poesías, algo que heredó de su padre, que también fue un gran poeta y escritor.

“Nando es un hombre muy sincero, honesto, luchador y trabajador. Él desde muy joven se valió por sí mismo y salió adelante solo. En las reuniones familiares es el alma de la fiesta porque es el que le pone la chispa y el humor”, indica.

Lamenta que el matrimonio de su hermano no haya funcionado, pues en el mismo año que se casó, nació su hija y al poco tiempo se divorció. Le pesa, además, que no haya formado nuevamente un hogar, pues “no es bueno que el hombre esté solo”, afirma.

A su vez, su hermano Toto cuenta que Nando siempre fue el más ocurrente de la familia. Lo recuerda no solamente como un apasionado por la actuación, sino también por la pintura y por el básquet, deporte que practicó desde muy joven y hasta que su trabajo se lo permitió.
Lo describe como un hombre muy trabajador, luchador y siempre enfocado en lograr cumplir sus sueños y sus metas y al que también le gusta cantar y rasgar la guitarra en sus noches de ‘frater’.

La luz de sus ojos
Lo mejor y lo más hermoso en su vida, dice que es su hija Nataly Chávez Aguilera. Por ella ha luchado, sigue y seguirá luchando. Siempre trató de animarla a que siga sus pasos, pero ella solo estuvo esporádicamente en algunos proyectos.

De su padre no heredó la pasión por la actuación, pero sí tiene la misma chispa de humor y alegría que lo caracterizan a él.
“Lo mío no es la actuación, pero por trabajar junto con mi papá lo he hecho y cada vez me fue gustando un poco más. Participaré en su nuevo proyecto, aunque estoy lejos de alcanzar todo lo que logró, él es insuperable. Para mí no es fácil y es un poco complicado trabajar juntos, porque es un hombre muy exigente y muy serio con su profesión”, señala Nataly.

Afirma que su padre es una persona superalegre, muy noble, dedicado a su trabajo, que es lo que le apasiona, y sobre todo es un hombre con buenos principios y valores.

Remarca que a pesar de la separación de sus padres y de sus compromisos como actor, siempre sacó un tiempo y estuvo presente para apoyarla en cada etapa de su vida. “El divorcio no fue un motivo para alejarnos con mi papá. No fue un padre ausente, sino que cumplió con su rol y siempre trató de dibujarme una sonrisa en el rostro. Él es mi más grande orgullo”, resalta.

Apasionado por la actuación
El cierre de la Universidad Católica de Cochabamba, en la década de 1970, cuando apenas le faltaba un semestre para terminar su carrera de Filosofía y Letras, le dio luces a Nando Chávez, sobre el rumbo que debía tomar su destino. Como ya había concluido sus estudios en la Escuela de Teatro de aquella ciudad y aunque no estaba seguro que su vida giraría solo en torno a la actuación, decidió abocarse a lo que se convertiría en su principal fuente de sustento, desde hace ya más de 45 años.

En su memoria aún quedan grabadas las imágenes de sus inicios en el mundo de las tablas en su natal Trinidad y recuerda que no había velada en el colegio en la que no participe. Incluso él se encargaba de escribir los libretos en los que plasmaba con humor críticas a los políticos vivarachos o a los narcos.

Representó a muchos personajes antes de que las ocurrencias del ‘Opa lindo y peludo’ o el ‘Opa pícaro’, de overol negro y gorra de visera larga, empiecen a hacer reír a la gente en los barrios de Trinidad a fines de la década del 70, y más tarde en la Casa de la Cultura, el Paraninfo Universitario y el Colegio Don Bosco de Santa Cruz, donde estableció su compañía Teatro Costumbrista Oriental, en 1981.

Como Juanoncho llevó su humor a diferentes barrios y poblaciones cruceñas, con la comedia El opa pícaro, haciéndose conocer en casi todo el oriente como el defensor de las buenas costumbres y la moral, contra ‘el malo de la película’, el abusivo y prepotente don Sinforoso.

Salto a la televisión y al cine
En 1994 dio el salto a la televisión, estrenando su primera telenovela beniana Amor en tiempo seco, luego siguió con Hotelucho y Flamante policía para posteriormente presentar en las pantallas de Santa Cruz las series Chantajes de amor, Coraje salvaje, Indira, Los loteadores y el programa El opa metichi, todas ellas escritas, dirigidas y protagonizadas por Nando.

Hasta el momento tiene en su currículum más de 50 obras teatrales y unos 200 cortos cómicos que hizo para la pantalla chica, al margen de las teleseries ya mencionadas, muchas de las cuales siguen difundiéndose a diario en el canal Solo Noticias en el horario de las 17:30.

Sin embargo, no satisfecho con su éxito en la televisión, el siguiente salto fue el cine. Con su productora TeleArte produjo las películas el Opa pícaro, en 2013, y Mamita de Cotoca, que se estrenó en marzo de este año en Beni y Santa Cruz. En breve iniciará la filmación de la tercera de las cinco películas que se ha propuesto como objetivo y confía en que con su mejor arma, como es el humor criollo al que siempre busca reinventar, recibirá el reconocimiento del público.

De su propia voz
Se considera un hombre exitoso y apasionado por su trabajo, del que disfruta al máximo, pero también se da tiempo para la diversión y los amigos. ¿Y el amor? ; insiste en que “ese ya no es su mambo”.

¿Cuál es la clave de su éxito?
Es la combinación del humor y del costumbrismo; sin esa fusión, no creo que haya sido posible mantener vigentes a mis personajes por tantos años.

¿Qué es el humor para usted?
Es lo más hermoso, agradable y hasta terapéutico. Es un excelente instrumento de comunicación a través del que se llega a la gente. Con la risa se le ayuda a ponerle buena cara a las circunstancias adversas y a las luchas que se presentan en lo social, económico, existencial e incluso hasta en lo político. Con humor todo se distiende, se hace más ameno y llevadero. Es lo que une a la familia y a los amigos.

¿Qué lo pone de mal humor?
Hay de todo en la vida, días buenos y malos, pero hay que saber ponerle buena cara al mal tiempo.

¿Qué es lo que más disfruta?
De mi trabajo. Me gusta lo que hago, escribir mis libretos y producir humor, con el teatro costumbrista, las series y películas. Me encanta hacer reír a la gente, es hermoso. Disfruto de los amigos que tengo de toda la vida en Trinidad y en Santa Cruz.

¿Qué le divierte?
Antes me encantaba jugar billar, ahora lo hago de vez en nunca. Me gusta reunirme con mis amigos.

¿Qué lo enoja?
La irresponsabilidad y la dejadez. Me enoja cuando no puedo hacer las cosas porque alguien falla.

¿Practica algún deporte?
Desde que dejé el básquet no hago deportes. Soy delgado de constitución, aunque como bastante bien. Ahora por la edad tengo que cuidarme un poco en las comidas.

¿Cómo es un día perfecto?
Cuando culmino algún trabajo, ya sea la realización de un spot, actuaciones contratadas o un guión, me siento muy gratificado.

¿Alguna vez se deprime?
Casi nunca, porque mi temperamento alegre y jovial me ayuda a estar siempre rebosante.

¿Cuál es su sueño más grande?
Me planifiqué hacer unas cinco películas y ya voy a iniciar la tercera, que espero desarrollarla con una excelente producción en cuanto a tecnología y a las técnicas utilizadas. También quiero realizar un programa de humor, que es mi fuerte.

¿Qué cambiaría en su vida?
Creo que nada, soy feliz con lo que soy y con lo que he logrado.

¿Cuál es su pasión?
Mi trabajo y me gusta vivir la vida con alegría, entusiasmo.

¿Su mayor tristeza?
No he reparado en eso. Le huyo a la tristeza, hice un mecanismo de defensa, que se llama evasión, para que no hayan esos días tristes.

¿Su mayor orgullo?
Mi trabajo artístico y de mi vida como humorista y de lo que he logrado en cuanto a producción, el nivel de reconocimiento que he logrado en mi carrera.

Dicen que es un poco mujeriego
Cómo será pues (risas). Pregúntele a los que lo dicen (risas).

¿Qué estaría dispuesto a dejar por amor?
No lo sé. Ese no es mi tema ni es mi fuerte (risas). Me casé, me divorcié y no me volví a casar. Creo que no nací para el matrimonio, quizá porque no encontré a la persona adecuada, ni me volví a enamorar.

¿Es un hombre trabajólico?
Amo trabajar, pero también debo darme tiempo para todo. La diversión, el esparcimiento y también para los amigos.

¿Y para el amor también?
Y dale que quiere que le diga que sí, ¿no? Pero ahí nomás lo dejamos. No tengo ningún amor secreto ni escondido (risas)

Fuente: eldeber.com.bo