El cansancio de discapacitados crece, al igual que la solidaridad

Ayuda. En redes sociales convocan a voluntarios para empujar las sillas de ruedas.



Banderas. Las personas que participan de la movilización portan las banderas de su región y la tricolor nacional.

Banderas. Las personas que participan de la movilización portan las banderas de su región y la tricolor nacional. Wara Vargas.

La Razón  / Wilma Pérez / La Paz 

Tras 24 días de marcha, la caravana de personas con discapacidad llegó ayer a Patacamaya (La Paz). El cansancio en el grupo aumenta y ello se refleja en las ampollas de los pies y manos, el hambre y la sed, pero la solidaridad de la gente también crece.

Con una cruz a cuestas y una cadena gruesa que atraviesa por su cuerpo, Víctor Irala camina por un carril de la vía que une Oruro con La Paz. Un accidente de tránsito, de hace seis años, le dejó una cojera en un pie y el movimiento casi anulado en una mano. Parte de su cabeza está cubierta de cobre, pero pese a esa discapacidad sigue caminando sobre unas sandalias impares sujetas con alambres.

“Soy de Pailón (Santa Cruz) y ayudo a mi familia lavando autos, pero al día gano 15 bolivianos y nadie me da trabajo. Estoy cargando la cruz que representa el sufrimiento de todos los discapacitados, por eso me crucificaré con clavos en La Paz y sujetaré mi cuerpo con la cadena que simboliza la fortaleza de todos nosotros”, expresó Irala, quien portaba la tricolor y la bandera de Santa Cruz.

La Razón acompañó ayer a la caravana de personas con discapacidad desde Sica Sica (a 118 kilómetros de la ciudad de La Paz) hasta Bombeo. Los marchistas partieron el 21 de marzo de la plaza 14 de Septiembre, en Cochabamba, rumbo a La Paz, en demanda de un bono mensual de Bs 500 que reemplace el anual de Bs 1.000.

El Gobierno trató en dos oportunidades de instalar el diálogo, pero fue rechazado porque “solo hablaban de proyectos que a la fecha poco o nada se cumplen”, sostuvo el dirigente nacional del sector David Cayo, quien encabeza la movilización.

En tanto, en La Paz, el viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales, Alfredo Rada, aseguró ayer que la marcha de los discapacitados se está politizando. “Me llamó la atención escuchar portavoces de una denominada Fejuve, que en realidad es una Fejuve Revillista que responde al Alcalde de La Paz (Luis Revilla). Resulta que esa Fejuve no dice nada por el impuestazo y tarifazo, pero ahora aparece para organizar una marcha de apoyo a los discapacitados”.

Los discapacitados avanzan a diario entre 10 y 13 km, pero el recorrido de ayer fue el más largo porque fue de 28 km, desde Sica Sica hasta Patacamaya (a 95 km de La Paz). El grupo descansará en este lugar hasta el lunes, día en el que se unirán otras comitivas.

“En Patacamaya nos quedaremos para recuperar fuerzas, arreglar sillas de ruedas destrozadas y curar las ampollas. Además, esperaremos a los compañeros de vigilias para que el lunes marchemos con un buen contingente”, detalló el dirigente nacional, quien está en una silla de ruedas a raíz de un accidente en un bus, hace 10 años.

Así como el cansancio aumenta, la solidaridad de las personas también es más notoria. En el transcurso de la mañana, dos vehículos pararon cerca de los marchistas para entregarles jugos, pan, frutas y otros alimentos. Al pasar los buses por el lugar, algunos pasajeros dejaron monedas y alimentos a la caravana. Otros les gritaban: ¡Fuerza! y ¡Adelante!

Al mediodía, la caravana de marchistas hizo un alto en el cruce a Bombeo, donde el grupo de avanzada tenía todo dispuesto para servir el almuerzo: una sopa de fideo con trozos de pollo.

En las redes sociales de La Pública comenzó una campaña para buscar voluntarios que ayuden a empujar las sillas de ruedas. El traslado a la marcha será el lunes a las 08.00 y retornarán en la tarde. La Alcaldía de La Paz y la Universidad Mayor de San Andrés recolectan enseres y vituallas en la Facultad de Humanidades, ubicada en la avenida 6 de Agosto.

Agresión a la vigilia de La Paz

Denuncia

La vigilia de personas con discapacidad, que está instalada en la plaza San Francisco, sufrió a las tres de la mañana de ayer un amedrentamiento por parte de una persona ebria que irrumpió en una de las carpas. Su representante, Jorge Flores, indicó que insultó y agredió a quienes se encuentran ahí.

Testimonios

‘Una terrible enfermedad me dejó en una silla’: Marcos Guevara (53), dirigente de Santa Cruz

“Cuando tenía 24 años, una terrible enfermedad me postró para toda la vida en la cama y la silla de ruedas. Al principio no acepté mi discapacidad porque mi cuerpo se quedó dormido totalmente; dependo de una persona para salir en la silla de ruedas, dirigirme al baño, bañarme o cuando quiero ir a dormir. En muchas ocasiones tuve ganas de terminar con mi vida, pero mis amigos me dieron ánimos y decidí dejar Camargo (Chuquisaca) y trasladarme a la ciudad de Santa Cruz.  No tenía ni una silla, pero supe robar el corazón de la gente cantando, después me casé y formé una familia.

Soy un hombre luchador y quiero decir a la gente que la discapacidad no es un obstáculo para salir adelante, que cuando uno quiere se puede cumplir con los sueños y esta marcha por una renta de 500 bolivianos es el sueño de todas las personas con discapacidad de Bolivia. La población se identificó con nuestra lucha y por eso estamos muy agradecidos, pues su solidaridad es nuestra fortaleza y les pedimos que no dejen de apoyarnos”.

‘Necesito la renta para estudiar en la universidad’: Jessica Yariquina (23), estudiante de Santa Cruz

“Yo tengo una discapacidad motriz desde nacimiento, me afecta al control y movimiento de mi cuerpo haciendo que mi desplazamiento, equilibrio, manipulación, habla y respiración limiten un poco mi desarrollo. Pero me considero igual que cualquier otra persona, por eso salí con las mejores notas de la escuela y un diploma en mi bachillerato. Estoy en la marcha y llegaré hasta La Paz por dos motivos: primero, quiero y necesito ingresar a la universidad, por eso pido la renta de 500 bolivianos para comprar libros, solventar mis estudios y ser licenciada en Trabajo Social.

En segunda instancia, la marcha es también una denuncia contra la universidad pública de Santa Cruz, que no me permite estudiar con el pretexto de que no podré hacerlo por mi condición y porque el rector dice que solo reciben desde la promoción 2015 y yo soy de 2011, eso es discriminación. Lo de la renta es un pedido de todos nosotros, muchos venimos de familias de bajos recursos económicos, por eso a unos les ayudará a alimentarse y vestirse”.

‘En mi familia somos tres con algún grado de discapacidad’: Valerio Choque (32), representante de Potosí

“Mi papá, mi mamá y yo tenemos algún tipo de discapacidad, quedamos así después de un accidente en una flota hace 12 años. En mi casa soy el único que trabaja, porque mis papás no pueden hacer nada, su situación es peor que la mía; por lo menos yo camino con muleta y una pierna, ellos no pueden ni salir de mi casa, es muy triste. Sé que en otros países el gobierno les entrega prótesis gratuitas para que puedan trabajar, pero aquí no hay nada de eso, estamos desamparados por el Estado, y hasta de nuestras fuentes laborales nos quieren sacar por venir a marchar.

Trabajo en un área de parqueo de la ciudad de Potosí y con eso mantengo a mis papás, quienes no pueden hacer nada. Sin embargo, por estar marchando me anunciaron que me van a despedir, y lo peor es que eso viene de la Alcaldía.  Yo no soy flojo, siempre respondí en los trabajos que me dieron y si ahora estoy marchando es para que a mis papás no les falte nada, pues ellos también recibirán esa renta mensual de 500 bolivianos”

‘Soy una mujer sola y a cargo de mis seis hijos’: Emiliana Huayllpa (40), pobladora de Patacamaya

“Hace 12 años que estoy amarrada a esta silla debido a una enfermedad y recientemente perdí a mi esposo. Mientras yo estaba en la marcha, el fin de semana me comunicaron que mi marido se había muerto, fue la peor noticia que recibí. Ahora soy una mujer sola y a cargo de mis seis hijos. Será difícil salir adelante en mi condición de viuda en silla de ruedas.

Para ayudar en los gastos de la casa hacía algunas cosas para vender porque los 1.000 bolivianos que nos entrega el Gobierno cada año solo alcanza para un mes. Los otros meses mi esposo trabajaba en diferentes oficios; ahora que me quedé sola estoy en la marcha para que nos den el bono mensual, eso ayudará en algo a mi familia.  Cuando me quedé en silla de ruedas mis familiares se olvidaron de mí, solo me quedé con mi esposo, pero ahora él también me dejó, solamente espero que el Presidente (Evo Morales) no nos deje a nuestra suerte. Estoy con la marcha hace varios días porque no sé cómo voy a alimentar a mis hijos, de dónde voy a sacar dinero para que vayan al colegio.”