De mater, poco; de alma, casi nada

maggy__talavera_Maggy TalaveraHasta hace poco todavía tenía algún sentido llamar a la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (igual que a otras) alma mater. Pero de un tiempo a esta parte, ya no. Es que la comunidad que la habita o, mejor, algunas cabezas que la conducen han dado más de una razón para restarle los méritos que permitían llamarla con esa locución latina. Esas cabezas han arrastrado a la Uagrm a un fango que amenaza ahogarla sin contemplación.No es una crisis surgida de repente, a raíz de la coyuntura electoral que amenaza acabar con lo poco que le resta de institucionalidad. La crisis estalló con la convocatoria a las elecciones para renovar este año y por un trienio el claustro universitario, pero comenzó a gestarse hace más de una década, según coinciden en señalar quienes habitan la hoy superpoblada comunidad moreniana. Nada se hizo entonces para frenarla y todo lleva a concluir que tampoco se está haciendo algo ahora para evitar que toque fondo.En realidad, peor no podía estar, por mucho que las apariencias hagan creer lo contrario. Apariencias que se alimentan del crecimiento demográfico y en infraestructura visto en la última década, pero que se derrumban tras abrir algunas puertas y vichear lo que hay por dentro. Mucho más aun cuando se abren portones, como el de las elecciones, dejando en evidencia la podredumbre acumulada en años de administración, poco transparente, de los intereses y bienes de esa comunidad universitaria.Una falta de transparencia en la gestión pública y en el ejercicio de la autonomía cedida al autogobierno paritario docente-estudiantil que ultrapasó todos los límites hasta caer en el extremo del vandalismo, el matonaje y la abierta manipulación, desde dentro de casa, de sus mecanismos democráticos. La muestra es tan brutal que espanta: asalto a mano armada y quema de instalaciones; amedrentamiento a vocales electorales, candidatos y electores, traducido en renuncias en la Corte Electoral y más de una candidatura.Tan grave es lo registrado en esta coyuntura universitaria que lo mínimo que se esperaba de sus eventuales autoridades era la anulación del proceso, que nació viciado y amenaza viciar aun más las estructuras podridas vistas hasta ahora en la ‘U’. Pero no pasó nada. Fue como oír y dejar llover, a sabiendas de que la inacción y la permisividad solo favorecerá a los que han ido acumulando podredumbre al interior de la ‘U’, alejándola cada vez más de su sentido alma mater. A esos, o a quienes mueven los hilos tras una aparente medicina alternativa que amenaza ser peor que la enfermedad.El Deber – Santa Cruz