Donald Trump y las mujeres: una historia de amor y millones

Melania Trump observa a Donald Trump durante un mitin.

Hace casi 25 años un millonario texano hizo temblar el tradicional bipartidismo norteamericano. Se llamaba Ross Perot y consiguió poner en apuros a demócratas y republicanos gracias a una campaña personalista sufragada por su inmensa fortuna. No, Donald Trump no es el primer adinerado excéntrico que se lanza a la presidencia del país más poderoso. La diferencia es que esta vez lo hace arropado por uno de los partidos mayoritarios. O al menos por sus bases.La candidatura que en en junio de 2015 parecía una broma, se ha convertido tras el abandono del senador de Texas, Ted Cruz, en una realidad. Donad Trump, el millonario más conocido por sus apariciones televisivas, su afición a las mujeres despampanantes y su boca de un tamaño tan colosal como su fortuna será, casi con toda seguridad, el candidato republicano a las elecciones de 2016.Y si la vida personal de los Clinton parecía ser, a priori, uno de los puntos débiles de Hillary, que en el otro lado del cuadrilátero se sienten un candidato divorciado, concinco hijos de tres esposas distintas y una primera dama extranjera que ha posado desnuda, parece equilibrar la balanza. Está claro que los tiempos han cambiado, también entre los republicanos del Tea Party. el ala más conservadora de un partido que ahora vuelve sus alucinados ojos al pasado amoroso de un candidato incontrolable.

IVANA, LA EX QUE SE LO QUEDÓ TODO

“Don’t get mad, get everything”. O lo que es (casi) lo mismo: “No te quedes enfadada, quédate con todo”. Esa es la recordadísima frase de Ivana en esa oda a la supervivencia de las divorciadas que es El club de las primeras esposas. Y eso fue lo que hizo, o al menos intentó en uno de los divorcios más famosos de la historia.

Ivana Trump fotografiada durante el festival de Cannes en el año 2.000.

Nacida en la antigua Checoslovaquia y con cierto talento para el esquí, las únicas opciones para que Ivana llegase al occidente soñado que había podido conocer compitiendo pasaban por la deserción –lo que hubiese significado represalias para su familia– o el matrimonio. El sentido práctico que la ha caracterizado la hizo elegir la vía del altar y en 1971 se casaba con el austriaco Alfred Winklmayr. Con él se trasladó a Canadá donde inició una carrera de modelo que en 1976 la llevó a Nueva York con motivo de la promoción de los juegos olímpicos de Montreal. Y fue ahí, donde Ivana, ya divorciada de su primer marido conoció al hombre que iba a cambiar su vida.



DONALD E IVANA CONVIRTIERON LA MARCA TRUMP EN UNA HIDRA DE DOS CABEZAS QUE HA LAMINADO NUEVA YORK DE APLIQUES DORADOS Y MÁRMOL ROJIZO Y HA DEFINIDO MEJOR QUE NINGUNA SINGULARIDAD EL EXCESO DE LOS AÑOS OCHENTA.

Lo que sigue es parte de la leyenda de la América del último cuarto del siglo XX. Donald e Ivana convirtieron la marca Trump en una hidra de dos cabezas que ha laminado Nueva York de apliques dorados y mármol rojizo y ha definido mejor que ninguna singularidad el exceso de los años ochenta. Si hasta entonces Donald sólo era otro multimillonario playboy y bravucón de la costa este, su matrimonio con Ivana lo elevó a la categoría de icono y les llevó a ocupar las portadas de los tabloides y a encandilar a una sociedad ávida de triunfadores.Y quién mejor que una excomunista renegada. Eran los años de la guerra fría. Ivan Drago sucumbía ante los puños de Rocky y una niña comunista honraba al dios del capitalismo rebozando de oro cada hall que el magnate ponía en su camino. Pero en 1991 el matrimonio que ya tenía tres hijos en común, Donald Jr, Ivanka y Eric, llegaba a su fin a causa de las infidelidades de Trump.

Ivana sonríe desde la portada de mayo de 1992 de la edición estadounidense de Vanity Fair.

Y si Ivana había sido tenaz como ejecutiva también lo iba a ser peleando por la mitad de la tambaleante fortuna de Trump. La batalla legal hizo las delicias del pueblo americano y llegó a su fin a causa de la muerte repentina del padre de Ivana. Donald la acompañó en el funeral y tras sellar la paz han seguido siendo buenos amigos. En 1997 incluso participaron en un anuncio de pizza en el que se peleaban por el último trozo (sabemos que en la intimidad son esa clase de personas).

Y actualmente es uno de los apoyos del aspirante a presidente al que no anda a la zaga en exabruptos. Ante la pregunta de un periodista sobre la política migratoria de su ex marido su respuesta fue que Estados Unidos precisa inmigrantes legales “porque, ¿quién va a limpiar nuestras habitaciones?”. No entendemos por qué Donald tarda tanto en nombrarla candidata a la vicepresidenta.Tras el divorcio, Ivana se ha convertido en una marca registrada gracias a sus negocios y a sus libros sobre superación. Y ha protagonizado sonoros romances con hombres jóvenes. “Prefiero ser niñera a enfermera”, declaró durante su matrimonio con el presentador italiano Rossano Rubicondi, veintitrés años más joven que ella.

MARLA MAPLES, LA QUE NO SE LLEVÓ NI EL APELLIDO

Con el savoir faire y la discreción que le caracteriza, Trump no tuvo mejor idea que alojar a su amante Marla Maples en un hotel de Aspen cercano al que compartía con su mujer Ivana. El resultado fue el encuentro de ambas en las pistas de esquí, las mismas en las que Donald se había declarado a Ivana dieciséis años antes, una sonora pelea (algunos dicen que incluso física) y portadas suficientes para empapelar la torre Trump.

Marla Maples y Donald Trump.

Ivana, que se negó a mirar a otro lado ,pidió el divorcio y Marla pasó a convertirse en la segunda mujer del magnate. Antigua Miss Georgia, 16 años más joven que él, aspirante a actriz y, por supuesto, rubia, Marla estaba muy alejada del torbellino mediático en el que Ivana se desenvolvía tan cómodamente. Y, aunque según los cercanos a Trump, por su mente no pasaba el matrimonio, tras el embarazo de Marla y la firma de un acuerdo prematrimonial muy favorable se prometieron. En 1993 se casaban en el Plaza ante un reducido número de invitados entre los que se encontraban Liza Minelli y O.J. Simpson.Pero parece que la grave crisis financiera que atravesaban las empresas Trump y el fantasma de Ivana provocaron un distanciamiento de la pareja que, casualmente, les llevó a divorciarse un mes antes de que expirase el acuerdo prematrimonial y Marla tuviese derecho a aspirar a algo más que los dos millones de dólares acordados. Donald es un romántico.Aunque su tirón mediático no tuvo comparación con el de su predecesora, ha protagonizado pequeñas intervenciones televisivas y actualmente participa en Dancing with the stars junto a otras celebridades venidas a menos como el presentador Geraldo Rivera o la actriz de Padres Forzosos Jodie Sweetin.

MELANIA TRUMP, ¿LA FUTURA PRIMERA DAMA DE LOS ESTADOS UNIDOS?

De nuevo, una joven criada en territorio comunista y con ansias de libertad capitalista. Melania nació en la antigua Yugoslavia en 1970 en el seno de una familia de clase media. Un buen día se cruzó con un fotógrafo con buen ojo y a los 16 años su 1.80 ya estaba desfilando en Milán. De Milán, a Nueva York. Y de ahí, a los brazos del mejor ojeador de modelos desde Eileen Ford.Donald la conoció en una fiesta y en unos meses confirmaban su romance enThe apprentice, el reality a mayor gloria de Trump. Todo un maestro de las sinergias. Y en 2005 se casaban en Palm Beach. Melania lucía un diseño de Galliano con cuatro metros de cola y pedrería que requirió más de mil horas de confección y cuyo valor superó los cien mil euros.

En buena compañía: Trump rodeado de Esther Cañadas y su esposa Melania Trump en el año 2003.

En la lista de invitados se encontraban celebridades como Anna Wintour, Bruce Willis o, insólitamente si pensamos en el presente, Bill y Hillary Clinton. Un año después nacía su quinto hijo, William Barron Trump.

Aunque las malas lenguas afirman que ni Donald ni sus asesores la quieren cerca de la campaña electoral, lo que trasciende es que Melania prefiere centrarse en su papel de madre y esposa. Aunque parece difícil vender como una nueva Barbara Bush –la abuela entrañable que hornea galletas de gengibre– a una mujer que ha posado para Vogueembarazada de siete meses y cubierta por un escueto bikini dorado o desnuda para GQ.

Probablemente el pasado como modelo de Melania sea uno de los grandes protagonistas de una campaña electoral que se prevé áspera y, tal vez,boicoteada desde el propio sector republicano. Aunque si nos atenemos a sus palabras el candidato parezca el menos afectado por esta o cualquier otra polémica: «Ya sabes, en realidad no importa lo que digan de ti, mientras tengas a tu lado un joven y hermoso trasero«.

Fuente: www.revistavanityfair.es