Es difícil ser Gabriela

Diego-Ayo1Diego Ayo SaucedoEl Gobierno de Evo Morales tomó la decisión de conformar una comisión parlamentaria que investigue el caso CAMCE/Gabriela Zapata. ¿Qué sucedió? Pues nada que no fuera abrumadoramente previsible. Destaca el hecho de emprender una investigación que involucra a Evo Morales sin convocar a Evo Morales. Recordemos que el tenor de la investigación era uno: verificar si se produjo algún tráfico de influencias teniendo en cuenta que la señorita Zapata, quien fuera su pareja (del presidente), manejaba contratos por astronómicas cifras.Debo afirmar sin duda alguna que la sola conformación de esta comisión me pareció una acrobacia política ciertamente llamativa. Ya la sola constatación de que una mujer de 26 años (para entonces), carente de alguna formación universitaria, expareja del presidente, tenía la gerencia de una empresa que manejaba montos que rondan los $us 500 millones, me hubiese parecido suficiente para admitir la culpa.A ver, seamos serios. Repito lo dicho previamente: una mujer de poco más de un cuarto de siglo es la responsable de contratos por montos que rondan los $us 500 millones.Tantos ceros confunden, por lo que se hace necesario ilustrar las cifras. Esos 500 millones servirían para dar un sueldo mínimo mensual a aproximadamente 2 millones de ciudadanos bolivianos; o dar ese mismo salario a 175.000 ciudadanos bolivianos por un año entero. Pero no, el dinero no va a esos compatriotas. Va a la gerente de CAMCE que aunque no cuenta con título alguno -¡no ha pasado más que algunas materias en la universidad!-, es la encargada de velar por el buen uso de esos recursos. Admirable. Hay dos opciones: o la señorita es un genio de los negocios o es una ciudadana que tuvo un vínculo sentimental con el presidente.Por las acciones que ha tomado el Gobierno, encerrando a la susodicha, es obvio que la muchacha, genio no es. ¿Qué otra opción queda? Pues que hubo tráfico de influencia.El Deber – Santa Cruz