El Rasputín de Evo en manos de Interpol

wachavezEl “Monje Negro” es una figura recurrente en los regímenes propensos al autoritarismo. Consejeros pérfidos que, como Rasputín durante el zarismo o Vladimiro Montesinos en el fujimorato, suelen cumplir un rol central entre los bastidores del poder, para luego, en determinado momento, convertirse en factor contribuyente para la caída de sus antiguos amos.Este arquetipo encaja bastante bien en la historia de Wálter Chávez, ex integrante de la banda terrorista peruana MRTA, organización que cometió múltiples crímenes bajo varios gobiernos democráticos en el vecino país.En calidad de refugiado, vivía desde hace décadas en Bolivia, donde se convirtió en uno de los principales asesores del presidente Evo Morales, compartiendo el entorno palaciego con personajes como él provenientes o afines con otros grupos terroristas, como el EGTK y las FARC.El ensayista Fernando Molina lo describe con pluma afilada: “Egocéntrico, malicioso, excéntrico, siempre militó bajo una bandera: la de Maquiavelo. Tenía vocación de eminencia gris. (…) Como Beria, quería ver a los grandes y a los importantes chapoteando en el fango. No era un esclavo de otros, tampoco de eso que llamamos escrúpulos. Era libre en un sentido algo demoníaco. Se vendía al mejor postor, pero el mejor postor era siempre él. Si algunos gustan de animar a otros a crear o ayudar, él disfrutaba auspiciando la destrucción. (…) En su mundo, ser cabrón era virtuoso”.Fue parte del círculo íntimo del poder evista hasta hace un año atrás, cuando cayó en desgracia en medio de una disputa con los hermanos García Linera, y tras su alejamiento acabó apoyando el NO a la reelección en el reciente referéndum constitucional.El gobierno se la tenía jurada por “traición” y Chávez buscó refugio en tierras argentinas, en la provincia de Salta, donde acaba de detenerlo la Interpol a raíz de un viejo pedido de la fiscalía peruana, por cargos de terrorismo.Cabe preguntarse si su salida fue informada al organismo policial internacional por fuentes del gobierno boliviano, a manera de vendetta. Ahora, lo interesante sería que el ex Rasputín de Morales cante todo lo que sabe sobre ilícitos del régimen.Pero más allá de eso, queda claro que los colaboradores con la camarilla del Palacio Quemado pueden acabar sacrificados (pensemos igualmente en Gabriela Zapata o en el fiscal Marcelo Soza).Dicen que la revolución devora a sus hijos. También en el caso boliviano…[email protected]