Chávez y Evo, ¿defendiendo a los marginales?

Diego-Ayo1Diego AyoHace sólo algunos días se celebró el onomástico del Comandante Chávez. Las loas hacia su persona, a pesar del estado calamitoso en que se encuentra Venezuela –herencia del mencionado líder-, no fueron pocas.El tenor de las mismas lo pinta como un verdadero paladín de los pobres. Su enorme atracción venía precisamente de la mano de esta tesis: «Hugo Chávez dio dignidad a aquellos sectores más olvidados y marginales de Venezuela y ellos, que lo amaron, le retribuyeron con su voto”.En buena cuenta la sola presencia de este caudillo supuso el quiebre de este país en dos: el país de los ricos (pitiyanquis, lacayos, oligarcas y demás epítetos) y el país de los pobres, con él como su guía.¿Cuán cierto es? Es fundamental responder a esta pregunta partiendo de la certeza de que esta tesis fue monopolizada por Chávez/Maduro para legitimar su gobierno. Incluso hoy, en una Venezuela repleta de boliburgueses burocráticos, militares corruptos, familiares enriquecidos (las hijas del Comandante no resultaron ser muy humildes) o narcos aliados con algunos altos jerarcas gubernamentales, se mantiene todavía cierta aureola de progresismo  en base a este argumento: «nosotros nos las jugamos por los pobres”.Conviene revisar un último trabajo, elaborado por Noam Lupu, politólogo de la Universidad de Princeton, que en su ensayo (escrito en inglés), ¿Quién vota por el Chavismo? Voto de clase en la Venezuela de Hugo Chávez, rebate esta tesis. Lo logra haciendo uso de técnicas ciertamente ponderables de estadística aplicada a las ciencias sociales. La tesis contiene algunas afirmaciones indispensables para entender precisamente lo contrario: Chávez no fue el abanderado de los pobres. Con excepción de la elección de 1998 en la que los ciudadanos pobres y más pobres votaron masivamente por Chávez, en todas las restantes elecciones no sucedió lo mismo. Si cabe resaltar que en todas estas elecciones el decir más rico de Venezuela votó siempre en contra de Chávez. Lo que significaba que, hasta ahí, el logotipo de «defensores de los pobres”, quedaba justificado.Pero, los sectores que se constituyeron en su principal bastión electoral fueron básicamente las clases medias, que tampoco le entregaron su voto de modo inalterable. No, en realidad, fueron diversas clases medias, en distintas regiones y en diversas elecciones, las que lo apoyaron. Primó la volatilidad en función a los beneficios selectivos y esporádicos que recibían. Del mismo modo, de modo evolutivo (es decir, desde la primera a la última elección), su apoyo en los sectores pobres fue menguando. Estos ciudadanos le empezaron a dar la espalda. ¿La razón? Simple: la gestión cada vez menos eficiente fue alejándolos, de tal modo que amplias porciones de barrios pobres, diariamente amenazados por la inseguridad creciente, la inflación galopante, la escasez de alimentos y demás factores anti-pobre, se convirtieron en sus principales detractores.¿Quiénes quedaron fieles al chavismo? La respuesta nos conduce, algo habitual en este país, a comprender que la sociedad no se define por clases, sino por facciones corporativas, más o menos apegadas al gobierno. Por ende, Chávez no estuvo en contra de los ricos (y muy ricos), siempre y cuando esos ricos lo apoyaran. En síntesis, el estudio de Lupu demuestra que Chávez defendió no a los pobres, sino a sus clientelas (compuestas de ricos, pobres y clases medias). Nunca fue la meta equilibrar la estructura social, permitiendo que los pobres no sean tan pobres y los ricos tan ricos, de tal modo que se encontrarán todos cerca del medio. No, el objetivo fue lucrar, política y económicamente de los pobres. Valerse de ellos. El resultado final es el enriquecimiento de las cada vez más, cuantiosas oligarquías chavistas.¿Cómo estamos en Bolivia? Resulta no menos interesante el trabajo del politólogo boliviano-estadounidense Miguel Centellas (escrito en inglés), Desarticulando el voto indígena en las elecciones nacionales y municipales de Bolivia. Subyace el cuestionamiento a la tesis esgrimida por Evo Morales de que su gobierno representa a los indígenas. Si Chávez se veía como el defensor de los pobres, Evo hace lo propio con los indígenas. Centellas, con igual realce estadístico, pone en evidencia que Evo está lejos de tener un apoyo monopólico de los indígenas. Sucedió algo similar a lo ocurrido en Venezuela: de un apoyo masivo de indígenas, se arribó a un respaldo multiclasista no pocas veces alejado de sus bastiones indígenas. Lo demuestra la pérdida de apoyo en El Alto o diversas provincias aymaras, descontando que el apoyo quechua nunca fue uniforme.La explicación reside en la conformación de facciones policlasistas que a la postre terminan por des-indigenizar el contenido no sólo de las campañas electorales sino de las políticas públicas, cada vez menos pro-indígenas.Queda sobre el tapete la tesis de fondo: el gobierno de Evo, se interesa por tener clientelas leales como objetivo primario. Sólo en segundo lugar (o en tercero o cuarto) viene el interés por lo indígena-plurinacional.Así pues, las revoluciones progresistas van logrando que quienes más creían en ellos, se den cuenta que los discursos tan revolucionarios, no pasan muchas veces de ser discursos.Página Siete – La Paz