¿Hacia una nueva política de drogas en las Américas?

binettiBruno Binetti*«Si hemos aplicado una receta basada principalmente en la represión por tanto tiempo, sin resolver el problema, es hora de replantear el tratamiento».Juan Manuel Santos, Presidente de ColombiaLa semana pasada, los miembros de las Naciones Unidas (ONU) se reunieron en Nueva York para la Segunda Sesión Especial de la Asamblea General dedicada al progreso de las estrategias globales contra las drogas, conocida como UNGASS 2016. La reunión estaba pautada para 2018 pero Colombia, México y Guatemala pidieron a la ONU que se adelante. Estos países consideraron urgente implementar cambios a las políticas vigentes, que han sido poco exitosas y han causado un grave daño económico y humano a las poblaciones de estos países.A pesar de este esfuerzo, el texto de las convenciones internacionales sobre drogas seguirá congelado en una mentalidad de «guerra contra las drogas». Sin embargo, gracias a la iniciativa de algunos gobiernos latinoamericanos, los miembros de la ONU han concedido algo de flexibilidad en la aplicación de estas normas. El resultado podría llevar a un régimen internacional sobre drogas más fragmentado, permitiendo a las Américas continuar con su proceso gradual de reformas hacia políticas más balanceadas y efectivas contra este problema.Un nuevo escenario en las AméricasComo notaron algunos oradores durante la cumbre, las tres principales convenciones de la ONU sobre la política contra las drogas fueron escritas o modificadas a principios de la década de 1970 y finales de 1980, cuando las administraciones estadounidenses de los presidentes Nixon y Reagan impulsaron una política global basada en el concepto de «guerra contra las drogas». Estos documentos incluyen la necesidad de promover la rehabilitación de los adictos, pero el foco estaba –y continúa estando—en la prohibición y represión de la oferta y demanda de drogas.A pesar de la rigidez del marco legal internacional, los países de las Américas han implementado cambios importantes en sus políticas sobre drogas durante los últimos cinco años. A nivel regional, una de las primeras señales de esta nueva tendencia fue un documento de 2009 publicado por la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, liderada por los ex presidentes Cardoso de Brasil, Zedillo de México y Gaviria de Colombia. La comisión evaluó a la guerra contra las drogas como un fracaso, e instó a los líderes de la región a iniciar un cambio de paradigma que se aleje del prohibicionismo y se concentre en la prevención y rehabilitación de los adictos. Cuatro años después, a pedido de Colombia, la Organización de Estados Americanos (OEA) publicó un importante informe siguiendo esa línea.En el plano doméstico, las políticas sobre drogas en varios países se han vuelvo más flexibles y menos concentradas en la prohibición total, ya sea mediante decisiones judiciales, cambios legislativos o ausencia de penalización. Por ejemplo, el cannabis fue descriminalizado en varias partes del hemisferio, una tendencia que se acelera: Durante la cumbre el presidente de México Enrique Peña Nieto anunció una iniciativa para relajar las restricciones sobre la posesión de marihuana, y la ministra de salud de Canadá confirmó que su gobierno buscará la legalización completa en 2017.Tal vez más importante, para Estados Unidos –el principal impulsor de la «guerra contra las drogas» en el hemisferio occidental—es cada vez más difícil justificar esta postura represiva dado el movimiento hacia la despenalización en su propio territorio. El uso medicinal de la marihuana ya es legal o no punible en la mayor parte de los estados, y algunos como Colorado, Washington y Alaska incluso han legalizado su uso recreativo.Está claro que las políticas de los Estados Unidos en el hemisferio seguirán promoviendo un enfoque represivo, y que el Comando Sur de las fuerzas armadas estadounidenses seguirá siendo la principal agencia para la política sobre drogas en América Latina. Pero cambios domésticos y la admisión por parte de la administración Obama de que la guerra contra las drogas no ha sido efectiva –de hecho, han abandonado el término por completo—representa un cambio histórico, que puede darle más espacio a los países latinoamericanos para impulsar un enfoque internacional más flexible.Demandas de reforma y resistencia internacionalEn este contexto, durante UNGASS 2016 una coalición de países de Europa y las Américas han pedido a los miembros de la ONU cambios en las políticas sobre drogas basados en los siguientes principios:El consumo de drogas ilícitas debe ser tratado como una cuestión de salud pública antes que de seguridad. Las políticas prohibicionistas y la excesiva tasa de encarcelaciones se han concentrado en los grupos sociales más vulnerables y han hecho poco para reducir el consumo y el tráfico de drogas.Los esfuerzos de los gobiernos deben concentrarse en combatir el crimen organizado, especialmente el lavado de dinero y el tráfico de armas. Penas alternativas a la prisión deberían aplicarse para consumidores y pequeños vendedores de droga.Una política abarcadora tiene que poner el foco en el desarrollo económico y social para eliminar las causas profundas del tráfico y consumo de drogas.La obligación de respetar los derechos humanos es al menos tan importante como cumplir con las convenciones sobre drogas. La pena de muerte debe ser suspendida para delitos vinculados a las drogas, como paso intermedio hacia su eliminación completa.Como en muchos otros ámbitos, la comunidad internacional está dividida en este tema, y no se esperaban grandes cambios. Los esfuerzos para modificar la política sobre drogas se enfrentaron a las resistencias de China, Rusia, Indonesia y otras naciones en desarrollo, que defienden la completa prohibición del uso de drogas y la aplicación de políticas represivas, incluyendo la pena de muerte. Más aún, la Comisión sobre Drogas Narcóticas y el Panel de Control de los Narcóticos –las agencias de la ONU encargadas del control de las drogas—han criticado reiteradamente reformas como la legalización de la marihuana en Uruguay y algunos estados de Estados Unidos por considerarlas violatorias de los acuerdos internacionales en esta materia.La UNGASS 2016 y despuésA pesar de ello, los países que buscan abandonar parcialmente las políticas diseñadas bajo la «guerra contra las drogas» pueden haber obtenido una victoria significativa en la cumbre. Aún si las convenciones internacionales no han sido modificadas, el documento final aprobado tras la reunión otorga «suficiente flexibilidad a los estados parte para diseñar e implementar políticas nacionales sobre drogas de acuerdo a sus prioridades y necesidades», además de reconocer la necesidad de «un enfoque integrado, multidisciplinario, equilibrado, amplio y basado en datos científicos, con medidas que se refuercen mutuamente».Esto puede no ser la reforma amplia que muchos países esperaban, pero es un reconocimiento sin precedentes de los límites de una estrategia basada exclusivamente en la represión. Y puede ser sólo el comienzo. La próxima revisión del enfoque internacional sobre las drogas tendrá lugar en 2019. Países latinoamericanos han pedido al secretario general de la ONU que forme un panel de alto nivel para estudiar los resultados de las políticas vigentes y proponer cambios. Nadie espera que la ONU reescriba las convenciones internacionales, porque esto requiere del consenso de todos los países. Pero UNGASS 2016 puede ser recordada como un momento de liderazgo latinoamericano a nivel global, y como el reconocimiento a la nueva era de las políticas sobre drogas en las Américas.*El autor es Investigador Asociado del Diálogo Interamericano en Washington DC. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Di Tella) y becario Fulbright en la Elliott School of International Affairs.Infobae – Buenos Aires