Politiquería, pan y circo, y activismo

Estremadoiro3Winston Estremadoiro*Pan y circo es receta que se aplica al pueblo desde los tiempos de autócratas romanos. En la Bolivia “del cambio”, se exhibe en que el Dakar discurra por el país con su estela de maltrato ambiental y malgasto gubernamental, mientras el Gobierno gasifica a los discapacitados.Me debatía entre escribir un análisis de reflexiones filosófico-políticas sobre el mundo recayendo después en la situación del país, y celebrar el Día Internacional de la Libre Expresión que la ONU añadió a su rosario que nadie reza de días de esto y aquello: son tantos que pronto será necesario añadir los amaneceres y atardeceres de algún planeta que gire más rápido que la Tierra alrededor del sol. Fiel a mi estilo sardónico de dos caras, (llorar en una y reír en la otra, nada altoperuano por cierto), decidí intentar una amalgama de ambos, aderezada con una pizca de mi escepticismo.Para los que intentan comprender la cultura y mentalidad del inmenso país que es Estados Unidos, recomiendo el film de Robert Redford “Leones por Corderos”. El nombre se debe a una reflexión alemana sobre la poderosa Albión en la Primera Guerra Mundial y su carnicería de heroicos soldados avanzando en tierra de nadie, mientras sus oficiales tomaban té en la retaguardia: “en ningún lugar se ha visto a tales leones conducidos por tales corderos”. Bolivia tuvo su bocado de esa máquina de moler carne en las ofensivas de Nanawa. Allí, un general teutón quizá imitando la guerra de trincheras de 1914, cuatro lustros después envió a centenares de ‘repetes’ bolivianos a morir ametrallados atacando trincheras de ‘patapilas’ paraguayos.Redford arguye que “el problema es de todos que no hacemos nada”. En EEUU enfoca a políticos codiciosos, a la juventud indiferente, y a los medios de comunicación cooptados. En el momento actual de Bolivia, prefiero la autocrítica que reconoce propias limitaciones del país, a la ilusión que imbuye jingoísmo para promover el orgullo nacional. En tal onda, tiene sentido la trilogía de políticos corruptos, pueblo pasivo y periodistas amedrentados.La política es una ocupación noble cuya pobre y cínica opinión de la gente se debe a que en el país es casi siempre politiquería corrupta. Salta a la vista la distracción del pueblo con la tragicomedia de moda: una chica que canjeó influencia por revolcones con un Presidente rijoso: hoy se la acalla con acoso judicial; ¡un ministro que niega abuso de sus oficinas, pierde celulares dilucidadores y limosnea plata para contratar abogados! Por favor, ¿no hay temas más acuciantes, como el efecto que tienen la disminución de ingresos por venta de gas natural a Brasil y Argentina, la tala de árboles en el campo y las ciudades, o la corrupción de “originarios” en fondos indígenas?Pan y circo es receta que se aplica al pueblo desde los tiempos de autócratas romanos. En la Bolivia “del cambio”, se exhibe en que el Dakar discurra por el país con su estela de maltrato ambiental y malgasto gubernamental, mientras el Gobierno gasifica a los discapacitados por reclamar migajas. Es la preferencia de la ‘pacha-madrastra’ mala a la Pachamama cenicienta. Ya engrupieron a la gente con un sobrevaluado satélite. Sostengo que es una forma de distraer al pueblo de los problemas reales del país.No me referiré a los periodistas amedrentados y medios acosados por contratos discrecionales. Me tapan la boca los jóvenes bienhechores del medio ambiente que se oponen a la tala de árboles. Animados por los mensajitos de las redes sociales como medio de lucha electoral, ojalá recuerden que  “piano, piano, anda lontano”  dicen los italianos, y alerten en contra del sacrificio anual de la naturaleza mediante la quema de monte y protejan los parques nacionales. Ojalá desnuden atropellos y defiendan al consumidor, en lugar de la estúpida obnubilación que embute la mentada “guerra del agua” y tiene a la gente bebiendo agua de turriles desde hace años.Para acolchonarlo de contexto, es menester tantear una visión realista del país partiendo de que somos parte del mundo, hoy más que nunca. La corrupción es generalizada en el planeta y en la patria. Las naciones avanzan desiguales y no tienen amigos, sólo intereses. En Bolivia y el orbe, la historia es muchas veces escrita por países vencedores y poderosos de turno, lo que no quiere decir que al reescribirla se caiga en falacias e ilusiones.Una nueva historia de Bolivia dejará de endiosar anti-héroes y ensalzar historias originadas en una apócrifa sede de Gobierno. Antihéroes como ese Melgarejo que abrió la puerta a Chile con la medianería y regaló un montón de territorio sin guardar un acceso al río Madera allende las cachuelas. Como los cuentos tristes y desidiosos de defender el petróleo; fue Paraguay el que sacó a Bolivia del Chaco a chicote limpio, cuando algunos generales nuestros andaban de farra y putas en la retaguardia.Si descentralizar es deseo de los bolivianos, ¿por qué no se les ocurrió a los cerebritos del actual Gobierno construir un edificio que albergue el Poder Legislativo, en predios donados por Patiño que fueran un hipódromo en tiempos de fracs y chisteras en Cochabamba? La millonaria “Casa del Pueblo” que construyen en La Paz seguirá siendo cautiva de los aimaras, cuando podría representar mejor a una Bolivia desconcentrada en algún vallecito del Parque Carrasco. Urge a los gobernantes ponerse a tono con las circunstancias del país y las propias limitaciones de ellos y del pueblo que representan.*AntropólogoLos Tiempos – Cochabamba