¡Distráiganlo nomás!

valverde2Carlos Federico Valverde BravoSiempre se ha sabido que mientras más poderoso y solo está un presidente o un dictador, más fácil se torna, para quienes lo usan, mantenerlo alejado de lo que importa a todos los ciudadanos; tiene poder, logra hacer dinero, consigue placeres, claro, pero son otros los que más usufructúan.A alguien se le ocurrió poner en vigencia el ‘himno-marcha’ en el que ensalzan las “virtudes” de don Evo (patriota, ejemplo a imitar, salvador de la patria, forjador del “renacer” de una identidad del Ejército). En fin, da, por supuesto, para hacer chistes, burlas, referirse al mismo con sorna (tono irónico con que se dice algo), pero yo no lo voy a hacer porque esto da pie a reiterar la preocupación que expresé cuando escribí referente al caso de Gabriela Zapata Montaño, del que, he decidido, no hablar ni decir nada, salvo que aparezca alguna cosa nueva, dado que don Héctor Arce Zaconeta terminó dándome la razón.Decía yo en lo escrito: Evo Morales, ¿fue engañado? Probablemente lo fue, lo que lo pone en un estado de total indefensión personal y jurídica; esta posibilidad, cada vez más cierta, me lleva a cuestionar a tantos aduladores oficiales que ocupan el tiempo presidencial en actos oficiales, en partidos de fútbol, en inauguraciones, en compras suntuosas, entregas sin sentido, es decir, a quienes lo distraen…Y entonces reitero mi preocupación, porque hasta puede ser que al presidente “lo tengan lejos de la cosa pública y que solo lo llamen a firmar sin saber qué firma ni qué se está haciendo”, y eso debiera importarnos a nosotros, porque está claro que esa es la firma más poderosa del país y de ella dependen nuestra economía, la democracia y el futuro.No es el himno, que puede o no aceptarlo; es la intención de ‘construir un mito’ para aprovecharlo políticamente (la idea puntual de la canción está desde 2011, promovida por el excomandante del Ejército José Luis Begazo A.); es el hecho, porque si no es el canto será la estatua (de hecho, hay una al entrar al Palacio Legislativo), son las escuelas con su nombre, son las canchas y coliseos, es todo lo que infla el ‘ego’ y si eso lo “hace sentir bien es nuestro el problema”, porque eso casi lo obliga a mirar para otro lado con relación al mal uso del dinero, al enriquecimiento ilícito de tantos dirigentes (el Evo cumple, empresas chinas, el Fondioc son emblemas de lo que se dice). Pasó con muchos, pasa con Evo, probablemente sea inherente al ser humano, el problema es que, al final, alguien termina pagando el gasto y la cuenta de la fiesta, y ese no va a ser él.El Deber – Santa Cruz