“Hay persecución contra los periodistas en Bolivia”

Alexander TerrazasEn julio del 2008, durante una cobertura de un acto público programado por el Gobierno Municipal de Santa Cruz de la Sierra, el alcalde Percy Fernández Áñez, me agredió verbalmente no solo por mi condición de periodista sino por representar un medio de comunicación que cuestionaba sus políticas. Eran mis primeros pasos en el periodismo y recuerdo el hecho como si fuese ayer, el Alcalde se levantó de la testera, se acercó donde yo estaba, apuntó su dedo índice derecho frente a mi rostro  y empezó a gritar furibundo en contra de los periodistas y ejecutivos de El Deber. Nos acusaba de mentir en sus coberturas cotidianas, en alusión a las noticias y editoriales  publicados el mismo día del incidente. La actual presidente del Concejo Municipal, arquitecta Angélica Sosa, que en ese entonces fungía como Secretaria de Parques y Jardines, intentaba calmarlo pero no podía. Yo, por mi parte, también le pedía que se calme pero no fue posible hasta que terminó de descargar su ira, con gritos e insultos, para volver a su lugar en la testera.

 Al día siguiente de la agresión verbal, la Asociación Nacional de la Prensa (ANP) y la Dirección Ejecutiva de El Deber condenaron los reiterados ataques verbales del alcalde contra los periodistas, particularmente hacia mi persona. De hecho,  el director ejecutivo del diario El Deber, Pedro Rivero Jordán, rechazó enfáticamente tal agresión en los siguientes términos. “No es la primera vez que Ud. con sus maneras desequilibradas y torpes maltrata a nuestros periodistas”, le dijo en la carta enviada por Rivero Jordán al alcalde Fernández.El 13 de septiembre del 2008 durante el bloqueo de la carretera antigua a Cochabamba a la altura de Tiquipaya, ubicada a 50 kilómetros de la ciudad de Santa Cruz, se desató salvaje enfrentamiento entre los miembros de la Unión Juvenil Cruceñista (UJC) y militantes del Movimiento Al Socialismo (MAS), que tenían cercada la ruta. El saldo de este nefasto episodio fue una persona fallecida y una veintena de heridos, entre jóvenes  de la UJC, periodistas y reporteros gráficos. Al día siguiente cuando me tocó realizar la cobertura, el lugar seguía bloqueado y los periodistas fuimos objetos de burlas e insultos por la gente que mantenía bloqueada la carretera. Cuando intenté apaciguar los ánimos, los seguidores del MAS  se abalanzaron contra mi integridad física de forma salvaje. Una persona me agarró por detrás del cuello, otra alzó de los pies y en medio del tumulto, me quitaron la billetera con mis documentos, la libreta de anotaciones y mi grabadora.Honestamente, sentí que era el fin de mis días porque jamás había estado en una situación semejante y, por otra parte, porque un día antes en ese mismo escenario habían golpeado de manera inmisericorde a otros colegas igual que yo. Me llevaron donde estaban sus dirigentes, debajo de un árbol y ahí antes de un largo interrogatorio, me tildaron de ‘mentiroso, vendido, oligarca y de autonomista’. Después de un par de horas parado y custodiado por otros jóvenes de la zona, que años después aparecerían de concejales, alcaldes y diputados en el Gobierno, finalmente me liberaron ante la insistente presión de mis otros colegas de trabajo. Solo me devolvieron la billetera, la libreta y la grabadora las destruyeron, según dijeron, para que no queden evidencias del hecho.Pero los ataques del Gobierno local y nacional, no fueron obstáculos para seguir en este noble oficio del periodismo que me ha dado grandes satisfacciones a lo largo de mi corta vida. He continuado ejerciéndolo, sin embargo, en los últimos años el Gobierno del presidente Evo Morales ha intentado embargar la voz de los que piensan diferente a su régimen.Estamos siendo vigilados permanentemente, no solo por los mecanismos de control que ejercen en las empresas de los medios de comunicación, sino hasta en las plataformas que utilizamos para nuestra privacidad. Por ejemplo, en los estados de Facebook y Twitter, si tenemos opiniones contrarias a sus políticas, nos tildan o estigmatizan como opositores a su Gobierno sin respetar el derecho constitucional a emitir libremente nuestras ideas y opiniones por cualquier medio de difusión. Ahora pretenden ejercer control, ‘legalmente’ con la creación de la Dirección General de Redes Sociales que no tiene otro fin que eliminar a los que piensan diferente.En esa misma línea, el 19 de mayo de este año, el ministro de la Presidencia, Juan Ramón, durante la interpelación en la Asamblea Legislativa Plurinacional, descalificó el trabajo periodístico y acusó a cuatro medios de comunicación de formar parte de un “cártel de la mentira”. La misma idea de Quintana fue reforzada en otros términos porel exministro de Gobierno  Hugo Moldiz, quien utilizando una frase del intelectual René Zabaleta, llamó «perros” a los periodistas, supuestamente porque forman parte de un «cartel de la mentira” que intenta presuntamente desestabilizar al gobierno de Evo Morales.Y es que la libertad de prensa en el país no atraviesa por su mejor momento. En el último año Bolivia ha descendido tres puestos en el ranking mundial de libertad de prensa que elabora cada año la organización internacional Reporteros Sin Fronteras (RSF). En la actualidad Bolivia se sitúa en el puesto 97 de un total de 180 países. De hecho,  el país ha sido testigo como varios de los periodistas más reconocidos como Amalia Pando, John Arandia o Enrique Salazar tuvieron que dejar los medios de comunicación en los que trabajan por, según argumentaron los periodistas, “presiones y asfixia publicitaria” por parte del Gobierno. Por otro lado, Carlos Valverde, periodista que destapó el escándalo Zapata y la empresa China CAMC, ha tenido que afrontar procesos judiciales por su labor y hasta tuvo que abandonar el país.Con los antecedentes vividos y con los hechos de la actual coyuntura que vive el país, creo que es muy difícil ejercer la profesión de periodista. La persecución contra periodistas y políticos opositores es asfixiante por parte del Gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS), liderado por el presidente Evo Morales*El autor es periodista y diplomado en el Tecnológico de Monterrey, México