El poder militar y el futuro político de Venezuela

Carlos MalamudJulio Borges, el nuevo presidente de la Asamblea Nacional, en su discurso de asunción del cargo colocó a los militares en el centro de la discusión política que vive su país, al considerarlos un elemento clave en el desenlace de la crisis. Tras señalar que Venezuela es el «reino de la oscuridad, el caos y la corrupción», llamó a la Fuerza Armada Nacional (FAN) a cumplir con la Constitución y permitir que el «pueblo vote», previa aclaración de que no estaba incitando a los militares ni «a la sublevación, ni [a la] rebelión».Al dirigirse directamente a los uniformados señaló: «Recuerden su juramento porque hoy Dios y la Patria se lo demandan. Demandan que ustedes sean los guardianes de la Constitución. ¿Quieren seguir siendo herederos del Ejército del Libertador o ser recordados como los guardianes de Nicolás Maduro?». Las palabras de Borges fueron respondidas por el general Padrino López, ministro de Defensa y general en Jefe de la FAN, que mientras recordaba el papel institucional del cuerpo hacía una cerrada defensa del Gobierno de Maduro y de la Revolución Bolivariana. El comunicado del ministerio de Defensa concluyó con las tradicionales consignas chavistas: «Chávez vive… la patria sigue» e «Independencia y patria socialista… viviremos y venceremos».Padrino reivindicó el adjetivo bolivariano añadido por Hugo Chávez a la FAN y criticó tanto a la Asamblea como a la oposición por desconocer la legalidad constitucional emanada del presidente. Sus contundentes palabras muestran el cierre de filas de la cúpula militar con Maduro. Entre otras consideraciones, el general Padrino afirmó: «Contamos con una rica historia en la defensa de la democracia venezolana, siempre apegados al ideario del Libertador Simón Bolívar; hoy, la FAN es orgullosamente Bolivariana, como nunca antes. Somos la columna vertebral de la soberanía popular, constituyéndonos en el más celoso guardián de las conquistas sociales y derechos de sus conciudadanos… Es la misma FANB y el pueblo quienes hoy exigen respeto y rechazan estos señalamientos de fatuos argumentos. ¡Basta de llamados que pretenden involucrar a la institución en situaciones de corte faccioso contrarias a su esencia constitucional y profesional!»Desde el oficialismo consideran que las palabras de Borges son una incitación directa al golpe de Estado y acusan al nuevo presidente de la Asamblea de haber hecho llamamientos similares en el pasado. Más allá del objetivo descalificador de la denuncia y atendidas las posiciones de unos y otros, la cuestión clave es si los militares podrían tener un papel protagónico en la salida de la crisis. Dicho de otra manera, ¿existe algún general o militar de alta graduación dispuesto a dar el paso que implique sacar a Maduro del poder? La pregunta vale tanto en el contexto de un ajuste de cuentas dentro del chavismo como en el intento de permitir nuevas elecciones a corto o medio plazo.Si algo caracteriza al mundo militar venezolano es la opacidad. Una opacidad reforzada por el hecho de que los uniformados opositores o incluso defensores de la Constitución sin ser partidarios a ultranza del proyecto chavista se cuidan mucho de exponer públicamente sus ideas ante la amenaza de ser sancionados o desplazados de sus puestos de trabajo. Los servicios de inteligencia militares, con el auxilio de asesores cubanos, no dejan mucho margen para la conspiración.A esto se agrega una política sistemática de cooptación de la milicia desde la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999. No en vano su proyecto se definía como «cívico-militar» y se basaba en la relación «caudillo, ejército, pueblo». Mientras la FAN adquiría un papel protagónico, la oficialidad accedía a los diferentes niveles del Gobierno. El análisis del número de generales que ocupan (y han ocupado) ministerios y gobernaciones, por reducir la cuestión al vértice de la pirámide estatal, es muy revelador. En la actualidad 11 de los 32 ministros existentes son oficiales. A esto hay que añadir una generosa política de prebendas para los militares y sus familiares, al margen de posibles vínculos con la corrupción y el narcotráfico.Por si todo esto fuera poco, y con el ánimo de ganarse el favor castrense, las adquisiciones de armas de todo tipo, incluyendo algunas muy sofisticadas, supusieron un apartado considerable del presupuesto nacional, también en tiempos de penurias populares. Venezuela ocupa el quinto lugar en gasto militar en América Latina y según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI), entre 1999 y 2015 gastó más de 5.500 millones de euros en armamento. A esto se agrega la presencia de milicias, «colectivos» y otros grupos armados que dificultan el uso monopólico de la violencia por los aparatos estatales.En este contexto, resulta difícil que algún sector de la FAN esté dispuesto a romper con el actual Gobierno. Es más, la complicada situación económica y social es un desincentivo poderoso para desplazar a Maduro del poder ya que un durísimo ajuste económico estaría entre las tareas urgentes y prioritarias del nuevo Gobierno. La brutalidad de las medidas a tomar convertirían rápidamente a su responsable en una especie de asesino simbólico de Hugo Chávez o al menos del proyecto bolivariano.Sólo un escenario de grave deterioro de la coyuntura venezolana con violentos estallidos sociales que requiriesen de la represión armada podría justificar una intervención política de los militares. Al estar muchos de ellos relacionados con escándalos de corrupción y narcotráfico, que en algunos casos permitieron acumular fortunas escandalosas, la cárcel puede ser su destino final. Pero no es lo mismo enfrentarse a un tribunal por este tipo de delitos que por la muerte de compatriotas, incluyendo posibles crímenes de lesa humanidad. De momento no hemos llegado a ese punto y por ello el general Padrino puede seguir reivindicando que Chávez vive y el proyecto bolivariano sigue.14ymedio – La Habana